Naturaleza de Aragón > Los tres Reinos de la Naturaleza > Tomo 1
Autor: Francisco Javier Mendivil Navarro Fecha: 6 de junio de 2024 última revisión
cola diez, y los miembros posteriores ocho. Su cara es negra, y pelos blancos muy cortos revisten su frente, las partes laterales del cuello y la garganta. En el reborde de las orejas y en el colodrillo tienen origen unos pelos muy largos y rectos de un negro intenso; algunos de color rojizo circundan el ano; en general es enteramente negro, ligeramente interpolado de blanquizco, lo que procede de que los pelos, negros en sus puntas, son blancos en la base. La cola es morena y salpicada de blanco bastante claro en su extremidad. Solamente se sabe que vive en la América meridional.
Proporcionado y gracioso en sus formas, con un pelo brillante que recuerda en miniatura algunos caracteres del León, el Marikina es uno de los seres á quienes la naturaleza ha dotado de mas prendas de gallardía y de gentileza. Este pequeño Mono, adorno de las selvas del Brasil, en ninguna parte abunda mas que en las cercanías de Rio-Janeiro y de Cabo Frío; es el Sahui vermelho de los brasileños, y el Monoleon de los viajeros de Europa.
El tamaño ordinario del Marikina es de cerca de siete pulgadas y seis líneas, mientras que la longitud de la cola es de diez pulgadas: su pelo es notable por la delicadeza de las hebras sedosas que le componen, las que mucho mas largas en la cabeza y en el cuello, imitan bastante bien en estas partes una melena que no carece de analogía con la del León. El color general del cuerpo es de un hermoso amarillo claro, rubio dorado en la melena, y mas apagado en el espinazo, en los muslos, en el origen de la cola y en el bajo vientre. La superficie de la cola está por todas partes cubierta de pelos iguales y no se termina en mechón. Su rostro es ancho, algo saliente de color de carne lívida, así como las partes desnudas de las manos. Los pelos de la frente nacen de los arcos superciliares; al principio son muy cortos y se prolongan al nivel, poco mas ó menos de las suturas coronales. El pabellón de la oreja es redondo, rebordado solo hacia arriba, sin terminarse abajo por un lóbulo y oculto en parte debajo de la melena.
Algunas veces los colores del Marikina alternan entre rojo y negruzco, otras también el rojo del pelo afecta hermosas tintas doradas; pero se ha observado que este amarillo se desvirtúa después de la muerte, y se torna pálido, lo que hace suponer que los Marikinas al paso que envejecen van encaneciendo.
Estos Monos viven difícilmente en Europa; los que se introducen en esta parte del mundo sufren mucho con las variaciones de temperatura: exigen repetidos cuidados de aseo y espenmentan el mayor disgusto cuando se les deja envueltos en inmundicias. Sus alimentos favoritos son los insectos y las frutas dulces, pero tampoco desprecian la leche y las golosinas. En cautividad, estos animales tratan de ocultarse luego que oyen el menor ruido, y por medio de un pequeño grito prolongado espresan su temor. El individuo observado por Mr. Federico Cuvier se complacía en recibir caricias, sin pensar en devolverlas, y aunque manifestaba afecto á las personas familiares, no por eso deponía jamás su desconfianza. Sus antipatías se manifestaban por el anhelo de morder, aunque esto no era mas que un vano simulacro; y muchas veces por medio de un silbido prolongado en tono suave pero alto, denotaba su tedio ó su tristeza. Tomaba los alimentos, ya con las manos, ya con la boca, y bebia á sorbos. Después de alimentado se avalanzaba á la parte mas alta de su jaula, que parecia ser su sitio predilecto, y entonces todos sus movimientos eran ágiles y repentinos. Según Buffon, la hembra no tiene evacuación periódica.
El Leoncito de Mocoa ó el pequeño León de los criollos portugueses del Orinoco, es un graciosísimo Tamarinó descrito por Mr. Humboldt. Su cuerpo es de seis á siete pulgadas de largo, y la cola tiene la misma dimensión. Su pelo es aceitunado y una melena del mismo color adorna su cabeza y cuello. Su rostro es negro, pero una mancha blanca azulada se dibuja en su boca y sube hasta las ventanas de la nariz. Las orejas están muy desarrolladas, cubiertas de pelo, de forma triangular, muy separadas una de otra y arrolladas en su extremidad superior. Algunas líneas ligeras de un blanco amarillo se dibujan en el espinazo: la cola terminada en un mechón, es negra por encima y oscura por debajo. Las manos y los pies carecen de pelo y son de color negro intenso, así como las uñas. «El Leoncito, dice Mr. de Humbold, es muy raro, aun en su país natal. Habita las fértiles márgenes del Putumayo y del Caqueta. Jamás llega á las regiones templadas. Es uno de los Monos mas pequeños y mas elegantes que existen; es alegre y juguetón, pero como la mayor parte de los animales pequeños, muy irascible. Cuando se incomoda, eriza los pelos de la garganta, lo que aumenta su semejanza con el León africano. Solo he podido ver dos individuos de esta especie tan rara, y eran los primeros que se habian llevado vivos al Oeste, de la Cordillera. Estaban en una jaula, y eran tan rápidos sus movimientos y tan continuos, que tuve mucha dificultad para dibujarlos. Me aseguraron que en las cabañas de los indios de Mocoa, el Leoncito se multiplica en estado de domesticidad.»
El Pinche es del tamaño del Tamarinó, tiene cerca de nueve pulgadas de largo sin contar la cola que es de unas diez y ocho. Su pelo es sedoso, bastante | largo, particularmente en la cabeza, donde forma una melena que cae hacia atrás y que aparece con la, mayor claridad, porque su color blanco resalta sobre las tintas negras del rostro y oscuras de las partes superiores del espinazo, hijares y brazos. Este color pardo, tira á rojizo en las nalgas y los muslos, extendiéndose sobre la primera mitad de la cola, que es negra en el resto de su extensión. Todo lo que está debajo del cuerpo, brazos y piernas, así cómo las manos, son de un blanco puro. Las uñas son amarillentas.
Las orejas del Pinche son bastante anchas, enteramente desnudas, de color negro fuliginoso, así como la cara y las palmas de las manos.
«Los individuos que he visto, dice Mr. Cuvier, pasaban el dia durmiendo echados en la parte mas oscura de su jaula, y no se movían sino para deponer sus escrementos; pero luego que llegaba el crepúsculo, recobraban toda su actividad, y entonces era cuando comian: al aparecer el alba, volvían al rincón que habian escogido para ocultarse, de donde no podia sacárseles fácilmente. Cuando sufrían alguna contradicción ó esperimentaban alguna necesidad, daban un pequeño silbido, suave y poco prolongado. Se decía que los habian traído á Burdeos en un buque procedente del Perú.»
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