Naturaleza de Aragón > Los tres Reinos de la Naturaleza > Tomo 1
Autor: Francisco Javier Mendivil Navarro Fecha: 6 de junio de 2024 última revisión
Las especies de esta familia son las que presenta el hueso hióides, el hígado y el intestino ciego muy semejantes á los del Hombre. Tienen el hocico muy salido; treinta y dos dientes (cuatro incisivos verticales en cada, mandíbula, dos largos colmillos que se alojan en una cavidad de la mandíbula opuesta, y diez molares terminados en tubérculos romos); uñas complanadas, y carecen de cola.
Las hembras padecen la afección periódica de las mujeres.
En sus movimientos se advierte cierta gravedad que contrasta con la caprichosa ligereza y petulancia de los demás cuadrumanos.
Siendo las especies de esta familia las mas parecidas al Hombre, creemos deber colocar aquí una cuestión muy importante y debatida, cual es la
«Gustamos tanto, decia Allamand, de conocer los detalles de las acciones de un animal que imita tan bien las nuestras, que algunas veces nos hallamos v dispuestos á concederles una inteligencia superior á la de los demás irracionales, á pesar de que todo lo que en él admiramos es una consecuencia de la forma de su cuerpo y particularmente de sus manos, de las que se sirve con tanta facilidad como nosotros. Sin embargo, si el Perro tuviera manos y pudiera tenerse en pié nos parecería mucho mas inteligente que el Mono.
Todos los naturalistas están de acuerdo en cuanto al puesto que deben ocupar los Monos en los cuadros zoológicos. La superior organización de estos animales los coloca inmediatamente al lado del Hombre; pero, oponiéndose a las clasificaciones generalmente admitidas, hay algunos que acercan la distancia que separa al Hombre de los Monos, formando, del Kimpezci y el Orangután, una familia intermediaria con el nombre de antropomorfos (de formas humanas), y considerándola como el anulo entre el Hombre y los verdaderos Monos.
Otros quieren que el Kimpezei y el Orangután sean comprendidos con los bimanos en una misma familia. Esta herejia, propagada particularmente por M.Bory de Saint-Vincent, ha sido mirada como ridicula por los sabios, y no han querida tomarse el trabajo de refutar una doctrina, no apoyada en ninguna observación exacta, ni en hecho alguno concluyente. Es necesario, sin embargo, combatirla, tanto mas, cuanto que ha sido presentada bajó las mas favorables formas á un sin número de lectores, estraños la mayor parte á las ciencias naturales, y á quienes el sello de convicion que Bory ha sabido imprimir en sus escritos pudiera seducir con facilidad. Si á eso se añade un estilo persuasivo por su familiaridad, dogmático aunque sencillo, y de una lógica inflexible al parecer, será preciso convenir en que no es necesario tanto para dar al error las apariencias de la realidad.
Pero mucho tiempo hace que no queda duda alguna acerca de esto; lo demostraremos presentando los sofismas de los naturalistas que se dicen filósofos, al lado de las observaciones de los filósofos que realmente son naturalistas el asuto es bastante interesante y digno de que le consagremos algún espacio. El ingenió seduce muchas yecos; mas, para establecer una escuela, es necesario algo mas.
Admitiré con este naturalista, dice Chenu, que si los Orangutanes no se elevan á la altura de los hombres de genio, son si superiores en muchos conceptos á la casi totalidad de los demás animales. Sin embargo, su inteligencia y su educabilidad tienen mas de aparentes que de reales y duraderas, y lá analogía de las formas ha hecho suponer muchas veces sin razón la de la inteligencia. J. J. Rousseau dice no sé donde, que si la imaginación toma la delantera, la razón no se apresura á seguirla y la deja marchar sola: esto es, sin duda, lo que le ha sucedido á M. Bory de Saint-Vincent, como será fácil convencerse de ello.
Los Monos, y sobre todo los que se aproximan mas al Hombre, no son en realidad mas que un conjunto grosero de formas humanas, á pesar de su inteligencia supuesta ó aparente, les falta el principal atributo que constituye por sí solo el carácter de la humanidad, carácter que se encuentra tal vez menos, como se ha dicho muy bien, en las formas orgánicas, que en las facultades superiores á estas formas.
La organización dé los monos Chimpancés, Orangutanes y Gibónos se acerca evidentemente mucho a la del Hombre; pero, aunque estas especies se tengan algunas veces en pié, su postura mal desarrollada nos presenta un cuadrúpedo que necesita de hacer un esfuerzo para sostenerse sobre sus piernas.
Esta observación tan verdadera de Lacépéde está perfectamente conforme con la no menos exacta de Büffon, quien habia ya reconocido en el Orangután que la lengua y todos los órganos de la voz son los mismos que en el Hombre y sin embargo no habla, y que su cerebro tiene absolutamente la misma forma de idénticas proporciones, y á pesar de esto no piensa. ¿Hay una prueba mas evidente, añade el sabio pintor de la naturaleza, de que la materia sola, aunque, se halle perfectamente organizada, no puede producir ni el pensamiento, ni la palabra, que es su espresion, á menos que un principio superior no la anime.
Una disposición anatómica casi idéntica, independiente de la inteligencia, que aun existiendo, no sería favorecida, ni fecundizada por la palabra y el raciocinio, permite evidentemente á los Monos imitar ciertos movimientos del Hombre: puede enseñárseles á obedecer la voz, pero muchos animales de órdenes inferiores gozan del mismo privilegio, sin que esto baya dado jamás lugar á querer compararlos á los bimanos. En efecto los resultados obtenidos prueban la educabilidad de ciertas especies, al mismo tiempo que la carencia de espontaneidad y de intención pensada de su parto. Nunca se le a visto á los Monos matarse entre sí por el triunfo de una idea, y sí por la satisfacción de una necesidad material, ó solamente por el instinto de destrucción que tan pronunciado se halla en el Hombre y particularmente en el niño; y es evidente que si, gracias á una educación conseguida á garrotazos, los Monos, los Perros, y otros animales aprenden á saltar alternativamente por el rey, ó por la república, la idea no nace seguramente de ellos los hombres se entregan espontáneamente á estos variados ejercicios sin que sea necesario enseñarles; pero, esta particularidad es de ningún valor, porque, bajo este punto de vista el Hombre es casi tan caprichoso, tan variable como el Mono.
«Las relaciones de los Orangos con el Hombre son
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