Naturaleza de Aragón > Los tres Reinos de la Naturaleza > Tomo 1
Autor: Francisco Javier Mendivil Navarro Fecha: 6 de junio de 2024 última revisión
Presenta la frente declive y el hocico prominente; las orejas largas y oblongas, terminan en punta en su parte superior; son de un negro intenso así como la cara; los párpados superiores por su color blanco dan á este Guenon una fisonomía singular cuando se bajan; los pelos de encima de la cabeza, un poco mas largos que los de las otras partes, están teñidos de color castaña muy vivo; una banda de pelos blancos nace en las mejillas, sé extiende hasta las orejas, y circuye la nuca y la parte posterior del cuello, volviendo á bajar un poco sóbrelas espaldas: densas patillas de un gris bastante pronunciado cortan oblicuamente la cara por bajo de la oreja, mientras que la parle inferior del cuello y de la barbilla es de un gris claro color de pizarra, así como el cuerpo, las regiones externas de los miembros, el espinazo y la cola: las palmas de las manos y las plantas de los pies son negruzcas: la mayor dimensión á que llega este Mono, es de diez y ocho pulgadas.
El Mangabey con collar espresa sus sensaciones contrayendo los labios y mostrando los dientes; sus costumbres nada tienen de notables; y en la época de los zelos se estanca la sangre alrededor de los órganos generadores, haciéndoles adquirir dimensiones exageradas. Se le da por patria la Abisinia; pero Cuvier opina que procede de la costa occidental de África al Sud de Cabo Verde.
Lo que le distingue á primera vista de los Calitriches, es su escroto color de cielo, rodeado de pelos blancos. Tiene comunmente diez y siete ó diez y ocho pulgadas de longitud, y un pié de altura. Es una de las especies mas vigorosamente constituidas y de las mas robustas. Su voluminosa cabeza termina en un hocico redondo prominente, perfectamente negro: el ámbito de los ojos es de color de carne lívida; sus orejas redondas, anchas y morenas, están abundantemente pobladas de pelos espesos que descienden sobre las mejillas y bajo la barbilla en largas y compactas patillas de un blanco puro; las manos y los pies son negros; las callosidades y el ámbito del ano, son de un encarnado vivo en la época de los zelos; el escroto está muy desarrollado, y es de color azul; las hembras tienen sus partes naturales muy poco abiertas, provistas de un pequeño clítoris, y están sometidas al flujo menstrual. Las hebras que componen el pelo del Malbrouck, están mezcladas de amarillo y de negro, lo que da á las partes superiores un tinte gris-verde característico, mientras que los pelos de las regiones inferiores é internas son blancos: además, la cola es en toda su longitud de un matiz gris pronunciado, así como los antebrazos y las piernas hasta las articulaciones de los carpos y de los tarsos.
Precipitado y maravillosamente ágil en todos sus movimientos, el Malbrouck puede dar muchas vueltas en el aire con vigoroso impulso. Su grito, al menos el que se le ha podido oir, se reduce á un sonido desagradable y débil, ó mas bien á un gruñido ronco. De joven, su docilidad es bastante grande; adulto, al contrario, llega á hacerse maligno, poco tratable, y de una circunspección difícil de engañar; circunspección que le hace disimular su venganza cuando no cree oportuno el momento, y lanzarse sobre los que se le acercan de improviso y por detrás, cuando se presentan probabilidades de impunidad. Irascible, enemigo de toda coacción, el Malbrouck no tarda en sucumbir cuando la cautividad ha puesto freno á su índole antojadiza; pero la privación de la libertad equivale para él á la muerte. Solo las hembras, mas irresolutas, mas tímidas, se someten al yugo; y entre los Monos como en la especie humana, este sexo parece haber sido criado por el sentimiento de su propia debilidad, para sufrir con dulzura la autoridad que la fuerza, cualquiera que sea, se ha abrogado sobre él. Vive en Cap-Coast en la costa occidental de África.
«Estos animales, dicen los viajeros, roban las frutas, y con especialidad las cañas de azúcar: uno de ellos está de centinela sobre un árbol, mientras los otros se cargan el botin: si divisa á alguno, grita con voz clara y distinta hup, hup, hup, y al instante arrojan todas las cañas que tenian en la mano izquierda y huyen corriendo con ¡as otras tres; y si los persiguen con viveza, arrojan también lo que tenian en la mano derecha, y se salvan trepando á los árboles, que son su domicilio ordinario: saltando de uno á otro; y aun las hembras cargadas de sus hijos, que los tienen abrazados estrechamente, saltan también como los machos, pero á veces caen en tierra. Estos animales no se amansan sino á medias; es preciso tenerlos siempre encadenados: se reproducen en su estado de servidumbre; y aun para producir en su país es necesario que estén en libertad en sus bosques. Cuando las frutas y las plantas jugosas les faltan comen insectos, y á veces bajan á las márgenes de los ríos ó á las orillas del mar á coger peces ó cangrejos: ponen la cola entre las pinzas del Cangrejo, y cuando este la aprieta ellos la retiran de pronto, y con ella el Cangrejo para comerle á su satisfacción: cogen los cocos, y saben muy bien sacar de ellos el licor para beberle y la almendra para comerla; y también beben el zari que destila por medio de las bam-bochas que espresamente se colocan en la cima de los árboles para atraer el licor, valiéndose estos Monos de la ocasión. Cógeseles por medio de los cocos, en los cuales se hace un pequeño agujero en que entran la mano con trabajo por ser estrecha la abertura, y las gentes que están en acecho los toman antes que hayan podido sacarla. En las provincias de la India, habitadas por Bracmanes, que como nadie ignora, conservan cuidadosamente la vida de todos los animales, los Monos son aun mas respetados que todos los demás, y por lo mismo su número es inmenso: vienen en tropas á las ciudades y villas, y entran en las casas libremente y á toda bofa, de suerte que los que venden comestibles, y con especialidad frutas, legumbres, etc. tienen mucho trabajo en conservarlas. En Amadabad, capital de Guzarate, hay dos ó tres hospitales para animales, en los cuales se sustenta á los Monos estropeados, á los que se hallan inválidos, y aun á los que sin estar enfermos quieren subsistir en ellos. Dos veces por semana los Monos de los contornos de aquella ciudad acuden por sí mismos y todos juntos á las calles, y luego suben a las casas, que tienen cada una su azotea, en que se duerme durante los grandes calores. En estos dos dias se tiene gran cuidado de poner en las azoteas arroz, maíz, caña de azúcar en la estación, y otras cosas semejantes, pues si por casualidad los Monos no hallasen su provisión en dichas azoteas, romperían las tejas de que está cubierto lo restante de la casa, y harían un grande estrago. No comen nada sin olerlo antes muy bien, y cuando están hartos, llenan las bolsas de sus carrillos para el dia siguiente. Las aves no pueden anidar en los árboles, en los parajes en que hay muchos Monos, porque estos destruyen siempre los nidos y echan los huevos á tierra.
Sus enemigos mas temibles no son los Tigres ni demás fieras, de quienes se libran fácilmente por su ligereza y por la elección de su domicilio en las cimas
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