Naturaleza de Aragón > Los tres Reinos de la Naturaleza > Tomo 1
Autor: Francisco Javier Mendivil Navarro Fecha: 6 de junio de 2024 última revisión
limitado de sus concepciones y de su sensibilidad no los prive sino de miserias, sin quitarles nada de la verdadera felicidad que la naturaleza concede á todos los seres que obedecen sus leyes. (VIREY.)
La inmensa muchedumbre de objetos que la historia natural nos presenta en todos y en cada uno de sus reinos, necesitaba sin duda de algun orden distributivo, á beneficio del cual pudiesen propagarse las ideas con exactitud y claridad, y por cuyo medio pudiésemos penetrarnos de las fuerzas respectivas enlazadas a cada orden de elementos, y de las funciones peculiares de cada parte y de cada órgano; de modo, que se viniese en conocimiento de la naturaleza de todos y cualesquiera seres orgánicos é inorgánicos por el número y calidad de los principios que entran en su composición, no menos que por su figura exterior, conexión, relaciones, acción, fuerza y dirección de cada uno de ellos y de sus partes diversas.
Su estudio, pues, solo nos ofrecería confusión y tinieblas sin el método, según se ha reconocido universalmente por los naturalistas mas esclarecidos; y de ahí es que desde el tiempo de Aristóteles se hayan dedicado á establecer las divisiones y subdivisiones que mas conformes les parecían según su plan y sus miras; y á medida que la ciencia ha ido progresando, se han fijado las relaciones y separación de cada uno de los diferentes grupos por medio de caracteres mas distintivos y exactos. Esta distinción es la primera base de la historia natural; y toda investigación con respecto á la organización de un ser viviente y las consecuencias particulares que de ella resultan en su género de vida, en los fenómenos que aparenta y relaciones con que está ligado al resto de la naturaleza, supone por necesidad los medios anteriores de distinguirlo con respecto á otro ser cualquiera ; de suerte, que las suposiciones mas ingeniosas, los fenómenos mas curiosos, y el atractivo mismo de la novedad pierden todo su interés cuando les falta este apoyo.
Por lo mismo, en sentir del ilustre Cuvier, son dignos del mayor elogio los naturalistas que se dedican á esta parte de la historia natural, cuyo interés será siempre del mayor precio; de suerte, que aun cuando se haya pretendido oscurecer su mérito con llamarles nomencladores, se ha pronunciado en esto mismo su mayor alabanza sin quererlo; por cuanto su trabajo exige no solamente una extraordinario paciencia y sagacidad, cuando se trata de definir los objetos y apreciar sus caracteres distintivos, sino que requiere tambien la mas vasta erudición y crítica profunda para saber entresacar todo aquello que pertenece á las diversas especies de lo que es ajeno de ellas, y para no confundirlas entre sí ó separarlas equivocadamente.
De ahí es que el referido barón de Cuvier llama á Lineo genio extraordinario á quien debe la ciencia el mas asombroso impulso, por haber sido el primero que extendió su nomenclatura metódica á todos los seres naturales; de suerte, que «denominó, dice, caracterizó y clasificó con la mayor exactitud y claridad á todos los seres que conocía bien, y supo deducir tan solo de la naturaleza de las cosas las reglas que deben servirnos de guia en semejante trabajo. Así es, continúa, que todos los que se dedican á este ramo, se miran como continuadores del inmenso edificio cuyas bases sentó Lineo;» y Cuvier es precisamente el esclarecido naturalista que en estos últimos tiempos ensanchóles límites dé la historia natural, é hizo llegar á un grado maravilloso de perfección los métodos naturales, ó sea la clasificación del dilatado reino animal en grupos distintos y bien caracterizados, según las mayores analogías que presenta el conjunto de sus órganos, y consiguientemente las relaciones fisiológicas que entre los mismos deban existir.
Bufón, aunque partidario acérrimo del método natural, se contentó con indicar tan solamente algunas de las bases en que debía estribar, dando en seguida la historia de los animales que conocía, sin distribuirlos metódicamente y según el mayor número de relaciones de su estructura, sino de un modo absolutamente arbitrario, supuesto que es muy disputable, por ejemplo, si el Caballo es mas útil que el Camello ó que el Perro, si el Buey no lo es mas que este ó aquel, si la Oveja no les gana á los dos, si pertenecen exclusivamente á este ó al otro clima, ó si son naturales ú originarios de entrambos; fuera de que, tampoco es mas fácil establecer con exactitud los verdaderos límites de la domesticidad total ó respectiva, específica ó individual, como no lo es fijar una progresión razonable de utilidad y perjuicios; y he aquí porque Klein y otros varios están persuadidos de que Búffon no siguió método, ni orden ninguno en sus descripciones.
Los fundamentos filosóficos en que se apoya la clasificación de Cuvier, la celebridad de este sabio naturalista, á quien se considera el legislador de la ciencia , la índole de esta obra y la tendencia que empieza ya á manifestarse contra el abuso de las divisiones y subdivisiones, que acaso confunden mas que facilitan el estudio, nos han determinado á adoptar para todo el tratado de Zoología la clasificación de aquel autor ilustre en su obra de El reino animal distribuido según su organización (edición de 1830). La seguimos estrictamente, salvas aquellas modificaciones muy indispensables que los progresos de la ciencia han exigido desde entonces, y en las cuales seguiremos á Boitard, uno de sus admiradores.
La palabra ????? de la cual se deriva género, se aplica en el lenguaje de los antiguos á todo nombre colectivo de seres organizados semejantes los unos á los otros ó descendientes de los mismos antepasados. La idea del género era entonces una idea simple bien definida y que no diferia en nada de la que nosotros aplicamos hoy á las palabras familia y raza. Poco á poco el sentido de esta espresion se ha extendido, y se ha hecho uso para designar todo conjunto de seres que por razón de semejanzas reales ó imaginarias que se encontrasen en su forma ó en su naturaleza hacían sospechar tuviesen un origen común. Asi un grupo comprendía todos los animales, conocidos bajo el nombre de Perros, otro todos los Galos y un tercero los Bueyes, etc.
Luego que los progresos de las investigaciones científicas hicieron notar que estas clases eran muy extensas y comprendían seres tan diferentes unos de otros, que era difícil considerarlos como procedentes de un mismo origen, se adoptó el término especie, al cual se dio con poca diferencia la misma acepción que habia tenido primitivamente la palabra género. Especie era sinónimo de raza, de familia. Pretendemos reconocer por las semejanzas que existen entre los seres organizados, cuales son los que pertenecen á un mismo origen, y el conjunto de todos los individuos que nos parece se hallan comprendidos en este caso es á lo que llamamos especie.
Bajo el nombre de especie sé comprenden, según Mr. Decandolle, todos los individuos que se parecen bastante entre sí, para que podamos creer que han podido dimanar de un solo ser ó de una sola pareja. Esta idea fundamental está fundada evidentemente en una hipótesis; y no obstante, es la única que nos dá una idea real de lo que los naturalistas en
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