Zoología. Peces. Los Tres Reinos de la Naturaleza. Tomo 5. Página 271. en Aragón.

Zoología. Peces. Los Tres Reinos de la Naturaleza. Tomo 5. Página 271.

Buffon Los Tres Reinos de la Naturaleza

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Autor: Francisco Javier Mendivil Navarro Fecha: 6 de junio de 2024 última revisión

ICTIOLOGÍA o TRATADO DE LOS PECES. 271

dor de piala ilc su piel, los hermosos colores ile su* aletas, y el tamaño á que llegan algunas de sus especies , los hacen muy dignos de atención.

El nombre gymnetros fue compuesto por Bloch para designar peces de ventrales de un solo radio y sin anal, y en efecto el género á que se aplica tiene toda la región comprendida entre el ano y la caudal , toda la parte inferior de la cola desprovista de aletas y hasta de las pequeñas espinas que las representan eñ los triquiuros.

En este mismo sentido ideó Brünnich la palabra gimnogaster para el hogmar de Islandia , pez que se acerca bastante á los que se han designado con el nombre de gimnelros; pero el género á que ese toa-mar ó gimnogastro pertenece , y que se diferencia particularmente de los gimnetros por sus ventrales compuestas de muchos radios, habia sido muy bien caracterizado por Gouan bajo el nombre de traquipte-ro, que es el que se le da también en esta historia.

Por el estado de mas ó menos mutilación en que cada autor los ha visto, se les han asignado nombres diferentes. Rondelet y Belon hablaron de ellos casi á un mismo tiempo, presentando diseños que nadie podría adivinar que pertenecían á un mismo género, ni siquiera á una misma especie, sin embargo de que asi era en efecto.

El falx benetorum de Belon, de que Gouan compuso en 1770 su género Traquiptero, adoptado en seguida por Forster, por Bloch, y que posteriormente se ha convertido en el Cepola trachyptera de Gmelin, no se diferencia del tenia altera de Rondelet, sino en estar el primero representado con el hocico extendido, en tener todavía completas sus ventrales y caudal, y en haber exagerado los tubérculos de su ülo ventral.

Puede también creerse que el taenia prima del mismo autor, convertida en el cepola tenia de Linneo, es también un gimnetro, privado como suele suceder casi siempre de sus aletas ventrales.

No pudiendo Linneo formarse una idea exacta de los caracteres distintivos de estos peces con arreglo á las incompletas descripciones que habian dejado los anteriores naturalistas, se desentendió de ellos en su Sistema natural, y sus discípulos se fueron paulatinamente olvidando de su existencia ; de manera que cuando tuvieron ocasión de ver algunas de sus especies no descritas, les impusieron nuevas denominaciones.

Asi lo hicieron Olafsen, Powelsen y Brünich, á quien siguió Bloch estableciendo su género bogmarus y su especie de bogmarus islandicus.

Habiendo tenido ocasión Mr. Risso, al publicar la primera edición de sus obras de ver un traquiptero que conservaba sus ventrales, y no habia perdido mas que su alta aleta de la nuca, lo consideró como un gimnetro, y lo denominó gimnetro cepediano, pero el diseño que presentó de este pez , aunque en realidad era superior á los anteriormente publicados, carecía de exactitud por lo tocante á la caudal. En la segunda edición , el mismo autor añadió otra especie, denominándola longiradiatus, y de la cual se hablará en esta historia entre los gimnetros: en seguida á continuación de estos colocó un bogmaro, al cual dio el nombre de bogmaro de Aristóteles, y que en concepto de Valenciennes y de los naturalistas del Norte, no es mas que un traquiptero privado de sus ventrales, y de la aleta de la cola.

El individuo observado por Gouan, y que sirvió de base á la descripción genérica de su traquiptero, conservaba al parecer sus ventrales y su caudal; pero carecía de la aleta de la nuca: asi por lo menos puede presumirse de la circunstancia de 110 haber hecho mérito de ella en su descripción , que por otra parte es muy exacta.

Otro tanto debió suceder á Mr. Ralinesque al des-

cribir y dibujar su arqyctius qiindrimaeulatus, que luego le sirvió para establecer su vigésimo tercio ór->-den igimnclridi, los gimnetros, dejando á pesar de eso en su vigésimo segando el cepola tracliypíera de Linneo.

El difunto Mr. Bonnelli fue entre todos los naturalistas , el que tuvo ocasión de ver uno de estos peces en el estado mas cercauo á su perfección.

No se ocultó á Mr. Valenciennes que muchos naturalistas considerarían como una extraña paradoja el que sostuviera que el trachyptcrus cristatus, no se diferencia genéricamente del epidermus maculatus, del cepola trachyptera , del aryyetius quadrimacu-lalus, del gimnetro cepediano, ni del gymnogasetr arclicus, dependiendo únicamente eslas denomina-" ciónos del diverso estado de conservación en que se hallaban los individuos observados; pero ocurrió el continuador de esta historia á semejante observación, diciendo que su opinión se fundaba en una serie de investigaciones practicadas sobre individuos que había tenido á la vista, todos de diversas dimensiones, y entre los cuales no podía menos de ver una semejanza fundamental al través de las diversas modificaciones que su estado de conservación parecía imprimirles. Esa misma afinidad fundamental aseguró haber observado entre el regalecus glerne de Ascanius, (gymne-trus remipes de Bloch), y el gymnetrusgryliü de Liniiroth, etc.

Efectivamente, la separación de los gimnetros y traquípteros, no está basada sino en la composición de las ventrales, y en la armadura de la línea lateral.

Podrán esas aparentes diferencias, tan extraordinarias como las que se han observado en esas numerosas descripciones explicarse, cuando se tendrá conocimiento de la singular organización de los peces que constituyen su objeto.

Su esqueleto aunque libroso, es en todas sus partes tan tierno como el de un cicloptero; los huesos de su cabeza apenas tienen mas consistencia que el cartón mojado; sus vértebras están adheridas tan débilmente entre sí, que el cuerpo se quiebra meramente por los esfuerzos del individuo, como el de ún ofisau-ro, ó como la cola de un lagarto. Sus largos radios, particularmente en la primera edad, se rompen como abujetas de cristal; su carne es tan blanda que bastan algunas horas para descomponerla, y hasta es muy difícil que su cuerpo se conserve entero en el espíritu de vino. Nada pues tiene de extraño que un pez que no os muy superior por lo relativo á solidez á un molusco pierda por la edad, y por el inlinito número de accidentes á que el género de vida le expone, esos ornamentos exuberantes y débiles que le distinguen en los primeros momentos de su existencia.

Casi todos los peces gastan con la edad sus aletas, de manera que aquellos que en un principio las tuvieron muy prolongadas ó tenues, las presentan obtusas ó truncadas al llegar á viejos. Asi se ha demostrado al hablar de los lampris y de los zeos lema.

Los traquípteros no merecen ningún aprecio como alimento. Bellon dice que en algunos puntos de Italia, les dan el nombre de pesce-colla, pez cola porque de cualquiera modo que lo condimenten siempre conserva sabor á esa materia.

Rondelet habla mas ventajosamente de sus tenia, comparándolas al lenguado ; pero es de presumir que fundó este aserto reliriéndose á los autores antiguos, como si estuviera seguro que era de esta especie de la que ellos habian tratado ; por eso de allí á poco añade que su carne es dura, glutinosa y mal sana. No puede en realidad afirmarse que esos peces corresponden á los tenia de los antiguos. Aristóteles no dijo de los tcenia, sino que 110 tienen mas que dos aletas como las anguilas y los mugues del lago Sipaü , lo cual signífica que carecen de ventrales, pues aquel naturalista n0 daba el nombre de aletas sino á las pares. Esto rigu_