Autor: Francisco Javier Mendivil Navarro Fecha: 21 de febrero de 2022 última revisión
casi dos tercios de la longitud total de la cabeza. El ángulo facial tiene casi sesenta grados, y las órbitas anchas y profundas, son además notables en los individuos viejos por una especie de cresta existente en la porción superior y en la porción externa de su circunferencia. La mandíbula inferior es bastante alta y sus ramas son ancha, aunque mucho menos que en los Ahulladores. La abertura anterior de las fosas nasales es de forma ovalada; siendo de notar que una parte de su perímetro está formado por las apófisis ascendentes de los huesos maxilares, y que no suben los intermaxilares hasta los huesos de la nariz, ni se articulan con ellos según se verifica en la mayor parte de los Monos y particularmente en los Ahulladores, los Lagotriches y los Sajúes. Todos estos caracteres se han comprobado en muchos individuos, y se han hallado constantemente en todos los cráneos examinados, escepto en uno solo perteneciente á un macho casi adulto del Áteles pentadactylus, en el que se ha observado la anomalía de existir siete molares al lado derecho de una y otra mandíbula. Mas adelante veremos que Mr. Geoffroy Saint-Hilaire ha notado ya en un Sajú muy viejo semejante escepcion á uno de los caracteres mas generales que se encuentra no solo en los cinco géneros del grupo de los Helopitecos, sino también en los Geopitecos. En fin, para terminar lo que concierne al sistema óseo, diremos que las vértebras de la cola son en número de mas de treinta, y que forman mas de la mitad del número total: que están, principalmente las primeras, herizadas de numerosas y fuertes apófisis; que los huesos largos de los miembros son al contrario delgados, y no presentan sobre sú cuerpo ni crestas ni asperezas; de lo cual la ley del equilibrio de los órganos da bastante esplicacion si se considera su extremo desarrollo en longitud; en fin, que las falanges son corvas, con su convexidad hacia arriba, lo que es una relación mas y muy notable con los géneros Orangs y Gibon. El hyoides se parece también al de un gran número de Monos del antiguo continente, como son los Guenos y los Cinocéfalos y su cuerpo es como una lámina muy extendida de alto á bajo, y encorvada sobre sí misma de adelante hacia atrás, disposición análoga aunque en pequeño á la que caracteriza de una manera tan notable los Ahulladores. Por último, esta relación anatómica, aunque muy real, no trae consigo semejanza alguna en la voz. La de los Áteles, así como la de los géneros siguientes, es ordinariamente una especie de silbido suave y aflautado, que recuerda el gorgeo de los pájaros.
Pasemos ahora al examen de algunos caracteres que distinguen con mas precisión los Áteles de los Lagotriches. Sus dientes molares son en las dos mandíbulas pequeños y de corona irregularmente redonda; pero lo que particularmente se debe notar es, que los dientes incisivos superiores son de un tamaño muy desigual, siendo los del par medio mucho mas largos y anchos que los dos externos. Los dientes inferiores, formados casi en semicírculo lo mismo que los superiores, son al contrario iguales entre sí, y bastante grandes para esceder notablemente en volumen á ios molares. Las uñas son largas y acanaladas como en casi lodos los Monos, y su forma viene á ser casi semi-cilíndrica. Las orejas son grandes y desnudas. Las ventanas de la nariz de forma prolongada, y dispuestas como entre los Ahulladores están bastante separadas unadeotra y colocadas exactamente sobre los lados de la nariz. Se ha dicho ya y conviene recordar aquí, que las aberturas óseas que las corresponden son de forma oval y circunscrita en una porción de su contorno por las opólisis sobresalientes de los huesos maxilares. El clítoris es escesivamente voluminoso y tiene hasta mas de dos pulgadas de longitud, por lo que con frecuencia se suelen tener algunas hembras por machos: su estructura nada ofrece de particular, y está desnudo como de ordinario acontece. Las partes del cuerpo de la cola próximas á los órganos sexuales, no ofrecen igualmente nada de particular y son mas ó menos velludas. La cola, mucho mas larga que el cuerpo, está desnuda por debajo en su último tercio; y en fin, la naturaleza y la disposición del pelo ofrecen caracteres que no debemos omitir, porque permiten distinguir á primera vista y antes de todo examen, los Áteles de los géneros que les siguen. El pelo es sedoso y generalmente largo como entre los Ahulladores: sin embargo, como también sucede en estos últimos, la frente está cubierta de pelos cortos que se dirigen á lo menos en parte, de delante hacia atrás, al contrario de todos los demás de la cabeza que son muy largos y se inclinan de atrás hacia adelante, de donde resulta en el punto de reunión de unos y otros, una especie de cresta ó de tupé mas ó menos pronunciado, cuya disposición varía según las especies.
Son generalmente los Áteles tan apacibles, tímidos, melancólicos, perezosos y lentos en sus movimientos, que parece que siempre están como enfermos y afligidos; pero no obstante, cuando es necesario, saben ostentar mucha agilidad, y salvan á saltos grandes distancias. Viven en cuadrillas en las ramas altas de los árboles, y principalmente se alimentan de frutas: se asegura que también comen raíces, insectos, moluscos y peces pequeños, y que van á pescar ostras cuando la marea está baja, quebrando las conchas entre dos piedras. Dampier, á quien debemos la noticia de este hecho, como también Acosta, refieren además algunas otras particularidades propías para darnos una alta idea de la inteligencia y destreza de estos animales. Afirman que cuando los Áteles quieren cruzar un rio ó trasladarse sin bajar á tierra á un árbol muy distante para poder llegar de un salto, se enlazan unos á otros por la cola, y forman así una especie de cadena que ponen en movimiento y hacen oscilar, hasta que el último de ellos puede asirse al extremo del objeto á que se dirigen, fijarse en una rama y tirar hacia sí todos los demás. Su cola, además dé la función de asegurar la estación agarrándose á alguna rama, se emplea en usos muy varios, pues se sirven de ella para apoderarse de algunos objetos distantes sin mover su cuerpo, y muchas veces aun sin mover los ojos, lo que supone que la callosidad goza de un tacto tan delicado, que hace inútil en ciertas ocasiones el auxilio de la vista. Algunas veces se envuelven en su cola para libertarse del frió á que son muy sensibles, ó bien la rodean al cuerpo de otro individuo. Por último, diremos que jamás se ha visto á ninguna especie servirse de ella para llevar á la boca el alimento, según la costumbre, que los viajeros atribuyen á los Áteles. Este género, esparcido por una gran parte de la América del Sud, comprende hoy bastante gran número de especies, todas muy próximas unas á otras, y aun parecidas la mayor parte por los colores de su pelo. Seria sin duda romper de un modo muy perjudicial las relaciones naturales, el separar genéricamente las especies que tienen en las manos un rudimento de pulgar, de las que se acostumbra designar como tefradáctilas ó de cuatro dedos. Ya hemos dicho que el pulgar existe rudimentario en estas como en aquellas; de modo que ya esté oculto enteramente bajo de la piel, ó ya manifieste su extremidad á lo exterior, es una circunstancia que no puede tener influjo alguno sobre los hábitos de un animal, y por consecuencia es un carácter sin ningún valor genérico. Por esta razón, no creemos deber adoptar el género de pulgar corto, brachüeles, propuesto por Spix en su ya citada obra sobre los Monos del Brasil: porque este género
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