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GENEL O LLAGATES.
(Cuvier.)
Hay en los mares de la zona tórrida, peces bastante parecidos á los.naucrates por sus espinas libres del dorso, y por otros detalles; pero que carecen absolutamente de quilla en la cola , de espinas de la anal, y por último, la cabeza está horizontal-mente aplomada, en vez de ser lateralmente enm primida. Cuvier para designar este género, se valió de la palabra elacntc ó elacatene, que entre los griegos designaba un pez de la familia de los atunes, ó una de las preparaciones que del atún hacían.
GENERO LICHIA.
(Cuvier.)
Los lichias tienen el cuerpo oblongo, comprimido, sin quilla lateral ni crestas salientes en los lados de la cola. En vez de primeras aletas tienen como los centronotos espinas que pueden moverse aisladamente sin estar cada cual retenida por una pequeña membrana particular: delante de la primera y mas ó menos oculta bajo la piel presentan una espi na fija, dirigida hacia adelante que pertenece á un interespinoso. Dos espinas libres, semejantes á las que re'presentan la primera dorsal, están situadas detrás del ano y forman una especie de primera anal.
En el Mediterráneo existen tres especies de estos peces que Rondelet ha perfectamente caracterizado bajo el nombre genérico de glaucus, pero su historia y sinonimia están completamente embrolladas entre los modernos.
La mayor y mas fácil de distinguir por su curvatura en esta forma en de su linea lateral es la que él dice que se denomina liche en Provenza, Pelamidr ó Vadigo en Monpeller y Stella en Roma.
Las otras dos tienen la línea lateral casi derecha; pero una de ellas que es la primera de Rondelet y que según él es el Derbio de Monpeller, el liche y la cabrolle de Provenza y el lechia de los romanos, tiene dientes aterciopelados y una gran mancha negra en la dorsal y en la anal: esta especie es la que Belon parece haber descrito bajo el nombre de Lampugc de los Marselleses.
La tercera, que es también la tercera de Rondelet, y única que este autor ha descrito pero sin darle nombre, tiene los dientes cónicos puntiagudos y colocados en una sola fila.
Estas designaciones están como se verá en le sucesivo enteramente conformes con la naturaleza.
Willughby es el primero que introdujo el desorden en una historia tan bien principiada. No conoció ese observador mas que dos especies de lichias.
Artedi, siguiendo como de costumbre los pasos de Willughby, admitió las dos especies y luego se fue cada vez mas, aumentando el desorden por las clasificaciones de Bloch, de Lacépéde y Mr. Risso, que á pesar de haber sido el único que conoció bien desde Rondelet las tres especies del Mediterráneo, y describió exactamente sus colores, contó mal las espinas de sus primeras dorsales, y no supo hallar sus verdaderas denominaciones ni en Rondelet, ni en Lacépéde, Esta circunstancia demuestra el desorden en que todavía se encuentran algunas partes de la historia natural , que habría sido fácil disipar consultando á la naturaleza, y cuya oscuridad no ha cesado de aumentarse por haber seguido las huellas de ajenos trabajos, sin examinarlas con aquel espíritu de crítica indispensable para lograr buenos resultados, pues conviene tener presente que todas esas divergencias
ta distancia del tiburón y que nadan con bastante , rapidez en todos sentidos para estar seguros de evi- ' tarlo. Si se les arroja del buque algún alimento se apoderan de él y se separan del buque y del tiburón , cuya circunstancia no deja duda acerca del objeto que los atraía.
Puede , sin embargo , verse la narración que Mr. Geoffroy, en su Memoria sobre el afecto mutuo de algunos animales, hace de una circunstancia en la que dos naucrates parecieron empeñarse en atraer con grandes esfuerzos y movimientos cierto tiburón hacia un cebo. Admitiendo que aquellos peces hubiesen ejercido sobre el tiburón toda la influencia que el autor quiere suponerles, atendiendo al mal servicio que le hicieron, mas les habría convenido el nombre de traidores, que el de guias ó conductores.
Déjanse , pues, los naucrates conducir á largas distancias por el afán que tienen de seguir las embarcaciones. Dutertre supone haber visto uno de ellos que acompañó su nave mas de quinientas leguas.
Pero no es únicamente al pez de que nos estamos ocupando al que se han atribuido el nombre y las costumbres de piioto: hemos visto ya que el remora ha sido confundido algunas veces con él.
En la Jamaica daban el nombre depilot fisch, según Sloane á su faber marinus ferc quadratus, etc., que es el chstodon faber.
El naucrates tal como Mr. Cuvier lo vid procedente de Marsella, de Genova y de Ñapóles, tiene en su conjunto poco mas ó menos la configuración de un escombro.
Existe casi en todas las aguas del Mediterráneo. Es el denominado frinfre de los marineros provenza-les y el fanfré di los de Niza: el fanfaru de los sicilianos y el naucrates fanfaro de Rafinesque, y si este naturalista creyó que su fanfaro era diverso del naucrates común , no fue sino por haber juzgado de este último, en vista de malos diseños. En Messina donde por octubre se cogen en abundancia lo llaman pámpana.
Dice Brunnich que el naucrates ductor es muy raro en Marsella y que solo alguna vez aparece en sus aguas atraído por algún buque; por el contrario en Niza . según Mr. Risso no suelen pescarlo mas que en setiembre.
Laroche no lo enumera entre los que vio en Iviza; pero precisamente cerca de esta isla fue donde se cogió el que sirvió á Hasselquist para su descripción. La especie del naucrates se halla propagada también por el océano Atlántico, pues Osbeck lo describió cerca del Ecuador, y Daldorf mas hacia el Mediodía, con el nombre de gasteroiteus antecesor. Suele llegar hasta el Canal de la Mancha. Cerca de Cayeux se cogieron dos individuos en junio de 1831 y otros dos por febrero en Plimouth. Estos últimos venian siguiendo á un barco procedente de Alejandría.
Podría decirse que va mucho mas lejos si como Bloch y Lacépéde se creyera que se refieren al naucrates ducter los diseños de Nienhof y de Lebrun, hechos en el mar de Indias, y los de Plumier, de Pernetty y Duhamel hechos en las costas de América y en las Antillas.
Pero nótase demasiado descuido en esos diseños para poderse inferir ni la identidad, ni la diversidad de la especie.
Por lo demás nada de extraño habría en que un pez que con tal perseverancia va en pos de las naves, se estableciera por último en sitios muy distantes de aquellos en que nació, y puede con toda verdad decirse que los naucrates dé los mares extranjeros que se han observado, no se diferencian sino en muy pequeños pormenores de los de nuestras aguas.