El abastecimiento de agua a las poblaciones aragonesas siempre ha sido problemático. Las gentes de estas tierras han debido contar con unos climas secos y duros. Pero, además, han levantado sus casas y pueblos allá donde el terreno lo permitia, muchas veces lejos unos de otros y apartados de los acuíferos subterráneos.
En muchos lugares, hasta los años setenta se recogía el agua de lluvia en balsas y se guardaba celosamente en tinajas. En otros, las avenidas del río o los altibajos de su caudal originaban problemas continuos. En la mayor ciudad de la región, Zaragoza, no se acometió totalmente el abastecimiento de agua para la población hasta 1912, y eso tras muchas dilaciones.
Hoy, la mayor parte de los pueblos aragoneses disponen de conducción de agua para uso doméstico. Pero no todos están bien abastecidos. El cambio de hábitos higiénicos en las tres últimas décadas, las industrias y su desmesurado consumo de agua han elevado considerablemente las necesidades de abastecimiento. Los más de seiscientos mil habitantes de Zaragoza consumen cerca de 3 m³ de agua por segundo o, lo que es lo mismo, 260.000 m³ diarios y 95 Hm³ al año. Un pueblo como Gallur, con 3.500 habitantes en 1985, necesitaba 690 m³ de agua diarios, es decir, 252.000 m³ anuales.
Además, la sequía de los últimos años está provocando que cauces y acuíferos se encuentren cada vez más mermados, lo que hace que disminuya la calidad de las aguas. El problema se agrava en los pueblos que reciben una población flotante veraniega con el consiguiente aumento del consumo y, paralelamente, el agotamiento de las fuentes de captación y las consiguientes restricciones. En los últimos quince años se han realizado más de 1.200 sondeos para captar aguas subterráneas, muchas veces de forma desmesurada, lo que da idea del grave problema de abastecimiento.
Muchos pueblos aragoneses permanecen en "alerta roja" durante varios días del verano y deben ser abastecidas por camiones-cisterna. Otros pueblos rivalizan por apropiarse este o aquel manantial, o por trasvasar otros ríos al pantano propio, conflictos inexistentes hace años.
Los esfuerzos de las Instituciones aragonesas han sido grandes. Durante los últimos años, la práctica totalidad de los municipios aragoneses disponen de agua corriente en sus casas.
A cualquier habitante de la Mancomunidad de Monegros -Leciñena, Perdiguera, Farlete y Monegrillo- le hubiera parecido un sueño hace bien pocos años el disponer de agua abundante en sus grifos, por más que la calidad no sea la deseables.
Para que el agua dedicada al abastecimiento humano resulte potable necesita un tratamiento previo. El método más empleado es su cloración periódica, aunque con frecuencia necesita, además, tratamientos de decantación, filtración, ...
Para conseguir la potabilidad necesaria hay que tener en cuenta la procedencia de las aguas. En ocasiones, los vertidos de las poblaciones van a parar, generalmente sin depurarlos lo suficiente, a los cauces de los ríos, lo origina graves problemas a los núcleos situados aguas abajo, como sucede en los pueblos que se abastecen del Ebro después de haber atravesado la industrial Zaragoza.
Es necesario, pues, que todos tomemos conciencia de que el agua es un bien escaso, seamos más racionales en nuestro consumo y respetemos los cauces y sus riberas. Los organismos oficiales, al servicio de todos los ciudadanos, tomarán buena cuenta y exigirán a todas las poblaciones la depuración de sus aguas antes y después de consumirlas.