Naturaleza de Aragón > Tratado de Plantas de Aragón
Autor: Francisco Javier Mendivil Navarro Fecha: 19 de junio de 2024 última revisión
VÉASE LA PARTE FINAL DEL PRODR. FL. HISP.
2.634. Thalictrum foetidum L. PRODROM. N. 5043. Cerca de Calaceite (Losocs, teste Wk).
La testificación del Sr. Willkomm es de mucho valor en el caso presente; falta averiguar si el de Calaceite es igual al Th. Minus, hallado primeramente por el Sr. Pardo en el Barranco de la Mina (SERIE n. 5) y entregado en 1864 al HERB. DE ARAG, sin guardar muestra de él para poder ahora comprobar: recuerdo que es planta de 2-4 decím., de olor fétido, y como cubierta de polvo garzo. Más tarde hallé otra planta en las montañas meridionales, Peñarroya, etc., la cual, sin previo exámen, adopté por igual a la del Barranco de la Mina, y el Sr. Willk, la nombra Th. Foetidum L. como quiera que sea, el Th. Minus L, habita sobre rocas junto a San Juan de la Peña (Wk).
2.635. Thalictrum lucidum L., acaso no (véase PRODROM. N. 5048) en Aragón (Pourr. Teste Amo).
2.636. Thalictrum flavum. L. Asso. PRODROM. N. 5049. Omitida en el CATÁLOGO involuntariamente.
Gén. Ranuculus: paso por alto mucho de lo bueno que ha publicado el Sr. Freyn respecto de este género en el PRODR. FL. HISP y pueden los lectores estudiarlo en dicha obra. En este suplemento admito de la Sesión 1.ª solamente una especie, que es R. Baudotii, común como he dicho en el Tratado de EXICCATA, en la Balsa de San Miguel, cerca de Peñarroya. Las demás especies nombradas no alteran sensiblemente el número de las admitidas y nombradas en la SERIE IMP., debiendo preceder una colección particular aragonesa, antes de resolver definitivamente acerca de este asunto. Para desgracia suma, como verán los lectores en la parte 3.ª del TRAT. DE PL., las especies más interesantes, peculiares todas Bajo Aragón y coleccionadas con destino al HERB, DE ARAG., son hoy propiedad de personas extrañas, por causas cuya manifestación no quiero ahora anticipar.
Las especies que en el PRODOM, se nombran son las siguientes:
R. triohyllos Wallr. Balsa de Calaceite con la var. Terrestris: ésta también en la Laguneta de Chiprana (Loscos).
2.637. R. Baudotii Godr. PRODR. N. 4952. Balsa Nueva de Valdealgorda la var. Fluitans G.G. (Pardo).
R. trichophyllus Chaix. PRODROM. n. 4955. Estanca de Alcañiz, Laguneta de Chiprana cerca de Foz-Calanda (Loscos, Pardo).
R. circinnatus Sibth. PRODROM n. 4956.
Abunda en la Estanca de Alcañiz (Loscos, Pardo).
R. fluitans Lam. PRODROM n. 4958. Cerca de Calaceite (Loscos).
El R. aquatilis Asso se hace sinónimo del R. peltatus Schrank.
El R. bulbosus Losc. pard. Ciertamente, al menos en su mayor parte, es R. Aleae Willk.
El R. polyanthemos Asso et Willk, es R. Amansii Jord.
El R- Granatensis Boiss. Dignos. Orient (R. acris AA. Hisp. Maj. Part. Non L) Es R. Steveni Andrz.
El R. Philonotis, SERIE IMP. N. 42, es R. Sardous Crz.
2.638. Aquilegia Aragonensis Willk. Sp. Nov. PRODROM. N. 5067. Pirineos de Aragón (Souberville) sin duda en todo el Pirin. Arag. según Willkomm.
2.639. Delphinium Cardiopetalum DC. PRODR. N. 5074. Pirineos de Aragón cerca de Torla (Bordere). Valle de Benasque (Lap). SERIE IMP. Sun. N. 65.
2.640. Aconitum paniculatum Lam. PRODROM. N. 5.083- Hospicio de Benasque y Maladetta (Costa); pero sospecha el señor Willkomm que la planta en cuestión acaso sea forma ramosa del A. Napellus.
2.641. Papaver Fuchsii Timb. Castelserás, 2 Jun. 1880, no es rara: es notable por la forma y anchura extraordinaria de sus hojas.
2.642. papaver Donoei Timb. Castelserás entes sembrados, 3 Junio 1880, en compañía de otras especies hoy en estudio.
Extraño me parece que los autores no indiquen estas plantas como formas notables del Papaver Rosea.
2.643. Papaver Alpinum L. var. flaviflorum Gr. Godr.: PRODR. N. 4874. Pirineo Aragones, en Bacibé (Compañó).
2.644. Hypecoum procumbens L. PRODR. N. 4888. Aragón entre Pozondon y Celda (Wk).
2.645. Corydalis cava Scheweig. PRODROM. N. 4911. En Peñagolosa (Barreda).
2.646. Fumaria media Lois. Entre Alcañiz y Castelserás común en calzadas de piedra cerca del puente de la Alberca; también en Chiprana y en Castelserás en rincones incultos de campos, a veces entre malezas, semejante a la F. capreolata por su manera de crecer (Loscos). La F. Vaillantii seguramente en Aragón.
2.647. Fumaria agraria Lag. PRODROM. N. 1899. En Tudela (Duf). Tudela se halla, a mi parecer, lo mismo que Zurita, en el límite de Aragón.
2.648. Sinapis dissecta Lag. PRODROM. n. 4827. En Tudela (Duf.). Acerca de las Eruca sativa y E. vesicaria puede verse el PRODR. FL. HISP. Y puede verse mi opinión acerca de estas plantas en páginas siguientes de ese TRATADO DE PLANTAS.
2.649. Diplotaxis saxatilis DC. (Lam). PRODROM. n. 4859 En Zurita (Cav). Zurita tiene la mitad de sus tierras en Aragón y la otra mitad en Valencia: la línea divisoria, que es el río Valenciano, pasa junto a la población. La Diplotaxis tenuifolia (L) DC. PRODR. N. 4863, citada por el Sr. Willk en Aragón bajo la autoridad de Loscos y Pardo, pero ignoro a que planta aragonesa se refiere a que el autor; sin embargo, el mismo ha suprimido en Aragón la D. virgata, que por ser muy áspera no puede confundirse con la D. tenuifolia: esta especie la creo inadmisible por ahora.
2.650. Erucastrum heterophyllum (L) Wk. PRODOM. N. 1853. En Tudela (Duf).
2.651. Barbarea intermedia Boreau. PRODROM. n. 4730. Cascajo de granito cerca de los baños de Panticosa a cerca de 5.000 pies (Wk).
Rectificar los nombres de B. sícula y B. praecox.
Los Sisymbrium circinnatum y S. hirsutum Lag. Forman el S. Lagascae Amo: PRODR. N. 4688. En Aragón o Cataluña jamás he visto la planta lampiña (Loscos).
2.652. Arabis Costae Willk. PRODR. N. 4750 Pirineos centrales al pié de la Maladetta (Costa).
2.653. Arabis parvula Duf.: PRODR. N. 4745 en Tudela (Duf).
2.654. Biscutella Pyrenaica Huet.: PRODR. N. 4611. Pirineos cerca de los baños de Panticosa a 5.00-6.000 pies; cumbre del Moncayo a 5.000 piés. (Wk)
2.655. Biscutella stenophylla Duf.: PRODR. N. 4610. Sierra de Moncayo (Calavia, teste Wk).
Estas dos especies se hallan admitidas en el CATÁLOGO como variedades de la B. laevigata.
El Iberis Welwitschii Boiss. Reut.: Loscos EXICC. Es I. ciliata All. Var. Welwitschii: PRODR n. 4619.
La Reseda Aragonensis se considera variedad de la R. Phyteuma: PRODR n. 4926: véase mi opinión en páginas siguientes de este TRATADO DE PLANTAS acerca de estas dos especies.
Citase en el PRODR. N. 4919 la Reseda Gayana Boiss. Voy., exactamente sinónima de la Reseda undata, FLORA DE ZARAGOZA n. 101: CATÁLOGO n. 288.
Citase también como especie nueva la Reseda macrostachya, PRODR n. 4916, exactamente con referencia a la Reseda, FLORA DE ZARAGOZA bajo del n. 101. CATÁLOGO n. 289.
Ya lo he dicho en la FL. DE ZARAGOZA: a mi parecer esta especie, lo mismo que la anterior, ambas pertenecen a la R. Gayana o sea R. undata.
Carduus Reuterianus: véase Suplemento 2.º Varía con flores blancas o purpúreas. Periclinio glanduloso con escamas exteriores y las del medio provistas de nervio dorsal, muy estrechamente membranosas en los bordes, que son muy finamente pestañosos; las internas más largas, más anchas, provistas de tres nervios verdes paralelos que no llegan al borde superior y son blancas o purpúreas en la punta conforme al color de las flores. Tallo con tomento blanco arenoso aplicado, así como los pedúnculos más o menos largos, con alas interrumpidas. Hojas y alas verdes encima, blanquecinas por debajo.
El C. tenuiflorus se diferencia por las escamas pestañoso. Aserradas, provistas en los borde de algunos pelos arenosos muy largos; las internas tan largas como la flor.
Castelserás Junio 7 de 1880.
Bajo muchos conceptos nos ha parecido conveniente reproducir a continuación de los Suplementos 1.º, 2.º y 3.º los artículos publicados en La Clínica, periódico de Zaragoza, que se refieren esencialmente a ilustrar la FLORA DE ARAGÓN, sin omitir el juicio y aspiraciones de la redacción en defensa de tan noble causa.
Retiramos hoy los originales correspondientes a esta sección de nuestro periódico con el fin de dar cabida a la carta y artículo que siguen en los cuales quisiéramos fijar la atención de las autoridades, de las corporaciones administrativas, de los hombres de ciencia y de cuantas personas se interesan por la ilustración, el prestigio y la honra de nuestro país. Sucede en este asunto una cosa frecuente en España y que quisiéramos remediar. Un hombre a quien pocos aventajan como botánico, expone sus intereses, su salud, su vida, su trabajo, el bienestar de su familia, todo cuanto posee y adquiere en aras del bien común. Y publica libros notables y nadie los compra; y pide ayuda a sus compañeros y pocos se la prestan; y clama y predica, y su predicación y sus clamores se pierden entre el ruido vocerío de una sociedad que le desdeña.br />
Loscos, que es un sabio, pretende que su patria utilice su esfuerzo, y lo pretende con el desinterés y la abnegación más manifiestas; sin que un objetivo sea otro que el probar que su país tiene amor a las ciencias, y medios y deseos de que éstas progresen y se perfeccionen. Pues a Loscos no se le hace caso y sus escritos aparecen en periódicos que nada pueden retribuirle ni ofrecerle como sea amistad íntima, leal, indeleble y admiración constante. ¿Es fatal, inevitable en esta nación el hecho de que sólo después de su muerte hemos de honrar a nuestros grandes hombres?.
¿No hay posibilidad, no hay medio de que el Gobierno, las Diputaciones, los Ayuntamientos, las sociedades científicas, los particulares, ayuden en su empresa a un naturalista que se propone realizar en su país natal una de las obras que más y mejor dicen acerca de la cultura y del saber de un pueblo? Cuando tanto dinero se invierte en obras que ni criticamos ni aplaudimos; cuando tanto se gasta en todos los ramos, ¿no hay algo que invertir en una empresa tan provechosa como la que más y honrosa como pocas?.
En el último tercio de su vida, D. Francisco Loscos: puede disponer de breve tiempo que dedicar a su patria: cuando la muerte le sorprenda y venga en pos el cantor de sus desdichas a decirnos que fue un hombre digno de mejor suerte, y a quien sus contemporáneos no quisieron conocer, todo serán exclamaciones y arrepentimiento tan extemporáneos como ineficaces. A la prensa en general ofrecemos la consideración de estos párrafos; de los periódicos profesionales como de los políticos esperamos para Don Francisco Loscos y para sus trabajos todo el interés que se merecen; al Gobierno, a las autoridades, a las corporaciones suplicamos en nombre de la ciencia un momento de atención y su pequeño esfuerzo que remedie en parte desdenes pasados.
Ahora he aquí una carta y un artículo:
Sr. D. Joaquín Gimeno.
Muy señor mío: Aún además de favorecer el gusto de usted, lo he tenido en escribir el adjunto artículo, que podrá V. reproducir, si gusta, aplicándole las correcciones que necesite en todos sentidos; que yo no he de ofenderme ni desaprobar su proceder.
Además, yo creo que convendría mucho que V, ampliase de su propia cuenta y riesgo algunas ideas presentadas por mí en el artículo de hoy; pues es lo cierto, a mi parecer, que hay muchas personas en la sociedad, aunque sean de alta posición, que no ven las cosas sino por un lado, y en su vista juzgan desfavorablemente, fallan y deciden conforme a su equivocada opinión, y no hay más allá, sin que jamás les ocurra sospechar que pueden haberse equivocado y ¡no hay remedio! Su decisión, aunque imprima a toda la sociedad un marcado retroceso de 50 años, hay que acatarla, bajo la pena de verse acometido para ser injuriado por un sinnúmero de necios, que sólo en sus victoriosas decisiones creen haber encontrado la convivencia de todos: mientras esto sucede en general, no hay para que decir cuánto padecen los hombres que saben examinar las cosas por todas sus fases, sin atreverse todavía a decidir…
Es de todo punto indispensable que V, se sirva llamar la atención sobre algunas de mis indicaciones, que no son tan claras que todos lleguen a entenderlas: tengo por muy cierto que muchos han de burlarse de nuestro proyecto, el cual necesita la salvaguardia de la Diputación y del mismo Gobierno de Zaragoza.
¿Quién lo duda? Abandonar semejante asunto a merced de nuestras clases solas, vale tanto como determinar un éxito burlesco y enteramente desfavorable; y a la verdad, y en honra de ciertos hombres, es un resultado harto bien merecido, supuesto que quien ha de dar luz…. No alumbra.
Soy de V, afectísimo S. S. Q. B. S. M.
FRANCISCO LOSCOS.
Algunos han vivido de ilusiones; en sueños de que es preciso despertar, y me alegro de que así lo haya comprendido la prensa de Zaragoza al patrocinar la idea de fundar en esa ciudad un herbario que dará por resultado el Catálogo que ha de servir de fundamento para la flora de esa localidad.
Lo mismo en este que en otro varios asuntos, ordinariamente se cree que nada falta que hacer, cuando apenas hemos tenido lugar y ocasión fortuita de principiar; y siendo esto por ahora verdad, como lo he probado en los Comentarios sobre la Flora de Zaragoza, creo que nadie ha de contradecirme mientras en debida forma no se rectifiquen algunas de mis proposiciones de dicha obra.
No me extrañaría de hallar en la sociedad quien tildase mi desagradecimiento hacia los beneficios de Echeandía: perdonen a mi carácter adusto los partidarios de la Flora Cesaraugustana, y conviene advertir que son muy contados en el día los que saben aquilatar en su valor real los méritos de su autor, pues no bastan al efecto el patriotismo y buenos deseos, sino algo más de que carecen muchos, hasta los más entusiastas: si Echeandía viviera entre nosotros, ¿a quién dirigir nuestras demandas sino a él? Yo estoy ciertísimo de que todos nos honraríamos mucho obedeciendo sus indicaciones, pues indudablemente nos aventajaría en la práctica, indispensable para el logro y digno remate de todas nuestras aspiraciones.
Es inútil encarecer la grande importancia y verdadera necesidad de herbarios locales; tanto, que me repugna ocuparme de semejante asunto: estoy persuadido de que entre mis numerosísimos amigos no habrá uno que no apruebe sin leerlo todo cuando acerca de ellos yo quiera permitirme escribir, pues tan fácil extenderse con acierto en todos sentidos, que nada puede decirse en su favor que no merezca la aprobación general: tal es y tan grande el mérito de los herbarios secos.
Muy buenas son las descripciones bien hechas; pero ni éstas, ni aún las más bellas láminas iluminadas de las plantas, alcanzan, ni con mucho, al valor de una planta seca bien preparada, cuya verdadera imitación es imposible.
Los herbarios secos (aumentado extraordinariamente su mérito con la importancia local debidamente expresada en las etiquetas) son la moneda legal que ningún botánico se atrevería a rehusar: son la prueba, el resumen de todos los esfuerzos humanos hechos por el autor para acreditar sus trabajos: sin la demanda en favor de atención para que reconozca la suma de todos sus desvelos, de todos sus méritos, de todo su patriotismo: sin la abnegación completa de su amor propio en aras de la verdad; la presentación de un testigo que, declarando a veces en contra suya, añadirá una página gloriosa a la patria del botánico que todo lo ha gastado y todo lo arriesga en su favor, hasta su reputación científica, sin vacilaciones ni muestra alguna de arrepentimiento.
Yo creo bien que Asso y Echeandía estuvieron atentos a todas estas consideraciones innatas y peculiares de todos los naturalistas habidos y por haber; pero por causas que acaso nadie conoce, se perdieron o se redujeron a polvo sus herbarios, contra la voluntad de sus autores, y esto prueba que si muy malos tiempos corren ahora, a pesar de mi completo desamparo, confieso que peores fueron aquellos: hoy los hombres científicos, los que algo vale, siquiera mueran de inanición, puede marchar tranquilos, con la seguridad de que no ha de faltarles un panteón sin nombre donde duerman eternamente desconocidos sus trabajos; yo propongo que para en adelante se denomine El Panteón de las Ciencias.
Más esta proposición no indica que yo quiera en manera alguna semejante proceder. Cada colección de plantas debe tener su índice, su catálogo especial impreso, que sea circulado y regalado profusamente entre todos los botánicos nacionales y extranjeros en demanda de su ilustración, en honra de sus autores y en ostentación de su cultura; y aún hecho esto, que parece ser el complemento de todo recto proceder, es a mi entender muy poca cosa, sin antes no se atiende con mucha diligencia a presentar y ofrecer una colección relacionada con nuestra posibilidad, procediendo pronto y buen, circunstancias que ni siquiera me parecen difíciles de lograr en el presente caso, siendo verdad nuestro patriotismo y buenos deseos, aunque no osaré afirmar que todos los llamados a intervenir de obligación se hallan adornados y animados de tan buenas condiciones. No es creíble, sin embargo, que este artículo deje de parecer hasta aquí más o menos lisonjero a todos los asociados y miembros activos, mientras no pasemos a la parte segunda, referente a los grandes recursos materiales, y aún otros que se necesitan para rematar dignamente como corresponde a una ciudad populosa, rica y entusiasta de su nacionalidad; bien que, la verdad sea dicha, yo no sé qué genio maléfico andar suele revuelto en nuestros asuntos para impedir frecuentemente lo mejor…
Cierta nación que pretende ser la más ilustrada del mundo, sonsaca para sus universidades los mejores profesores de Alemania, pagándoles a precios exorbitantes: lo mismo intentó la España algún día, aunque con mala fortuna respecto de ciertos hombres, logrando traer a otros varios que se acomodaron a su servicio de la ciencia, que es una misma en todas partes.
Para el asunto de que me ocupo se necesita algo más que intereses materiales, como he dicho: se necesita de preferencia un hombre, aunque me pese decirlo, no soy yo, porque ni quiero, ni puedo, ni debo: no quiero, porque no es ese mi gusto particular en detrimento de la convivencia general; no puedo, porque me faltan recursos para emprender un viaje a Zaragoza, y antes necesito atender al cuidado de mi familia desgraciada, por causas que no quisiera morir sin darlas a la publicidad: no de no ser el Director, como generalmente se ha supuesto; la Dirección está Redacción de La Clínica por ahora, y más tarde donde quieran, sin salir de Zaragoza.
Es verdad que yo he sido el iniciador del Herbario de Zaragoza, conforme lo ha publicado recientemente la prensa de esa ciudad; pero esa publicación se ha efectuado muy a deshora, pues hace muchos meses que yo había pretendido su divulgación, sin haberla podido entonces conseguir, con el preciso objeto de allegar materiales para su Suplemento a mis Comentarios sobre la FLORA DE ZARAGOZA, el cual hubiera redundado en honra exclusiva de sus autores: esta tardanza será excusable si rematamos bien, aunque me parece alguna la convivencia de revestir este proyecto de cierta formalidad; así lo reclama su grande interés, aunque no es creíble que nunca con bastante fundamento pueda servir de asunto de broma ni aún para los enemigos ocultos, si los hubiera de toda realización provechosa mal relacionada con la producción inmediata de bienes materiales, repartibles a prorrata.
Estoy muy cansado por haber de atender a muchas cosas, y necesito además el tiempo para otros asuntos de que se cuidan muy poco los que son ricos: yo, y seguramente una gran parte de mis numerosos amigos, estamos obligados a favorecer el cumplimiento del proyecto de Herbario, que creo no ha de parecer mal ideado a ninguna persona inteligente, y ojalá en cada provincia de España dominasen iguales intenciones que las nuestras, aunque acaso, no sin algún fundamento, he indicado vagamente alguna sospecha sobre el mal éxito de nuestros proyectos, pues la verdad es, a mi parecer, que a todo falta un no sé qué difícil de explicar.
Yo me entendería de muy buena gana en este asunto, pero lo dejo al cuidado de personas más entendidas y que más de cerca hayan de tocar los buenos resultados que ha de producir el remate del asunto en cuestión
FRANCISCO LOSCOS.
Castelserás 9 Marzo 1878.
Hemos reproducido en este lugar los tres artículos precedentes sobre la FLORA DE ZARAGOZA, aunque también estarían bien colocados en los principios de la parte segunda, lo cual no hemos efectuado por ser los citados artículos de fecha posterior; como quine era que sea, tanto interesan a la FLORA DE ZARAGOZA como a la FLORA DE ARAGÓN.
A continuación reproducimos un aviso publicado repetidas veces en La Clínica de Zaragoza, el cual excitó y dio motivo al autor para escribir lo que no hubiera verificado sin este poderoso auxilio: véase el anuncio.
<<Se trata de formar un herbario de Zaragoza, el cual dará por resultado el catálogo de plantas de esta ciudad: al efecto se invita y ruega a todos los profesores y otras personas, para que depositen en la Redacción de La Clínica, Coso, 110, segundo, las plantas espontáneas cogidas por ellos en los términos de esta localidad. La redacción se compromete a devolver a cada no las mismas plantas que hayan presentado, inscribiendo antes en cada etiqueta, si fuese necesario, el nombre científico de cada una de ellas: el resultado final, por grande o pequeño que sea, se imprimirá en folleto al fin del próximo verano, señalando minuciosamente en él los méritos de cada uno de sus autores.&glt;>
No descansa el Sr. Loscos, a pesar del acorralamiento a que le tiene reducido su falta de recursos, pero nosotros no sabremos explicar sus padecimientos viéndose obligado a límites tan estrechos. No se crea, sin embargo que vive oscurecido en España, ni en el extranjero: con fecha 4 de abril, sin pretensión alguna de su parte, fue nombrado en Madrid Académico corresponsal de la Real Academia de Ciencias exactas, físicas y naturales. El Sr. Lange acaba de publicar un folleto titulado, Diagnoses plantarum Peninsulae Ibericae novarum, y en él aparece la especie Carex Loscosii bajo el número 2, la cual corresponde exactamente a la C. Mairii Coss. Var. Loscos explica con mucho tino los caracteres que la distinguen de la C. Mairii: asimismo le ha dedicado el Sr. Texidor, en época reciente, la Arenaria Loscosii, correspondiente también a la Exiccata, y cuya descripción debe publicarse en término muy breve.
Esto prueba que no es rara la buena correspondencia de parte de los hombre distinguidos de todo los países: importa mucho trabajar, ha dicho el Sr. Loscos, sin cuidarnos del resultado: ni hemos nosotros de justipreciar el mérito de nuestras operaciones en asuntos de esta naturaleza: importa sembrar mucho y con buenas condiciones, dejando al tiempo el cuidado de la generación y fructificación, pues a nosotros nos pertenece la recolección de los frutos, imposible de conseguir en abundancia si no ayudamos a la Naturaleza con todas nuestras fuerzas.
Aún los herbarios de Zaragoza remitidos al extranjero, de los cuales hace mención el Sr. Loscos, han de producir ventajas en favor de nuestra flora, acaso en época no lejana, porque la verdad es que, puesta sobre el tapete la discusión sobre la FLORA DE ZARAGOZA, nunca será época más oportuna para que los actuales poseedores respondan a la confianza que en ellos depositaron algunos zaragozanos hace tantos años…
Pero suspendiendo estas consideraciones, he aquí un artículo del Sr. Loscos, al que sirve de epígrafe el que encabeza estas líneas. Varios autores, al incluir estas dos especies en la flora de su país, se esmeran en presentarnos cuidadosamente sus diferencias, como si ellos mismos no estuviesen seguros de sus determinaciones, reclamando la atención en ayuda de sus pretensiones.
No me atrevo a negar que sea especie propia la M. microcarpa; pero si me permito creer que las plantas españolas y francesas descritas bajo uno u otro nombre, todas corresponden a la M. parviflora L., y asegurar que las descripciones y diferencias que se les atribuyen son muy ambiguas y dependen, a mi parecer, de circunstancias locales en que conviene fijarse mucho para apreciar debidamente el grado de importancia que realmente tienen sus caracteres diferenciales.
En Castelserás existen tanto la M. parviflora es los huertos, como la M. microcarpa en lugares secos junto a nuestras habitaciones. La primera tiene raíz perenne y es planta grande hasta 7 decímetros, con tallo central derecho y los laterales echados en tierra; cáliz fructífero muy agrandado, de color pálido, membranáceo, con lóbulos anchos redondos apiculados, abiertos horizontalmente. Tubo de los estambres provistos de algunos pelos. Planta toda cubierta de pelos fasciculados, lo mismo que la siguiente.
La M. microcarpa tiene apariencia de anual, carece de tallos centrales derechos, los laterales largos apenas de 1-2 decímetros desparramados. Cáliz rectangular por la introflexión de los cinco lóbulos que son derechos, con bordes salientes y contiguos, un poco gruesos, verde, no escariosos, triangulares agudos.
Bien puede esta última, a beneficio del tiempo húmedo, ofrecer los lóbulos del cáliz algo más dilatados, más o menos abiertos, pero nunca dejan de ser convergentes sobre el fruto: más yo creo que por medio del cultivo llegaría a confundirse prontamente con la M. parviflora por el desarrollo de sus tallos centrales, por la dilatación, consistencia, colorido y dirección de los lóbulos del cáliz, que son los caracteres que particularmente distinguen esta última especie.
Pudiera yo extenderme en otros comentarios que recomiendo a observadores más autorizados, en vista de los tipos que no conozco si no forjados en mi imaginación, aunque sí creo que los arriba expuestos merecen tomarse en consideración en obsequio de la verdad que se pretende, pues en el asunto en cuestión me parece tan clara como fuera de necesidad: desde luego se puede asegurar que, si realmente son distintas esas dos especies, hay en las descripciones que de ellas nos dan los autores, afirmaciones vacilantes, contradictorias a veces, cuya exactitud conviene comprobar.
Concedo que efectivamente crece en este país M. microcarpa en lugares áridos y secos; pero yo la reputo simplemente como variedad de la M. parviflora L., peculiar de lugares cultivados.
En la SERIE INCONFECTA presenté acertadamente esta especie bajo M parviflora L., cuyo nombre cambié en la SERIE IMPERFECTA por el de M. microcarpa atendiendo a los caracteres que le atribuye mi amigo Sr. Costa en su INTRODUCCIÓN A LA FL. DE CATALUÑA, núm. 387, porque realmente convienen aquí a la planta de lugares secos, que es la que tuve presente para decidir el referido cambio.
Sin repugnancia hubiera yo aceptado la M. parviflora indicada por Echeandía en su FLORA CESARAUGUSTANA, si no fuera por la coincidencia de la M. Nicaeensis, que no siendo rara en Zaragoza, no fue mencionada por el citado autor, y pudo él tomarla por M. parviflora en razón de sus flores que son mediantemente grandes, y las tardías más y más pequeñas: a robustecer esta opinión contribuyen, 1.º, el haber indicado Echeandía la M. parviflora en el Campo del Sepulcro, en cuya localidad especial no se ha encontrado la M. parviflora, según observación de mi querido maestro señor Ballarin.
También pudiera ser exacta la indicación de Echeandía en favor de la M. parviflora, más en este caso hemos de conceder: 1.º, que no se hallaba en Zaragoza si no muy rara en su tiempo la M. Nicacensis: 2.º, que pudo existir y ser conocida esta especie reunida por Echeandía a la M. silvestris, a la cual semeja mucho, aunque de flores más pequeñas: 3.º, que siendo bien indicada la presencia en Zaragoza de la M. parviflora en tiempo de Echeandía, fácilmente hoy podría confirmarse su existencia, aunque ella fuera entonces como ahora escasa y de no fácil adquisición a personas pocos versadas: es en efecto muy probable la existencia en Zaragoza de la M. parviflora porque ella ocupa una zona muy extensa, muy general, no solamente en España y Francia, sino particularmente en todo el Bajo-Aragón, y también en Peñarroya a bastante altitud en la región media.
Diferentes herbarios muy ricos de Zaragoza y sus cercanías he visto salir en dirección al extranjero (1) sin haberlo podido evitar mi persuasión, y sin que hayamos reportado (Según mi predicción) el más pequeño beneficio de semejante proceder. Esta ha sido una falta muy sensible, que puede remediarse con el acopio de nuevas colecciones durante el presente año, las cuales han de facilitarnos la solución de algunos problemas relativos, a la FLORA DE ZARAGOZA.
La M. parviflora o (microcapra) no puede confundirse con ninguna otra de su Sección, y se distingue por sus flores muy pequeñas, cuyas corolas son tan largas como el cáliz y se ven con dificultad a ojo desnudo: esta dificultad aumenta cuando ella crece en terrenos secos, raquítica y miserable, que ni aprovecha por sus flores ni por sus hojas. Aún para los botánicos sería difícil descubrirla si no marchasen prevenidos al objeto, en cuyo caso nada más fácil, teniendo presente que la que vemos sobre el suelo con pocos tallos, largos de un decímetro y que se parece a una malva naciente, en principio de su desarrollo, todavía sin flores, es una vieja malva, cargada de abundantes frutos maduros y de alguna flor en sus extremidades, más o menos abierta, y es necesario usar la lente para apreciar su existencia y magnitud.
En suma: yo sospecho que la M. microcarpa DESF. Es sinónima de M. parviflora L.: que la M. parviflora L.: habita en Zaragoza, según dice Echeandía en FL. CESARAUGUSTANA, aunque no he logrado verla de esa localidad: que la M. Nicacensis, caso de hallarse en Zaragoza en tiempo de Echeandía, fue confundida por este autor con la M. Silvestris, a la cual es bastante parecida.
(1) Creemos que en el presente caso llama extranjeros el Sr. Loscos a todos los países fuera de Aragón. – (N. de la R).
Acaso en adelante volveré a ocuparme de este asunto.
FRANCISCO LOSCOS.
Castelserás 10 de Mayo de 1878.
(La Clínica, 19 de Mayo de 1878.)
Otro artículo trae el núm. XXIII de La Clínica, y dice así:
MÁS Y MÁS SOBRE LA FLORA DE ZARAGOZA.
Suponiendo que fueran muy contados, según a veces suele acreditando la experiencia, los individuos determinados a favorecer el intento que hemos manifestado para el intento que hemos manifestado para lograr un Herbario, más o menos completo, de la ciudad de Zaragoza, es todavía tiempo oportuno para que la Excma. Diputación y Gobierno de esa ciudad tomasen bajo su amparo y dirección esta empresa de probada e incontrastable utilidad, previniendo por mi parte el resultado fatal a que su quietismo pudiera conducirnos.
Por lo que respecta a mi deber, ninguno con bastante razón puede quejarse de mi proceder, siempre encaminado en honra de las personas laboriosas; no es culpa mía si sus méritos. Ampliados hasta la exageración, aunque sin faltar a la verdad, no llenan, alguna vez acaso, el colmo de sus pretendidos deseos; pues en mí es innato el sentimiento de favorecer esforzadamente a los individuos activos, porque bien lo merecen los que, orillando la mejora de sus intereses, se dedican con preferente solicitud al fomento de intereses extraños en detrimento de su bienestar, subviniendo a los defectos que, a mi parecer, lleva consigo nuestra organización social.
Antes de pasar a otros asuntos debo advertir algunas cosas que acrediten en todo mis buenas intenciones, como corresponde a mi carácter eminentemente conciliador, aunque algunos que no me conocen tienen motivo para extrañar que yo aparezca pendenciero, como si para suplir mi escaso talento haya de verme obligado, para alimentar mis publicaciones, a forjar una personalidad, un ente imaginario y sufrido sobre quien descargar a mansalva mis continuados enojos.
Mi lema es el trabajo: esta podría ser la última vez que escribo para auxiliar a una empresa nacional, y muy particularmente para pagar al Sr. Director de La Clínica su extrema benevolencia, si es que mi condescendencia puede servirle de satisfacción; pero ninguno debe olvidar que soy meramente trabajador, más no escrito, a quien a todas horas pueden los hombres de talento acallar y sofocar.
No he tratado personalmente a ningún botánico del mundo, excepción hecha del malogrado D. Florencio Ballarin, mi querido maestro, D. Pascual Ballarin, mi querido maestro, D. Pascual Álvarez, mi buenísimo amigo, y D. José Vallier, a quien accidentalmente conocí en 1868; pero no he logrado nunca hallarme en ocasión de penetrar el sentimiento íntimo de tantos otros naturalistas; así que, sin otro auxiliar que mi escasa discreción, me veo todas horas precisado a escudarme con el invulnerable emblema de mi patriotismo, sin premeditación para ofender a nadie, atendido mi carácter. Pero podría fácilmente suceder que mis nuevas doctrinas resultasen falsas, según el dictamen de personas más autorizadas, sin que por ello haya de resentirse mi amor propio, aunque en definitiva todos debemos reconocer que conviene mucho trabajar, y que con algún trabajo podríamos colocarnos por derecho delante de todas las naciones del mundo.
¡Mañana acaso no!.
Ya es hora de principiar: voy a entrar en terreno propio; en Aragón, en donde ha logrado al fin colocarme la opinión pública después de tanto desamparo, de tantísimos trabajos y disgustos que han servido de incentivo a mi pasión, gracias a que soy verdadero aragones; calificación que acepto con mucho gusto, aunque no me pertenece su inventiva.
Debo también declarar que con botánico no he visitado ningún jardín del mundo, solamente sí, muy de corrido, el Botánico de Zaragoza y el Jardín de la Naturaleza; pero en unos montes como estos, extremadamente míseros y secos, es imposible observar, sin una diligencia inexplicable, los datos que de presente se requieren para trazar con probabilidad de acierto algún trabajo a fuerza de repetidas observaciones, que son indispensables para lograr la Flora de nuestra región, de cuyo grandioso suceso nos hallamos muy distantes; tan apartados estamos, por desgracia, que no parece muy aventurado predecir su realización muchos años después de mi fallecimiento, si acaso la osadía no determina lo contrario: eso no obstante, yo como todos, soy llamado a intervenir con el perfecto derecho que me asiste, por hallarme acreditado, como he dicho, por un verdadero aragones.
Marcada ingratitud, ridícula pretensión sería encomendar el ajustado remate de una Flora regular a un botánico distinguido, educado en medio de una fastuosa civilización, abandonándole entre la Naturaleza montaraz, privándole de los derechos que le corresponden en las conquistas de los jardines, exigiéndoles imposibles a merced de su talento y albedrío.
No quiero nada para mí: escribo a pié firme, con entera seguridad de que yo he de ser el autor de la Flora de Aragón, aunque tengo por cierto que ha de publicarse más o menos tarde. No tenemos el Catálogo todavía y fuera necia presunción saltar atrevidamente por este inconveniente, ni aún para merecerse a costa de la multitud. Es necesario que cuando llegue al mundo el autor de la Flora de Aragón encuentre a mano los numerosos materiales que necesita para principiar, y acabar dignamente, gracias a su ingenio y patriotismo: no solamente necesita el Catálogo relacionado con el Herbario de Zaragoza, sino también otros grandes sacrificios que no se pueden hoy exigir de nuestra humilde posición. Creo que los hombres entendidos no calificarán de exageradas mis demandas, aunque tachen el exclusivismo que declaro para nuestro país, a causa de que ignoran que nuestras necesidades, nuestra desidia exigen remedios que no hemos de encontrar, como sospecho, a pesar de mis elucubraciones; pido un perfecto derecho a mis deudos; pido de obligación.
No he principiado todavía y me hallo aburrido, con ánimo de abandonar la pluma acaso para siempre; no estoy obligado a más; la Sociedad puede hacerme el honor de recibir, a manera de inventario, cuanto he dicho en publicaciones anteriores, o me propongo a indicar en el artículo presente.
Ya tenemos en proyecto un Herbario de 1.000 plantas fanerógamas de Zaragoza, y un Catálogo que abraza a los nombres de todas ellas, constituyendo un riquísimo legado para entregar al autor de la Flora de Zaragoza: en cada etiqueta se halla escrita se halla escrita en la localidad especial de cada planta, el día, mes y año en que fue cogida, y, finalmente, el nombre imperecedero del que hizo la recolección: con estos datos ya puede el autor de la Flora acometer su empresa.
Además de que el autor de la Flora necesita saber escribirla, de poco le servirían las supuestas circunstancias si careciese de los tipos o modelos vivientes cuyos caracteres se propone dar a conocer, y él no puede acopiar sin un ímprobo trabajo. Al efecto, no quiero que me tachen de exclusivista si pretendo que la vegetación espontánea de Zaragoza se cultive con preferencia a toda otra en su propio jardín; al menos las especies raras o poco comunes, que no bajarán de tres a cuatrocientas, pudiendo prescindir de las más vulgares, que nunca faltan en las huertas a pesar de las grandes sequías. Plantas hay en Zaragoza tan extremadamente raras, que de seguro nadie las conoce, y otras que acaso nadie las ha visto, porque no deben existir en ningún jardín del mundo, tales como la Ononis Juncea, y este ejemplo es aplicable a muchísimas especies, pertenecientes, en particular, a todo el reino de Aragón. Por eso he insistido en que no se admitan plantas exóticas en los pequeños jardines de provincias, aunque yo no me hallo reñido con la Botánica general, antes bien estimaría que en el Botánico de Zaragoza cupiesen todas las plantas del mundo; más esto no es asequible a causa del pequeño terreno de que puede disponer, y así convendría dar principio acomodando en él la vegetación de Zaragoza, acabando por aclimatar la restante de Aragón, que al todo sumarían 1.000 especies aragonesas calificadas de raras o muy curiosas: a esto se podría objetar que hay plantas aragonesas muy interesantes, inadmisibles en el Jardín, porque a su sombra cabrían todas las restantes como en arca de Noé; más esas grandes plantas debieran constituir imprescindiblemente el adorno de los paseos, en los cuales no había para qué admitir la necesidad ningún árbol extranjero, pues en Aragón tenemos los más notables por su magnitud, en lo cual ordinariamente se funda toda su belleza, tales como el pino Nazaron y sus congéneres, el abeto, tilos, arces, haya, encinas y congéneres, interesantísimos para el botánico, como lo son los olmos y fresnos, álamos, sauces, acerolleras, nogales, raras variedades de moreras, el famoso latonero, árboles del Amor y del Paraíso, y muchísimos otros que no quiero nombrar. Alternando con ellos en los paseos figurarían muy dignamente un sinnúmero de arbustos aragoneses en competencia con los más bellos del extranjero (1), tales como los madreselvas, madroños, matarabiosa, jinjoleros, jazmines, zocollada, bellísimas ericas, magníficas estepas, rosales, colutea, etc., etc., y, finalmente, los jardines públicos o particulares destinados a floricultura podrían adornarse con un prodigioso número de especies aragonesas muy bellas, tales como las anémones, ranúnculos, peonías, vincas, linos, linarias, conejetes, orquídeas, varas de oro, coronillas, hedisaros y otra multitud que no quiero nombrar, aún cuando en ellos se admiten otras extranjeras, que bien lo merecen por su elegancia.
(1) Dice muy bien el Sr. Loscos: son en tantísimo número los arbustos aragoneses, que todos podrían alternar variados hasta lo infinito, haciendo perder a los paseos la monotonía que hoy tienen, en donde se ve muy poco que admirar. – (N. de la R).
Heme determinado a malgastar el tiempo en asuntos de los cuales se pudiera escribir un buen libro, con gran copia de datos en su apoyo, aunque creo que todavía existen personas que no han de prestar oído a mis demandas.
Heme desviado de todo mi objetivo; pero estoy resuelto a dejar la pluma acabando por tomarle. Todas las especies nuevas, zaragozanas o aragonesas, deben colocarse en el Botánico; las anuales en tiestos, las demás en tierra: todas, todas, que no bajan de 50, mantenerlas en cultivo, propagando las anuales con semillas que se recogerán con el mayor cuidado, a fin de entregarlo todo a disposición del autor de la Flora de Zaragoza, para que él busque pintores que se encarguen de las láminas que la obra ha de llevar: yo he dicho en otra parte: <
Si así no se procede, yo aconsejaré al autor de la Flora que se establezca en Juslibol para buscar sus trabajos: allí logrará más espacio, más aire y sol para secar sus plantas, más baratura en todo, y particularmente vivirá libre de las incomodidades que ha de imponerle una metida civilización.
CONTINUACIÓN.
No por carecer de ánimo conveniente dejé incompleto mi artículo anterior, al cual faltan detalles que procuraré exponer ahora, aunque incompletamente y de una manera irregular. (1).
(1) El Sr. Loscos expresa al final rotundamente la idea de que en caso de acordase la formación de la Flora de Zaragoza no aceptaría el encargo de hacerla; afirmación que sentimos y de la cual quisiéramos ver arrepentido al Sr. Loscos, que es irremplazable en esta suerte de trabajos. Concedemos de buen grado al citado naturalista que ni a su salid ni a sus intereses conviene tanto trabajo; pero el hombre que se ha consagrado por muchos años su patria, ¿no haría en obsequio de ésta un último esfuerzo?
Creemos que sí, y que lo conveniente, por tanto, es que lo mismo el Ayuntamiento que la Diputación provincial lleguen a convencerse de la utilidad científica que los planes. El Sr. Loscos reportarían y se dispongan a secundarlos – (N. de la R)
Hoy se observa en España gran movimiento en favor de la Flora Española; es decir, de una obra que merezca este nombre, pues aunque existen varias que tratan toda la vegetación peninsular, ninguna de ellas merece llamarse Flora, como sea incompleta; calificación que no dudo reconocerán por exacta sus autores. Sin embargo, según los vistos y hechos, se puede suponer que la Flora Española precederá a la de Aragón y a la de Zaragoza, y si muchas Sociedades científicas de varias ciudades tratan de ser representadas en su confección, nosotros, con doble motivo, coadyuvaremos a su realización intercalando en ella el nombre de Aragón, miles y miles de veces repetido, con el perfecto derecho que nos asiste, siendo al efecto necesario acumular aquí nuevos datos, noticias locales resumidas en herbarios de Aragón o Zaragoza. Para cumplir este objeto conforme mis artículos anteriores, es preciso llamar en nuestro apoyo a los naturalistas distinguidos, estimulándolos, sin remuneración, a que visiten nuestro jardín, en donde hallarán, ostentosamente colocadas, todas las especies más raras que de obligación nos corresponde mantener en él y de las cuales ya tendrían ellos noticia anticipada, en vista del Catálogo que debiera haberse difundido, al menos por toda España. Actualmente anda por el extranjero un caballero (Legión de Honor, Cruz de Carlos III) amigo mío, que se propone publicar prontamente algunas láminas de plantas aragonesas nuevas: publicación que se debe a mi podría, aunque no he tenido tiempo suficiente para fundar sólidamente la presentación de mayores exigencias ofreciendo mayor número de datos: poco importará a mi amigo regresar a Zaragoza en primeros de Abril si ahí hallara asegurada la satisfacción de sus deseos.
Yo he remitido muchas semillas de especies muy raras a Dinamarca, Suiza, etc., y también al Botánico de Zaragoza, así como muchas raíces vivas, y todo por conducto de mi querido maestro D. Florencio Ballarin, procediendo en todas mis remesas sin uniformidad ni concierto, como que todo lo costeaba de mi bolsillo particular; y de aquí resaltará que han de publicarse muchas láminas de plantas aragonesas, las cuales aparecerán más o menos tarde dispersas en varias colecciones a manera del botín que diferentes naciones han ganado en batalla contra una población cuyos maravillosos despojos ostentarán y cuyo mérito tratarán de engrandecer sus propios enemigos: creo que al menos debemos ser agradecidos a su proceder… Podremos decir que todo lo hemos perdido, menos los dineros.
He concluido, a pesar de que todavía no he penetrado en el tratado práctico de cuanto he dicho en mis artículos sobre la Flora de Zaragoza, y a mi parecer constituye la parte más interesante, de la cual podría yo hablar ventajosamente, puesto que soy muy trabajador (práctico) y soy un verdadero aragones; pues acaso nadie como yo puede indicar con mayor acierto las localidades especiales en donde crecen todas las especies más raras de Aragón, la época precisa de su recolección para trasladarlas al Botánico de Zaragoza y el lugar que les corresponde ocupar en él. Pero yo creo tiempo perdido continuar sobre un proyecto que no puede realizar hoy ningún botánico del mundo, a quienes no podrían satisfacer mis advertencias, ni bastarles su saber y buena voluntad, careciendo del conocimiento práctico para poder, penosamente, plantear mis teorías con su auxilio, que es el todo en el asunto en cuestión.
He sostenido serias discusiones con los hombres (naturalistas) de mayor talento y más distinguidos del mundo, sin contar en mi auxilio otros medios que el valor de que se halla revestido un hijo en defensa de su buen madre, de su patria: unos me han llamado verdadero aragones (tozudo) y otros han acabado por declararse los más amigos. Estos sucesos he aducido para convencer a los que desaprueben mi silencio en adelante, contrario a mis deseos.
Resumiendo: en los pequeños botánicos no debe absolutamente admitirse ninguna planta extranjera: en el de Zaragoza podrían figurar 300 especies zaragozanas, las más raras, y 700 otras, hasta 1.000, del resto de Aragón; debiendo calificarse de raras en atención.
1. A que son especies nuevas de Asso, Echeandía, Loscos y Pardo, Loscos, Lagasca, Willkomm, Boissier, etc.
2. A que son plantas aragonesas, a veces vulgares, que no crecen espontáneamente en Francia.
3. Y principal!!! A que son especies de nombre problemático, de las cuales podría yo citar en general muchas aragonesas, tales como la Scabiosa cesaraugustana, Vicia cesaraugustana y Scorzonera Clusii de Asso y otras.
Acerca de esta última conviene conocer la descripción de ella, publicada por Asso en la <<Synopsis>>: a saber:
<<747 Scorzonera (Clusii) caule multifloro, foliis radicalibus petiolatis, lanceolatis nervosis.
Scorzonera latifolia, altera C.B. Pin. 275.
Sc. Major Pannonica 1. Clus. Hist. 2, p. 138, fig. bona.
Vaillant. Act. Par. 1721, p. 287.
Sc. Plantagineo folio, caule folioso Grislei Virid. Lusit. P. 75.
Habitat in agris Caesaraugustae.
Planta pedalis. Radix carnosa. Caules ramosi, foliosi, Folia radicalia petiolata, lanceolata, quinquenervia, ut in Plantagine lanceolata; caulina ad ramorum exortum linearia. Flores lutei, ut in congeneribus.>>
Echeandía dice que la ha visto en los campos y huertos de Zaragoza, por lo cual yo conceptúo que no debe ser muy rara.
Lo que sí me parece muy raro es la determinación acertada del nombre de esta especie sin tener a la vista la planta típica de Asso.
Mi amigo Sr. Cutanda, en su Flora de Madrid, llama Sc. Angustifolia L. a la de Clus. Hist. 2, t. 138. Pero aunque Asso y Cutanda conviene en la cita de Clusio, que puede verse en la Biblioteca de Zaragoza y es obra que no conozco, desde luego se observa que esos dos autores dan de una misma planta diversas descripciones, citando el Sr. Cutanda para la planta de Madrid, como carácter esencial, el de tallo unicéfalo, que no conviene a la de Zaragoza.
Antes de la Flora de Madrid yo había sospechado que pertenecía la planta en cuestión a la <<Sc. Humilis L.>>, opinión presentada también, aunque en deuda, por mis amigos los Sres. Willkomm y Lange en el <<Prodr. Fl. Hisp.>> p. 1780.
Supuesto que Asso califica de buena la lámina de Carlos Clusio, no hay más que ver esa obra en la Biblioteca de Zaragoza para apoderarse de la planta, particularmente en fruto, y fácil de conocer por sus hojas semejantes a las de Plantago lanceolata.
Poco a poco me extiendo demasiado contra mi voluntad: cada problema debe tener su historia a fin de que si no tenemos bastante saber no nos tachen de malos trabajadores y hallemos disculpa con la presentación de todas esas plantas en el Botánico, en el Herbario, que el esclarecimiento de la verdad lo traerá el tiempo, aún sin intervención de nuestra parte para conseguirlo: acomodar las plantas problemáticas en el Botánico y ¡cosa rara! Un día parecerá entre nosotros un hombre que tomará nota detallada de todas ellas para darlas a conocer públicamente con sus nombres científicos en algún libro.
Ya estamos en primavera y con ella aparecen muchas plantas en flor: ya tengo en mi huerto en plena floración la Hutchinsia Aragonensis y Euphorbia Helioscopoides, ambas especies en litigio por espacio de 25 años; la primera reconocida por muchos como especie propia, y la segunda, negada en absoluto y sostenida tenazmente por mí, ha sido al fin aceptada como buena especie por todos los botánicos del mundo; por eso he dicho en mi tratado de plantas que << en el mundo presente reside un gran Jurado que decide, aunque tarde, con la mayor imparcialidad.>>
Tengo en mi huerto estas dos plantitas y de ellas me propongo recoger semillas para el Botánico de Zaragoza. La Euphorbia se halla muy adelantada, con frutos poco maduros: según he publicado, habita esta planta donde quiera en toda la parte baja de la provincia de Zaragoza, y creo que también debe hallarse en los términos de la ciudad, por lo cual. A pesar de sus propios caracteres que he publicado, tiene otros para reconocerla y distinguirla con facilidad de la E. Helioscopia, con lo cual se había confundido. Sería una gran conquista para la Flora de Zaragoza. Véase sus caracteres y diferencias:
E. Helioscopioides E. Helioscopia.
Monte, tierras muy secas al pié de colinas abrasadas por el sol.
Siempre pequeña, 5, 15 cent.
Adulta, muy lampiña.
Tallos estériles casi siempre numerosos: todos ordinariamente echados en tierra.
Estilos bipartidos hasta su mitad, reunidos al fin en hacecillo apretado.
En huertas, en campos sembrados.
Grande siempre hasta 4 decímetros.
Casi siempre vellosa, sobre todo las umbelas.
Tallos derecho.
Estilos apenas bífidos en su ápice, al fin arqueados y reunidos en hacecillo muy laxo.
E. Helioscopoides E. Helioscopia.
Semillas pequeñas, de color uniforme, desprovistas de plano caruncular.
Floración temprana; Febrero, Abril.
Semillas mayores, negras, con carúncula blanca.
Floración tardía: Mayo, Septiembre.
Heme detenido en esta especie, porque ella sería una gran conquista para la Flora de Zaragoza: yo sospecho que debe hallarse en collados de Torrero: ella suele habitar lugares pedregosos al pié de colinas muy expuestas al sol y regadas por las aguas de lluvia: aunque algunas falten enteramente, no por eso deja de vivir y fructificar, produciendo en tal caso un solo tallo fértil, derechito, largo de tres a cuatro centímetros, terminado por una pequeña umbela, y acompañado inferiormente de uno o dos ramitos estériles, largos de un centímetro: hab, en Torrecilla (Pardo).
También se halla en florescencia el <<Sisymbrium Assoanum>>, planta zaragozana que yo remetí viva desde mi huerto al Botánico de Zaragoza por conducto de mi querido maestro D. Florencio Ballarin.
Es planta muy voluminosa, que suele producir un centenar de tallos, y se propaga de raíz o de semilla con muchísimas facilidad. Finalmente, muy fácil me sería, supuesto que es este el asunto que más entiendo, de formar tres listas de plantas que correspondan a cada uno de los grupos que deben formar el Botánico.
1. Plantas nuevas.
2. Plantas nacionales.
3. Plantas problemáticas.
Pero sería tiempo perdido mientras no precedan dos circunstancias:
1. Nombramiento de un encargado que a su saber reuna imprescindiblemente la circunstancia de ser aragones. 2. Aprobación de mis teorías.
La persona que se nombre no quiero yo serlo, y esto lo digo con la mayor formalidad, porque no conviene ni a mi salud ni a mis intereses, ni a mi crédito; hasta el punto de que si yo fuese nombrado, cosa que no espero, por cuanto el egoísmo y la degradación han de impedir que se tomen en consideración mis proposiciones, hasta el punto, repito, como lo más probable, que rehusaré ese honor, que no tengo fuerza físicas suficientes para dar cumplido remate a mis proyectos: desde ahora rehusó ese honor…
Además de grandes recursos materiales que ha de ofrecer generosamente la ciudad de Zaragoza; además de reunirse todas las condiciones necesarias, indispensables para el logro de los proyectos expresados; además de hallar un hombre inteligente, activo que se aragones, son precisos tres años para la completa realización de mis expresados pensamientos, procediendo como he dicho con grandísima actividad y particularmente con grande patriotismo, pies no todos se hallan en condiciones de comprender los mucho que esta última circunstancia conviene para el logro de nuestras aspiraciones. Fácil me fuera aducir hechos en comprobación de cuánto interesa este proceder pero ya lo he dicho: yo soy eminentemente conciliador: ya en otra parte he dicho <
Aquí me gallo dispuesto a favorecer esta empresa hasta donde mis fuerzas alcanzaren; que sea tanto, cuanto alcance mi acendrado patriotismo y desinterés.
Continuara yo de muy buena gana la explicación de mis teorías, si sospechara que la generación presente, materialista y descreída, hubiera de fijar en ellas su atención con ánimo de discutirlas, para de ellas escoger y llevar a la práctica lo mejor: pero considero del todo, tiempo perdido; y como no tengo aspiraciones de lucro en este asunto, poco me importa hablar con franqueza lo que me parece verdad; lo que ha sido y será.
Tiempo perdido: ¿qué más decir?
FRANCISCO LOSCOS.
21 Marzo 1878 (1)
(1) Aquí corresponden las notas publicadas en las páginas 201 y 202, las cuales se refieren a los tres artículos precedentes sobre la FLORA DE ZARAGOZA; a continuación el tratado GÉNERO MALVA de la página 202, al cual el artículo de la página presente y siguientes.- (N de la R).
Últimamente en el núm. XLVII se publica un nuevo trabajo que nosotros teníamos proyectado imprimirlo por apéndice al final del Tratado de Plantas, pero lo anticipamos aquí sin prejuicio de dar un nuevo suplemento, si fuere necesario, en lugar correspondiente:
Publicamos a continuación un trabajo que nos remite el infatigable farmacéutico Sr. D. Francisco Loscos. Los reparos que en él se expresan, muy atendibles por cierto, son una prueba del aprovechamiento con que trabajaba el Sr. Loscos en sus constantes aspiraciones, y dicen además cuánto aquilata esas cuestiones interesantísimas de Botánica, una discusión razonada, científica y seria.
Helo aquí:
<<Me hallo en la obligación de agradecer a la redacción de La Clínica las adecuadas frases estampadas en el NÚM. XII, Censurado agriamente el abandono de las Exiccatas de Aragón; publicando la descripción de la Arenaria Loscosii, ofreciendo reproducir todo cuanto aparezca relativo a nuestra Flora; reconociendo que son muchos y muy difíciles los problemas que yo he presentado, lamentando que no lo han sido en menor número, lo cual hubiera sido muy conveniente, y sobre todo muy fácil.
Tales propósitos y tales excitaciones me estimulan a romper el silencio que me impone la necesidad, pues hace diez meses que no he abandonado mi casa, y no es posible que un práctico, sin practicar acierte a fundar algún trabajo, rociándole sus inclinaciones, privándole de todos sus deseos, condenándole a una quietud inconveniente. Ocioso me parece encarecer de nuevo el mérito de las Exiccatas; y en cuanto al hombre que aquí se necesita, no vale por todo su talento y su saber, si carece de otras cualidades que son las más indispensables: no sería indigno que yo me adelantase a tratar de este asunto especial, como tampoco me avergüenzo de haber gastado mis intereses en beneficio de la causa pública de mi país sin muestra de arrepentimiento; pero no es ese el objeto de esta publicación, ni se necesitan nuevos datos en este punto para los que intenten escribir la historia de mis infortunios y causas que los motivan.
La Redacción de La Clínica se propone formar un repertorio de cuanto se publique en adelante sobre la FLORA DE ARAGÓN, y yo desde mi encierro acompañaré a la Redacción conforme a los escasos recursos de que puedo disponer, pues sería ridículo andar reacios en este asunto, entretenidos en estériles lamentaciones; la firmeza de carácter con el fuerte apoyo de la razón que no se atreven en negarnos, ni aún las personas más indiferentes, puede enderezar los sentidos de los que se hallan obligados a favorecer nuestras demandas.
Principio por manifestar que he recibido la Parte 3.ª, que no es la última, del volumen 3.1 de PRODROMUS FLORAE HISPANICAE que actualmente publican mis amigos Sres. Willkomm y Lange. No me siento con fuerzas suficientes, ni es este el momento de hacer una apología exacta de esta rica obra; quizá en otra ocasión la haré en acción de gracias por el interés creciente que sus autores han desplegado en honor de nuestra FLORA DE ARAGÓN, ilustrando con noble imparcialidad los puntos oscuros de trabajos anteriores sobre la misma.
Los Sres. Willkomm y Lange, que son verdaderos sabios en su genuina significación, no creen que sus palabras constituyen la última expresión de la ciencia, y así, con el beneplácito de los mismos, voy a exponer y comentar cuanto se refiere a nuestros propios intereses, con el único empeño de servir a tan noble causa para conseguir el resultado final que todos anhelamos, contando previamente con la benevolencia de La Clínica, que es todo en el asunto en cuestión.
Ruta Chalepensis L. angustifolia Willk (R. angustigolia P) b. bracteosa Willk (R. bracteosa DC).
Esta opinión conviene exactamente con la nota de la Serie imperf., página 86. Ella determina también la sinonimia de la R. Chalepensis, vagamente conocida hasta hoy. En suma, la R. angustifolia, Serie núm. 429 y la R. bracteosa, Serie núm. 430, constituyen una sola especie, que es R. Chalepensis L.
Geranium Endressi J. Gay. En Francia, y acaso en Pirin. De España (Prodr. Fl. Hisp., núm. 4113).
Erodium macradenum. En Peñablanca (Bordere).
Erodium supracanum Herit.- límite de Aragón.- En Peñagolosa (hb. H. Matrit.!) Prodr. Núm. 4128: sin duda en Aragón (Loscos).
Erodium malacoides Willd.var.subtrilobum Lge. (E. subtrilobum Jord) Prodr., núm. 4142: es E. Aragonense Losc.!
Así lo tengo por cierto, si bien es verdad que además de sus hojas trílobas tiene otro carácter importante que publicaré en el catálogo de pl de Aragón (hoy en prensa): véanse páginas siguientes.
Linum salsoloides Lam. (L. suffruticosum Willk. Sert., número 179). Aragón superior en el valle del río Aragón: Prodr, número 4160. Serie imp., núm 362, en parte.
Polygala calcárea. Serie núm 265: la planta indicada en Castanesa por Lezat corresponde a la P. Alpestris Rchb.
Según Timb-larg, crece en Pirineos de Aragón, cerca de pina Song. Perr., y el Sr. Willk, sosprecha que puede ser variedad de la P. calcárea (Prodr., sub., núm. 4180).
P. nívea Mieg. Probablemente en Pirin de Arag (Willk. Prodr., sub., núm. 4184).
Acer Italum Lauth (1781), sinónimo de A. Opulifolium Vill. (1786).
Ornus Europaea P. Fraxinus Ornus L. declive superior de Peñagolosa (Bourg), limítrofe de Aragón.
Fraxinus Excélsior L. toda la del Bajo Aragón, que es la misma presentada en la Exiccata bajo F. rostrata, toda es F. excelsior, según Willk. Prodromus, núm. 4193: el F. rostrata es forma del F. angustifolia Vahl., así como también lo es el de sámaras obtusas, y crece en Jaca, etc. (Serie imperfecta, número 1350).
Malva trifida Cav. Campo de Zaragoza. (Cav!).
Gracias a los autores extranjeros, sabemos definitivamente que la M. trifida habita en Zaragoza, según yo había supuesto anteriormente: asimismo he publicado que a la M. trifida se refieren otras dos especies malamente indicadas en Zaragoza por Asso y Echeandía.
Malva silvestris L., sinónima de la M. Mauritiana L.
Malva vulgaris (Trag.) Fr.: es según Willk. M. rotundifolia AA. Hisp. non L.
También podrían ser sinónimas, o hallarse ambas especies en España, porque la M. rotundifolia es variable en Aragón por sus flores purpúreas o enteramente blancas; por sus tallos muy largos rastreros, o más cortos y cespitosos; también en cuanto a la pubescencia de los carpillos: tengo aragonesa la M. rotund. L.
Malva parviflora y M. microcarpa. Son admitidas como especies distintas, pero dice Willk, que probablemente forman una sola especie (M. parviflora L).
Hypericum fimbriatum Lam. En Panticosa (Sociedad bot. Fr.) Es sinónimo del H. Burseri Spach, y del H. Richeri Auctor. Hisp. non. Vill.
El H. Richeri Vill, es peculiar de los Alpes, acaso no de los Pirineos, y al parecer no difiere específicamente del H. Burseri, constituyendo sin embargo una forma determinada por caracteres propios.
Hypericum nummularium L. En Panticosa. (Sociedad bot. Fr) Hospital de Benasque Renclusa (Costa). Puerto de la Picada. (Godr. Gr) y de la Glera (Zett).
Sagina sabuletorum (J. Gay) Lge. Según opina el Sr. Willkomm, pertenecen a esta especie no solamente la S. Loscosii, sino también la S. macrocarpa indicada en Castelserás muy rara: aunque esto no sea S. sabuletorum ni S. macrocarpa, bien podría ser otra especie, que yo la he buscado inútilmente durante algunos años en ramblas del Guadalope: ella procede seguramente de sierras meridionales. Yo bien creo que son una misma cosa la S. sabuletorum y S. Loscosii: de ésta nada me resta decir después de cuanto he publicado en mí <<Tratado de plantas;>> ella florece y fructifica en primavera: su raíz no es enteramente anual.
Moechringia trinervia Clair. Bielsa!
Moehringia pentandra Gay, M. trinervia, Serie imp., número 327, testigo Willkomm.
Arenaria laptoclados Guss., sinónima de A. minutiflora Loscos, según Willk.
Así parecen serlo, pero deben ambas pertenecer, ni más ni menos, a la A. Serpyllifolia L.
Arenaria Conimbricensis Brot. Señala el Sr. Willkomm esta especie en el Prodr. Núm. 4321, en diversas partes de Aragón, Palomita, Fortanete, Cantavieja (Asso) Beceite, Valderrobres, Peñarroya y todo el Maestrazgo (Loscos y Pardo).
El Sr. Willkomm expone su opinión en vista de la planta que lo le remití en 1865, procedente de Peñarroya, en el Cabezo de la Umbría, localidad única en donde cogí todos los individuos que allí encontré, remitiendo parte al Sr. Costa, parte al Sr. Willkomm y parte al Hb. De Arag., todos ellos bajo el nombre de A. modesta var. (Serie imp. Núm. 331): en 1868 cambié en el Hb. De Arag. el nombre de A. modesta por el de A. obtusiflora. Muy satisfecho quedé con este cambio, hasta que en los puertos de Valderrobres y Beceite cogí en 1877 los ejemplares distribuidos en la Exiccata bajo Arenariae sp. Nov., por haberme cerciorado de que esta especie era muy distinta de la A. obtusiflora, quedando pendiente de observación ulterior, averiguar si los individuos del Cabezo de la Umbría remitidos al Sr. Willkomm y al Hb. De Aragón son o no son idénticos a los del puerto de Beceite y Valderrobres: yo no conservo ejemplares de la Umbría para compararlos con los de los puertos; en el Hb. De Arag., por el contrario, los hay de la Umbría y faltan de los puertos: yo confío que dentro de algún tiempo ambas plantas podrán compararse y estudiarse en Zaragoza, para ver si efectivamente son dos especies diversas, en cuya caso, que me parece improbable, bien podría la de la Umbría corresponder a la A. Conimbricensis y la de los puertos a la A. Loscosii.
El Sr. Willkomm en el Prodr, aduce localidades que yo le indiqué malamente al remitirle la planta de la Umbría, diciéndole que ella era común en los puertos, suponiendo yo, como he dicho, que todas correspondían a una sola especie, y asimismo supuse malísimamente que la planta de Cantavieja (Asso) era la misma de Peñarroya y de los puertos.
En suma, tenemos en cuestión tres plantas: la de la Umbría, que yo nombré malamente A. obtusiflora (Hb. De Arag): el señor Willkomm la nombra A. Conimbricensis Brot., y creo que no difiere de la A. Loscosii Tex.
La de Cantavieja (Asso) es bien distinta de la antecedente y de la siguiente-, un pequeño individuo que poseo lo llevaré al Hb. De Arag: es A. ciliaris Losc.! Asso Synops. N. 832!
La de Valderrobres y beceite (véase Exiccata), es A. Loscosii Tex., especie muy buena y bien distinta de las A. conimbricensis y A. obtusiflora por sus sépalos elípticos o casi elípticos, así como los pétalos, nulamente espatulados ni apiculados; por sus anteras de color purpúreo subido: por la caja poco más larga que el cáliz, angostada debajo del ápice, con dientes muy poco profundos; por sus semillas con tubérculos agudos.
Arenaia capitata Lam. Ar. Tetraquetra a legítima Gr. Godr.: Gypsophila aggregata L.: Serie núm. 333 la var. Querioides Pourr: en Peña de Oroel a 5.00 piés (Wk).
Arenaria tetraquetra L. sp: la var. Pyrenaica Bss. Es Ar. Tetraquetra b. condensata Gr. Godr. Serie imperfecta núm. 333 en parte Pirin. Arag en varias partes (Véase Prodr. Fl. Hisp.)
Cerastium perfoliatum: en los campos (Lag.)
Silene elegans Lk ap. Brot. Fl. Lusit. Pirin, de Aragón (Bubani, 1845), Agosto.
Silene acualis L. es variedad la S. bryoidea Jord.
Silene arvensis Loscos: es variedad de S. muscipula. Así debe serlo, pero sobre este asunto he publicado cuanto yo tenía que oponer.
Silene viridiflora L. (Asso).
Silene Italica (L) P: Serie imp. Núm. 286 en parte. Rara en pinares del monte Uruel (Willk).
Silene Nevadensis Boiss. Serie núm. 286 en parte: en provincia de Teruel, común.
Silene glareosa Jord: sinónima de S. inflata.
Túnica Saxifraga Scop. Dianthus L. Gr. Godr.; Guypsophila L. God. Cerca de Jaca (Duf).
Dianthus cognobilis Timb,. Larg, sinónimo de D. Requienii Godr.
Dianthus insignitus. Timb.- Larg., sinónimo de D. pungens Godr. Gr.
Dianthus Lusitanicus Brot. Serie imp. Núm. 313 en parte: puerto de Daroca y de San Martín: forma nana parviflora en suelo calcáreo árido (Wk).
Dianthus attenuatus Sm. Serie imp. Núm 313 en parte: en Martin del Río (Berbiela).
Dianthus Broteri Boiss Reut. Es sinónimo de D. Valentinus Willk.
Dianthus fallens Timb.- Larg., sinónimo de D. tener Gr. Godr.
Dianthus superbus L. en Jaca (Amo). Pero el señor Willkomm sospecha vivamente que es más bien D. Monspessulanus.
Frankenia Reuteri Boiss. Diagn. Pl. orent. Fr. Rhymifolia. Serie núm. 271.
Viola alba Bess. V. odorata L. var? Bielsa (Campo) Lange, Prdor. Núms. 4481 y 4482.
Viola Riviniana Rchb, es V. silvatica Fr. Var. Lge. Prodr. Número 4484.
Viola pyrenaica Ram. Probablemente es V. Palustris L. var Lge. Prodr. Sub. Núm. 4496.
Cistus Monspeliensis L.- Límite de Aragón – en Peñagolosa (Cav).
Helianthemum virgatum. (Desf) Wk, en Aragón, cerca de Jaca (Dufr) Willk. Prodr. Núm. 4541.
Castelserás 3 Agosto 1878.
Tenemos el gusto de publicar en nuevo escrito del Sr. Loscos, estableciendo las diferencias entre la Reseda Phyteuma y Reseda Aragonensis, e indicando que a su parecer esta última especie, al menos en parte, constituye la Reseda Phyteuma Auctor. Hispanic, non L.
Se duele el autor de verse amonestado por sus amigos, sin atreverse a extender la historia de las contrariedades que ha sufrido el nombre de la Reseda Aragonensis, desechado a veces injustamente por autores españoles, los cuales acaso apoyan sus demostraciones en estudios sobre base falsa acerca de la misma Reseda Aragonensis, a la cual ellos llaman malamente Reseda Phyteuma. Probado es, en efecto, que la Reseda Aragonensis es común en España, así como en las cercanías de Zaragoza (Reseda Phyteuma, Asso et Echeand), al paso que la Reseda Phyteuma L., al parecer, es común en Aragón, solamente en las inmediaciones de Caspe y Chiprana, junto al Ebro, en donde actualmente se halla colocado el Sr. Loscos, para deducir oportunamente sobre el terreno las observaciones que su artículo contiene.
Aún cuando no contamos hoy con datos suficientes para conceder en todo la razón al Sr. Loscos y hacernos responsables de la exactitud de sus observaciones, como quiera que nos consta su gran laboriosidad e ilustración, poco comunes en Botánica, siempre hemos estado dispuestos y seguiremos prestándole todo nuestro apoyo en pro de los adelantos de la ciencia que con tanto talento cultiva. Por otra parte, personas muy autorizadas son las que más o menos tarde han de resolver definitivamente. Lástima grande es que el Sr. Loscos se halle oscurecido por la inacción forzosa en que se encuentra, acaso para siempre: no tiene razón para ser modesto; obrar debe de manera que al menos que en favor suyo, la memoria de su nombre… lo más pertenece a la historia. Así lo comprende La Clínica y se complace en expresarlo.
Distinguiese de la <<Reseda Aragonensis>> por su tallo robusto con ramos derechos o ascendentes, y con racimos rectos y derechos doble más gruesos, así como por sus pedicelos doble más gruesos y más ligeros, no menos que sus brácteas lineares aún que más cortas que los pedicelo: sus hojas superiores trífidas; por sus sépalos acrescentes, acanalados, largos, oblongo-lanceoladas, trinerves, ásperos sobre el dorso, con bordes que más bien que ásperos parecen aserrados; por sus pétalos blancos con lacinias lineares más estrechas y más cortas de color leonado superiormente, con los dos pétalos inferiores lanceolados, ocultos debajo de los estambres y más cortos que ellos; por sus anteras amarillas; por su indumento que inferiormente que consiste en algunos pelos esparcidos, y superiormente toda la planta se halla cubierta de asperezas; y despide olor de rábano. Toda la planta es verde amarillenta y al secarse es amarilla.
Jamás varían en estado espontáneo el olor y colorido de esta planta. Así como la firmeza de sus tallos derechos, la forma acanalada de los sépalos, etc., etc., pero con el cultivo la he observado con ramos tumbados por su propio peso y con sépalos casi planos. Es anual, pero puede serlo bienal, aunque no con tanta frecuencia como la especie siguiente: su duración en estado espontáneo nunca se prolonga más allá de Junio. Habita siempre en vertientes muy inclinados y secos frente a los cientos del N y rarísima vez acaso en llanuras elevadas, jamás en lugares cultivados.
<<Reseda Aragonensis>>. Tallo muy ramoso con ramos flexuosos delgados, desparramados y echados en tierra; hojas todas casi siempre enteras: sépalos anchos, obtusos, poco acrescentes, planos trasovado - cuneiformes; pétalos enteramente blancos, con lacinias casi lineares más largas y más anchas que en la <
Ofrece mayor analogía esta especie con la <<Reseda odorata>> que con la <<R. Phyteuma>>, pero de ella se diferencia por la brevedad de sus pedicelos y más particularmente por los filamentos notablemente inflados debajo de las anteras. Estoy persuadido de que la <<Reseda Aragonensis>> constituye ni más ni menos que de la <<Reseda Phyteuma Auctor. Hispanic. (non L) salten ex parte>> suponiendo que la <<Reseda Phyteuma L.>> es planta rara en España, al paso que la <<Reseda Aragonensis>> es común donde quiera, no solamente en todo Aragón, sino en muchas provincias, acaso en toda España: en Albarracin común (Zapater).
Es cierto que con lo dicho basta y es cuanto puedo decir con respecto a la ciencia y escasos conocimientos, pero yo me atrevería a extenderme para trazas la historia de la <<Reseda Aragonensis>>, y de las vicisitudes y contradicciones que ha sufrido su nombre después de 30 años que yo distinguí esta planta como especie propia; pero mis amigos me han advertido cariñosamente que en mis publicaciones me ocupo demasiado de mi nombre.
Bien observo que hoy es moda firmar los escritos en singular hablando de los asuntos en plural, aunque sean varios los autores que no se nombran: si yo en los míos procediese de este modo, de seguro mentiría, atribuyendo a otras personas méritos a cada uno de los autores, dando al todo un colorido ambiguo e informal: bien sé que en mis escritos sobran muchas palabras y acaso faltan otras, pero siempre procuro explicarme con la posible claridad aunque con mucha difusión y bien poca elegancia, defectos que son perdonables, y son achaque de mi poco talento, y de la ostentación inconsiderada en favor de las cosas de mi país.
Chiprana 28 Mayo de 1879.
FRANCISCO LOSCOS.
(La Clínica, 8 Junio 79.)
La primera crece en Chipran en terrenos arenosos pingües, huerta de la Noria (SERIE núm. 97) y en los Ramos abundante (Observ. Día Junio 1879), no vista en otra parte.
La segunda abunda mucho campos y muros (SERIE núm. 98), sobre tapias y edificios, cabezos y campos secos; en todas partes. Al ocuparme de esta planta expuse en la Serie imperfecta que el cáliz persiste solamente en su fruto joven y no constituye carácter de la mayor importancia: esto sucede a la verdad en formas intermedias. Indique también en la EXICCATA, que no me había ocupado de su estudio detenidamente (por falta de ocasión), y que tanto ella como la E. sativa constituían a mi parecer una sola especie, añadiendo que algunos autores han atribuido semillas universales a la E. vesicaria, cuando en realidad la planta aragonesa que es la que forma el tipo descrito por esos autores citando a Asso, las tiene viscerales, y ese error de la imprenta o lapsus calami a retar dado la resolución del problema tantos años ha planteado por el Sr. Cavanilles.
Al presente no tengo libros, y en suspenso mis relaciones con los principales botánicos del mundo, gracias a la prodigalidad inversa que aquí se concede a personas que valen algo por su laboriosidad, viéndome precisado a establecer mi opinión sobre fundamento inseguro acerca de este asunto.
Creo que los botánicos durante muchos años han estado indecisos en llamar Eruca Sativa a otra planta caracterizada por sus semillas uniseriales, a fin de no exponerse a cometer un solemne disparate, sancionado al par con su prolongado silencio, la probabilidad de hallar algún día la pretendida especie que a mi parecer no existe, conocida bajo E. vesicaria.
Ahora, después de 25 años de ausencia, me hallo en ocasión de observar las dos plantas citadas (también en la SERIE IMPERFECTA), y no encuentro entre ellas ninguna diferencia esencial a pesar de su diverso aspecto y colorido, y de otros caracteres que se hallan combinados y distribuidos en gradaciones o formas insensiblemente las aproximan y confunden: salvo en todo el parecer de personas más autorizadas.
La Eruca vesicaria se halla toda cubierta de pelos algo ásperos, así como el cáliz que es de color pálido y persiste inflado sobre el fruto durante mucho tiempo: racimo fructífero corto, con pedúnculos delgados; silicuas más globosas y erizadas.
Desde los cabezos saltan o son arrastradas fácilmente las semillas que se introducen en las huertas, dando lugar en su tránsito a diferentes formas caracterizadas por su mayor o menor desarrollo, colorido, indumento, persistencia del cáliz y demás caracteres que otros pueden observar en adelante con mayor detenimiento.
Castelserás 6 Junio 1879.
FRANCISCO LOSCOS.
(La Clínica, 15 Junio 1879).
En otra época, si mal no recuerdo, prometí en La Clínica ocuparme de añadir a nuestro TRATADO DE PLANTAS algún carácter importante para diferenciar el Erodium subtrilobum distribuido con la EXICCATA; pero al escribir de estas especies en la referida obra, hasta cierto punto olvidé mi promesa, y ahora trato de subsanar esta falta, pues son muchos y muy importantes los caracteres distintivos que ellas ofrecen para diferenciarlas a primera vista con toda seguridad, cuya circunstancia me excusa de escribir con mayor extensión al continuar hoy mis averiguaciones acerca de este punto, atendida también la índole de estas breves noticias.
En diversas épocas me han aconsejado varios amigos que la falta de recursos que por todas partes limita mis acciones, no hace al caso para la exposición de asuntos científicos; pero yo he creído siempre que mis alegatos son interesantes para atenuar mis defectos y para eximirme de responsabilidad.
A la casualidad, más no a la abundancia de recursos, se debe mi permanencia en Chiprana en ocasión de publicar las notas referentes a las Reseda, Eruca, Erodium, que debieron haberse publicado en años anteriores.
La falta de relaciones hace que no conozca el Erodium chium, ni la descripción del Erodium subtrilobum JORD., ni he leído obra alguna de este autor.
Erodium chium WILLD.- Esta especie ofrece mayor analogía con el E. subtrilobum que con el E. malacoides; pero de los dos se diferencia esencialmente, al menos por los filamentos de estambres estériles pestañosos y por las valvas del fruto con depresiones ovales, desprovistas de pliegue concéntrico debajo de ellas. No se ha encontrado a mi parecer en Aragón, aunque no desconfío de que aparezca hacia los confines del reino de Valencia.
Erodium malacoides WILLD. – Pico del fruto largo de 24 a 26 milímetros; valvas con depresiones y pliegue glandulosas, separadas por un tabique casi redondo un poco truncado en el borde superior; aristas al fin retorcidas en espiral con vuelta apretadas casi contiguas. Planta toda cubierta de pequeños palos glandulosos abiertos, entremezclados de algunos otros más largos, no glandulosos. Común en el Bajo Aragón.
Erodium malacoides WILLD., var. Subtrilobum LGE. WILLD. PRODR. FL. HISP. Además, los señores LANGE Y WILLKOMM en PRODROMUS citado hacen esta variedad sinónima del Erodium subtrilobum JORD.
Habita en campos secos, común en la Val de Santa María de Chiprana, Mayo 1879; no vista en otra parte.
Efectivamente puede ser cierta la opinión que han presentado los citados autores, porque aunque no conozco la descripción del E. subtrilobum JORD., éste se halla esencialmente caracterizado por sus hojas de la misma forma e igualmente hendidas, de aquí resulta que el adjetivo subtrilobum es por lo menos ambiguo y puede convenir a dos especies bien distintas.
En cuyo caso (que me parece improbable) si el Erodium subtrilobum JORD. Es sinónimo del E, malacoides var., acaso resultará especie nueva la siguiente, para la cual propongo el nombre de Erodium Aragonense, y voy a describirlo a continuación.
Erodium subtrilobum Loscos, EXICC. ARAG. non JORD? An sp. Propia? (Erodium Aragonense). – Común en cercanías de Castelserás.
Distinguiese esta especie del E. malacoides…
Erodium subtrilobum Loscos, EXICC. FL. ARAGONENSIS, cent. 1.ª n. 26. – Distínguete esta especie del Erodium malacoides por sus tallos doble más robustos; valvas con depresiones y pliegues no glandulosas, separadas por un tabique cuyo borde superior es cortado oblicuamente en línea recta y escurrido o apoyado contra la base del pico, cuyas artistas son al fin arrolladas en tirabuzón con vueltas muy laxas.- Tallo, pedicelos y cáliz erizados de pequeños pelos no glandulosos.
No conozco el área que ocupa esta especie y solo sí que aparece en diversas localidades alrededores de Castelserás, no rara en algún terreno arcillosos y al margen de sembrados: florece como el E. malacoides en primavera y otoño.
Queda netamente diferenciado el Erodium subtrilobusm LOSCOS del E. subtriculum: falta averiguar a cuál de las dos especies corresponde el E. subtrilobum JORDAN, suponiendo con toda probabilidad que esta última no constituye especie propia y distinta de las otras dos, o que el E. subtrilobum Loscos del E. subtrilobum: falta averiguar a cuál de las dos especies corresponde el E. subtrilobum JORDAN, suponiendo con toda probabilidad que esta última no constituye especie propia y distinta de las otras dos, o que el E. subtrilobum Loscos no se halla ya nombrado y publicado: y en tal caso, si el E. subtrilobum JORD. Forma parte del E. malicoides, como algunos autores sospechan, pretendo que el E. subtrilobum Loscos en adelante se denomine E. Aragonense.
Son estos problemas tan fáciles de resolver que no deben pasar muchos meses sin que de una u otra parte nos lleguen su contestación: por desgracia hoy carezco de todo medio; no conozco el E. subtrilobum JORD, ni siquiera su descripción, porque no poseo obra alguna de ese autor, y al presente me hallo enteramente separado (por economía) de todas las personas que podrían darme favor en este asunto.
D. MANIEL GRAU halló por primera vez esta pretendida especie nueva, aragonesa y catalana, en 22 de Julio de 1864, debajo de Caseras, dentro del río Algas, en compañía de Potamogeton cylindricus Loscos.
En 1866 se publicó en la SERIE IMPERFECTA, núm. 2007, su descripción, que fue reimpresa al tratar de la EXICCATA en nuestro TRATADO DE PLANTAS de Aragón, añadiendo en esta obra una relación minuciosa del viaje largo y costoso que practique infructuosamente en 3 de Junio de 1877 en demanda de esta especie y no pude hallarla en el río Algás, suponiendo (malamente) que había sido toda ella barrida por las recientes avenidas.
Tantos afanes, entonces ni ahora, no se dirigían exclusivamente a la ostentación de una especie rara, sino más bien en demanda de auxilio para el esclarecimiento de la verdad que se pretende, entregando en buenas manos un legado formado de cuantos datos pudieran estar a mi disposición.
Perdida toda esperanza de adquirir la especie en cuestión, cuando menos esperaba la encontré muy abundante en 1. º de Agosto de 1879 en el río Guadalope junto a mi huerto, en sitios que llaman Pozo del Rosario y Fuente de Balanguer, los cuales hallé casi enteramente obstruidos por el P. filiformis y P. cylidricus, formando grandes masas apretadas en flor y fruto joven: de cuya observación se infiere que el 3 de Junio no pudo ser hallada en el río de Algás, en donde apenas en estado naciente podría haberse encontrado a fuerza de grande diligencia: tampoco parece ser exacto que pueda ser arrebatada fácilmente por las corrientes por causa de hallarse muy arraigada y tener tallos correosos y flexibles.
La planta del Guadalope es la misma de Algás: sus carpillos varían entre 2-3 mm, de longitud sobre 1 ½ 2 mm, de anchura y terminan en pico corto obtuso: sus hojas casi uninerves más bien que trinerves, pues los dos nervios laterales o no existen o se ven a veces con mucha dificultad. Ella pertenece exactamente a la misma sección que el Potamogeton pusillis L., y propongo <
Del P. pusillus se dice, por ejemplo, que tiene tallos cilíndricos casi comprimidos; hojas casi agudas frecuentemente micronuladas, con 3-4 nervios: carpillos apneas comprimidos, con faces cóncavas: la planta queda verde después de seca.
El P. filiformis tiene hojas angostas desde la base al ápice, largamente puntiagudas (nada micronuladas ni cosa parecida), casi uninerves: carpillos apenas comprimidos, muy convexos sobre las faces. La planta nunca es verde ni aún en estado reciente, sino que tiene color parduzco claro que la distingue bien de otras especies entre las cuales habita: sus tallos parecen exactamente cilíndricos, pero tan delgados que es difícil cerciorarse de que efectivamente lo son.
FRANCISCO LOSCOS.
Castelserás 7 de Agosto de 1879.
Al contrario de lo que ha sucedido con otras plantas aragonesas, esta ha sido recibida, al parecer, por los botánicos, como especie muy buena.
Al describirla su autor apenas tuvo a la vista los ejemplares en flor distribuidos en la EXICCATA; más yo, a fuerza de grandes cuidados, he logrado en Castelserás dos individuos vivos en un tiesto con ocasión de estudiarlos y ampliar su descripción, en la que nada tengo que corregir, excepto que las hojas y brácteas son un poco micronuladas y los sépalos terminan en punta corta un poco aguda y encorvada, y a veces aparecen redondos y obtusos porque la punta es poco visible o enteramente borrada.
La descripción publicada de esta especie es muy buena y la diferencia bien de sus congéneres, pero también ofrece otros caracteres interesantes que expongo a continuación, a saber:
Pedúnculo y ramos engrosados y muy lampiños en su base, muy cortos y un poco declinados antes de la florescencia, luego rectos y derechos, 2-6 veces más largos que la flor, rectos y muy abiertos los inferiores al fin.
Sépalos abiertos en estrella durante la floración, no contiguos, convexos sobre el dorso, acanalados, coniformes por encima, terminados en punta inflexa, al fin derechos y aplicados al fruto, y no llegan a la base de los dientes de la caja: tres de los cinco sépalos son en todo su contorno más anchamente membranosos y lampiños en el margen, y los otros dos apenas membranosos y pubescentes en sus bordes.
Pétalos redondos en el ápice, abiertos, contiguos y recargados por los bordes, truncados en la base y brevemente unguiculados.
Caja lustrosa, ovoidea, casi de igual forma y tamaño que en la Arenaria modesta, pero algo más gruesa y ventruda, terminada por seis dientes muy abiertos, no redoblados.
En un principio la tomé por A. modesta, pero ésta, entre otros caracteres, se diferencia por sus pedúnculos igualmente gruesos y vellosos en toda su longitud; por la forma y longitud de los sépalos iguales al cáliz; por las semillas con tubérculos muy obtusos.
Más tarde la tomé por A. obtusiflora KZE, pero ésta se diferencia mucho, entre otros caracteres, por sus ramos y pedúnculos lampiños o apenas pubescentes; por sus sépalos trasovado-oblongos, apiculados, que se prolongan más arriba de la base de las valvas: éstas son mucho más largas y más agudas, como que profundizan hasta la mitad del fruto y son simplemente derecho-abiertas; por sus anteras amarillas.
Finalmente se ha creído que podría corresponder nuestra especie a la A. Conimbricensis BROT., pero ésta se distingue por sus sépalos espatulados, por sus pétalos trasovados por el color de sus anteras, por la forma alargada de su caja, que es inclusa, con valvas derechas alargadas, como que son hendidas hasta más debajo de su mitad, por sus semillas con tubérculos obtusos. Tales son, por ahora, a mi entender, las tres especies más afines de la A. Loscosii, la cual tiene la caja con dientes triangulares casi equiláteros, tan largos solamente como la cuarta parte del fruto, así como la A. modesta. La forma particular del Cáliz no tiene igual en ninguna otra especie, así como el color subido de sus anteras, etc.
En los últimos años han aparecido de este género algunas especies nuevas bien determinadas y se esperan otras, cuyo exámenes tan difícil como adquirirlas para poder estudiarlas en sus más esenciales detalles: un ejemplo de esto se nos ofrece acaso en la Arenaria de que hice mención en el tratado de la EXICCARA, y crece más arriba de la Tejería de Cantavieja en un prado mojado al borde del camino a la izquierda subiendo a Mosqueruela: sospecho que corresponde a la Arenaria, n, 382, Asso SYNOPS., y tengo por cierto que constituye especie nueva, (Véase el Suplemento 2.º del TRAT. DE PL.).
El Sr. WILLKOMM en sus ICONES PLANT. HISPANLE ha publicado bellísimas láminas y descripciones de las especies más notables, poniendo bien de manifiesto las diferencias en sus menores detalles.
Castelserás 20 Julio de 1879.
FRANCISCO LOSCOS.
(La Clínica, 3 Agosto 1879).
Han sido nombradas las plantas aragonesas para conocimiento de todas las clases, y pueden con estos datos todas las personas de la sociedad deducir las utilidades que en la práctica convengan al interés particular de cada una; y aún en vista del Catálogo general describirse la Flora aragonesa dotada de láminas correspondientes. Pero me duele callar otras noticias cuya publicación he retardado por carecer de fuerzas para emprenderla, pues en asuntos de Medicina sobre que versan aquellas, soy simple bienhechor hasta donde alcanza mi buena voluntad, y bien ajeno a toda especulación. Jamás he pesado haberme de ocupar de Botánica Médica, porque no he tenido afición a la Botánica aplicada, como no sea estrictamente con relación a la Farmacia; de aquí es que cuanto voy a escribir lo hago de memoria, sin libros ni apuntes, por cuyas causas demando indulgencia, que espero no han de negarme los médicos lectores. Voy a principiar.
De la planta que nosotros llamamos <<Aspérula>> conocida también con el nombre de <<Yerba Tosquera>>
No he de molestarme en escudriñar bajo el aspecto botánico la razón que tienen los naturalistas para admitir como especies legítimas varias plantas muy afines de la Aspérula Cynanchica: una de ellas es la Aspérula aristata, que es común en el Bajo Aragón, la única que se ha usado, y a la cual se refieren las observaciones que voy a manifestar.
La Aspérula, generalmente la Aspérula Cynanchica, ha sido usada contra los cálculos desde tiempo muy antiguo, como diré después: en la Medicina llegó a perderse la memoria de sus virtudes, que las tiene muy sobresalientes, y solamente algunos curanderos y algunos boticarios son los únicos que hasta el día nos han transmitido su memoria. Una breve indicación de esta naturaleza me sirvió de punto de partida en 1853 para que yo me ocupase en aquella época de ver algunos libros con el objeto de indagar el fundamento de las versiones, y muy pronto satisfizo mi curiosidad la vista de la FLORA ESPAÑOLA DE QUER (que no tengo hoy), cuya obra, en el tomo y página correspondiente, al tratar de la Aspérula, añade, con referencia a un autor muy antiguo, la frase siguiente: Ad cálculos valet.
Y acaeció que en 1851 vino a terminar sus días en Chiprana D. Ramón Millan, Maestro de primera enseñanza, de 70 años, habiéndose traído de Valencia una receta que le arreglaba para su mal de orina, con goma, simientes de malvas, etc., etc.
Preparado con la noticia de la FLORA DE QUER, recogí en 1853 una gran cantidad de Aspérula y propuse a mediados de Septiembre a D. Ramón Millan, y él convino en usar a todo pasto cocimiento de esta planta; pero el 25 de Septiembre trasladé mi residencia a Castelserás. En los primeros meses oí decir a la viuda del boticario Muñoz – Testigo presencial nuestro amigo D. José Pardo – que con una hierba de tallos filiformes (aludiendo a la Aspérula) había su marido curado prontamente a un enfermo muy hinchado, haciéndole beber en pocas horas un cocimiento hecho con dicha planta: un cántaro, dijo, de cocimiento.
En 1855 pasé a Chiprana, y estando con varios amigos en el patio de una casa, apareció D. Ramón Millán en una puerta interior, y en lugar de contestar a mi saludo, preocupado con otra idea y sin pronunciar una palabra, me hizo soñar, atrayéndome, y me condujo a su habitación: allí tomó un cacharrillo de hoja de lata que contenía tres o cuatro onzas de cálculos informes y erizados de picos, y sonándolos y volteándolos, me preguntó si sabía qué piedras eran aquellas; no sabiendo qué contestarle, me dijo: <<Son cálculos que arrojé con la planta que tú me diste, y he quedado del todo bueno.>>
Yo recibí una satisfacción inexplicable.
En 1865 se curó radicalmente en Peñarroya un niño de siete años, que arrojó todos los cálculos inmediatamente: los campesinos aseguraron que entre ellos se usa como diurética esa planta, de tiempo inmemorial: otras curaciones en 1879.
En 1865 me avisó D. José Pardo que El Restaurador Farmacéutico se ocupaba misteriosamente, con referencia a un Boletín de Valencia, de un gran secreto, etc.; escribí en el acto al Boletín bajo ciertas formas: todos callaron.
A Valencia llegó probablemente la noticia por conducto de Don Sebastián Valilla, médico de Caspe (secreto tomado de Chiprana), en cuya ciudad hizo numerosas curaciones; lo mismo sucedió en Valencia, según periódicos de aquella época que he leído.
En 1866 regresé a Castelserás: aquí se curaron en pocos días dos mujeres, madre e hija, que hoy viven y se llaman las Cóleras, las cuales, desahuciadas, demandaron socorro contra la hidropesía que las ahogaba sin remedio.
En 1868 me presentaron en Las Casetas la Aspérula, diciendo que la habían propinado a una señora que murió de hidropesía.
Concluyo diciendo que la Aspérula es diurética, etc.; indudablemente es muy apropiada para curar ciertas hidropesías: traslado a los médicos observadores.
En diversas localidades se usan diferentes especies de iguales propiedades, pero acaso la A. aristata las tiene más sobresalientes.
Desde que la Aspérula dejó de ser un secreto, decayó bruscamente su importancia y se negó su inscripción en libros plagados de otras noticias… Sin embargo, algún autor moderno la menciona y aún algunos farmacéuticos, saltando por encima de toda consideración, la tiene en sus boticas; más a pesar de tantos esfuerzos sospecho que ha de olvidarse su memoria si no se inscribe de oficio en la Farmacopea. Tal es el motivo de mi artículo.
De la Paronychia nívea DC.
Andando por los campos de Chiprana en Mayo de 1869, hallé un labriego que, informado de mi excursión, ponderó mucho la virtud que esta planta tiene para contener la diarrea. En el acto cogí una pequeña cantidad de ella, y a ruego de los enfermos la he ensayado en Castelserás en dos niños y dos mujeres, quedando muy satisfecho del éxito pronto y seguro. No he tenido ocasión de poderla usar otra vez.
Probablemente la P. argéntea tiene propiedades iguales a la P. nívea, conocida aquella en la Farmacia con el nombre de Sanguinaria, pero en rigor, la que debe usarse es la P. nívea.
Basta un dracma de esta planta para una libra de cocimiento; pero siendo como es inocente, puede hacerse con doble cantidad por lo menos.
Escasea esta planta y la guardo mucho para verdaderas necesidades. Si algún médico la necesita puede tomarla en casa pagando los portes nada más, de lo cual recibiré favor.
Castelserás 11 de Agosto de 1879.
FRANCISCO LOSCOS.
(La Clínica, 24 Agosto 1879.)
Hieracium Aragonense: varía esta especie, lo mismo que el H. spathulatum, en cuanto a su indumento, y por sus tallos desnudos u hojosos; los individuos muy lampiño, ordinariamente sin hojas. La planta cultivada lo tiene siempre peloso y con hojas.
Hieracium Bellidifolium: varía poco, su tallo siempre lampiño, escamas de pedúnculos y cáliz terminadas en pincel de pelos blancos. Son buenos caracteres para reconocer esta especie la extraordinaria longitud de sus ramos nacidos hasta la parte inferior del tallo; los pedúnculos y periclino constantemente blancos y como harinosos; sus hojas frecuentemente amarillentas.
Hieracium spathulatum: forma genuina, con tallo muy lampiño sin hojas (H. spathulatum Scheele). Forma pelosa; con tallo hojoso y peloso, así como las hojas (H. Loscosianum Scheele). Forma intermedia subpilosa; tallo casi lampiño, desnudo u hojoso.
En 1865 remití al extranjero un paquete de Hieracios que en el mismo año cogí en la Toza (SERIE IMP., pág. 255: TRATADO DE LAS PLANTAS, pág. 103) y como nadie me ha contestado directamente, la necesidad me ha obligado a estudiar otro paquete que cogí el 5 de Junio de 1877, según se expresa en mi TRATADO DE EXICCATA, pág. 75, siendo la teoría antecedente resultado de mis estudios.
Además las especies nombradas existen otras en el paquete de la Toza, y aunque muy escasas, se ven el H. murorum L., H. laniferum CAV. (TRATADO DE PL. de Arag) y otra muy característica que no conozco su nombre, la cual habita en región montana de toda la provincia de Teruel, prados de Cantavieja, etcétera, etc., y finalmente una multitud de pequeños individuos, casi todos ellos pertenecientes al H. Aragonense, con tallo muy lampiño, sin hojas.
No puede darse un paso adelante en este asunto sin contar con grandes medios de que también careció D. ADOLFO SCHEELE, y aun así, a fuerza de un ímprobo trabajo se logran solamente algunas ventajas con el auxilio indispensable de las descripciones publicadas por el mismo, pues es muy exacto cuando este autor ha ponderado sobre las grandes dificultades que ofrece el reconocimiento de estas especies, y aumenta mucho el mérito de sus trabajos en atención a los inconvenientes que superó con suma habilidad e inteligencia, legándonos una excelente clasificación que ha servido de fundamento a todos sus trabajos.
Muy fácil es comprender la suma perspicacia del Sr. Scheele, considerando que nosotros le remitimos muestras solamente de los Hieracios de nuestro país, y en su vista eliminó y describió los tipos de cuatro especies nuevas tales como llegaron a sus manos, fundándose en caracteres cuya importancia acreditó la experiencia; pero no tuvo a la vista 500 individuos que me ha sido fácil separarlos prácticamente en cuatro grupos, y ellos abrazan las especies típicas y sus variedades que no tuvo ocasión de observar el Sr. Scheele.
Así, por ejemplo, el Hieracium Aragonense, que es el más general y abundante, en estado espontáneo suele tener un decímetro de altura y su tallo muy lampiño, sin hojas, uni-bifloro: cuando es mayor llega a dos decímetros y suele tener una hoja y el tallo provisto de largos pelos más o menos abundantes, particularmente en su parte inferior; finalmente, con el cultivo llega a cinco decímetros, muy ramoso y multifloro, siendo de notar que los pelos aumentan constantemente por el cultivo. Y no solamente varían estos Hieracios por la presencia o ausencia de pelos en el tallo, sino que se ve algún individuo con limbo de las hojas o con pedúnculos muy lampiños hasta debajo de las flores, y los hay en una misma especie con periclinio más o menos pelosos y glanduloso, a veces casi lampiño. Estas variaciones, si no imposibilitan eliminar las especies, no dejan de ser un obstáculo que dificulta mis decisiones, puesto que no cuento con la seguridad y conocimientos del Sr. Scheele, atento a otros caracteres de importancia superior. Conviene apoderarse de las especies descritas y desechar sus formas o variedades hasta que algún autor las clasifique o describa: más no es lo peor que sean hoy perdidas estas variedades para adornar nuestra FLORA, y es muy doloroso renunciar a ellas y desecharlas por conveniencia; sino que, como he dicho, son un obstáculo que constantemente aproxima y tiende a confundir las cuatro especies, de donde procede la verdadera necesidad de reducirlas a sus verdaderos límites y de llegar al conocimiento de toda la verdad que se pretende. Asunto es este sobremanera difícil, que requiere no solamente la inteligencia, sino también de necesidad la ocasión de observar repetidas veces y en épocas diversas estás plantas en su localidad especial, sin cuyas dos circunstancias no pueden apreciarse bien los caracteres que ellas ofrecen en toda su evolución, y las modificaciones que sufren por causas que no se saben ahora determinar: todo esto es tanto más imposible de realizar, porque desconfío de que se halle en Aragón un botánico de buenas condiciones al efecto, y alguna Sociedad o Gobierno que solicite sus servicios y sufrague al menos sus primeras necesidades.
Casos análogos se ofrecen respecto de otras especies (de Pirineos) que han sido favorecidas con el estudio de muchos hombres distinguidos, como lo prueba su complicada sinonimia; pero ninguno acaso tan extraordinario como lo es el presente si se considera que cuatro especies nuevas, y seguramente otras también nuevas o suavemente raras, crecen reunidas en un pequeño cabezo bien apartado de la observación de todos los botánicos del mundo, debiendo ser razón mayor ésta para que en el asunto se desplegase en su favor todo cuidado y diligencia hasta reunir en un grande y lujoso folleto todas estas especies y otras muchas nuevas aragonesas, hasta 50, descubiertas en los tiempos presentes, es decir, con posterioridad a otras obras de igual o parecida índole, relativas a plantas nuevas de España, por autores muy antiguos y modernos, nacionales y extranjeros, que nos han comunicado todo su pensamiento en descripciones y bellas láminas iluminadas, de manera que en el día apenas puede alegarse ignorancia sobre asuntos que ellos expresaron con la mayor posible fidelidad, evidenciando también la protección que ellos gozaron de Gobiernos, de escuelas o de sociedades y tiempos en que florecieron estos hombres.
Castelserás 1. º de Octubre de 1879.
FRANCISCO LOSCOS.
NOTAS. – El profesor D. Raimundo Ferré me acusa desde Santa Bárbara (Tarragona que en aquellos campos de regadío, hacia, Ulldecona, abunda la Herniaria annua de Lagasca, muy usada allí como remedio heroico contra las diarreas.
El género Hermiania se halla colocado junto al Paronychia; ambos pertenecen a una misma familia y deben sus especies gozar de propiedades muy semejantes, si no iguales.
También me ha comunicado D. Antonio Castro Remacha, de Zaragoza, en contestación a mi deseo de conocer la carrasquilla que se vende en esa ciudad, siendo resultado de sus indagaciones el haber encontrado reunidas en una herboristería dos plantas muy diversas, que son Rhamnus Alaternus y Quercus Ilex, bajo el nombre de Carrasquillas; de cuya observación se infiere todo cuanto los lectores quieran suponer. Además notifica el Sr. Castro que el Centranthus ruber forma parte de la FLORA DE ZARAGOZA, pues esta planta espontánea crece entre caminos alto y bajo de Torrero en ribazos, a veces muy común.
Un médico español muy distinguido me ha notificado la grande virtud que tiene una planta muy común en Aragón, la Herniaria fruticosa, para curar las almorranas, con solo frotarla fuertemente entre las manos, en estado reciente. Aparte de las observaciones practicadas por aquel, se cita el caso particular, de fecha algo reciente, de haber curado un hombre distinguido de Zaragoza, mostrando eficazmente su agradecimiento a quien le aconsejó el remedio de su mal. (La Clínica, 12 Octubre 1879.)
Habita en cercanías de Mosqueruela y ha sido reputada malamente en la EXICCATA por Arenaria Laricifolia de Asso.
Con esta especie ha sucedido idénticamente lo mismo que sucedió con el Acer Opolifolium, cuya equivocación expliqué latamente en mi tratado de EXICCATA: réstame explicar ahora la tergiversación que han sufrido los nombres de los dos plantas siguientes.
En el día 29 de Julio de 1872 hallé sobre peñas inmediatas a los Baños de Segura una especie que yo determiné por Alsine Jacquini, suponiendo además que era sinónima de Arenaria Laricifolia Asso. Acaso son ciertas ambas proposiciones, pero para mayor seguridad distribuí en consulta entre los suscritores de EXICCATA, no la especie de Segura, sino otra cogida junto a Mosqueruela en ejemplares pocos y muy malos, la cual sin previo examen adopté infaustamente como sinónima de la planta de Segura, siendo como lo son efectivamente bien distintas, aunque las dos pertenecientes a un mismo género. La de Mosqueruela, allí cogida y distribuida en EXICCATA en ejemplares muy malos, y de la cual el Sr. Martin me ofreció otros buenos que no he recibido: según reciente exámen que de aquellos he practicado, aunque penosamente, no es otra que Alsine Funkii: el nombre Alsine Jacquini queda reservado solamente para la planta de Segura.
Son muy naturales todos estos sucesos por cuanto el encargado de la EXICCATA no ha sido el hombre científico, independiente por la abundancia de recursos y con sobrado tiempo para dedicarse a estudios serios como lo es el que ahora se ofrece. Al contrario ha sucedido todo: hace convertido por necesidad en miserable especulador a fin de arbitrar recursos para poder continuar sus trabajos de todo género conducentes a un solo fin, y mientras él agotaba sus fuerzas materiales en esta empresa, sin un momento de reposo para dedicarle a estudios científicos, adelantando dinero prestad que no ha pagado todavía, extraño es el escaso favor que ha logrado en premio de sus afanes; basta repetir que en Aragón ha tenido un solo suscritor – el Instituto de segunda enseñanza de Teruel – siendo muy votable que ni las Sociedades científicas, ni Escuelas, ni Gobiernos han dado un paso en beneficio de la EXICCATA, salvo cien duros que entregó el Gobierno de Teruel: nunca se ha visto muy desbarajuste.
Muchos lectores, a juzgar por la presente publicación y sin otros antecedentes, atenuarán el mérito de la obra que publiqué bajo el título de SERIES EXICCATA FLORE ARAGONENSIS, ignorando que cuenta con muchos suscritores de toda Europa, y en Inglaterra, de donde me han pedido ejemplares después de publicada la lista de aquellos en mi TRATADO DE PLANTAS DE ARAGÓN: en esta obra he manifestado minuciosamente los gastos enormes, sacrificios de todo género, inteligencia y porfiado empeño que se necesitaron todos en junto para dar cima a tan grande empresa; pero todas estas circunstancias reunidas no han bastado contra la pertinaz sequía que, si no ha frustrado todos mis intentos, ha reducido las colecciones a un número de plantas muy escaso, en ejemplares a veces pocos y muy malos, según se prueba con la Alsine arriba citada siendo mucho peor todavía no haber podido adquirir y presentar otras especies nuevas tales como Valerianella Martini, cuyos nombres, ya publicados, no ha necesidad de repetir.
No han sido en manera alguna el descrédito ni falta de suscritores las causas que han motivado la paralización de la EXICCATA, y con ella la ruina de su autor; ha sido la obstinada sequía, a disgusto de todos los suscritores a quienes no se ha podido completar sus pedidos a pesar de haberlos de pagar o pagado a precios exorbitantes.
Si, como en otras partes he publicado, es imposible que el individuo viva de ciertos trabajos al amparo de clases sociales, como sucede en otros países cultos, y aquí en muchos casos se hunde irremisiblemente el que no se halle directamente protegido por el Gobierno, bien pudiera éste eximirnos de una moda de aquí en absoluto todos la rechazan, sin que yo me atreva a recomendarla como buena: yo creo que el Gobierno de España ha reconocido en parte la necesidad de separarnos de la práctica que es muy ordinaria y de seguro éxito en otras naciones: así, por ejemplo, a las Sociedades científicas debe corresponder la obligación de informar y apoyar las demandas que crea justas para cubrir las necesidades de ciertos servicios, no a expensas de clases sociales, sino del Gobierno supremo, o más bien de provincia en casos especiales. Pero el mal arraiga de tal manera, que la sociedad en general se ha materializado hasta el punto de que pocos conocen los verdaderos intereses si ellos no producen abundantes resultados en dinero contante, o al menos a veces entretienen en cálculos extravagantes, cuya rectificación ocupa constantemente a los hombres atalantados.
Me guardaré de rebajar el mérito de grandes empresas, cuya realización es de todo punto indispensable para poder vivir en este mundo de continuas y multiplicadas necesidades; pero no me parece conveniente fomentarlas y protegerlas en absoluto, cifrando y resumiendo en ellas todo el bien (o malestar) que gozamos, pues aun siendo todo esto verdad, la recién edificada construcción se viene a tierra contra el saber de arquitectos que afinaron su ajustado nivel, simplemente a causa de que a nadie le ocurrió solicitar el concurso del naturalista, del mineralogista para la elección de buenos materiales, confiando la parte principal a personas prácticas y muy versadas que bajo muchas formas son un juguete de la naturaleza en cualquiera de sus actos; y no será difícil hallar algún caso que acredite las proposiciones que hiperbólicamente acabo de presentar. El naturalista, en tanto, acorralado por falta de recursos, rebajado y oscurecido por la opinión pública, frecuentemente dirigida por manduchones (o mandarines) despreocupados, contempla desde su retiro todo el cúmulo de ruinas, sin valor suficiente para exponer sus doctrinas ante autoridades que le condenarían antes de permitirle explanarlas, de manera que se necesitan cualidades muy especiales para ofrecerse al público de gentes, Sociedades y Gobiernos bajo la convicción íntima de caer aplastado bajo el peso de una sentencia que me permito calificar de injusta, y de seguro sobreviene: más a pesar de tan tristes consideraciones, es imposible callar, aunque sea poniendo toda la reputación sobre el platillo de balanza tan infiel.
No creo hallarme ofuscado solicitando imposibles, porque si realmente la Botánica es útil y por lo mismo se recomienda u obliga su estudio en las escuelas, es muy de razón que se proteja las personas que procuran los adelantamientos de la ciencia, no renunciando por apática indiscreción a los beneficios que produce y ha de producirnos la suma de resultados, que por desgracia siempre serán escasos si se comparan con lo mucho para siempre incomprensible que la naturaleza tiene a todos vedado, o que deja apenas entrever a cierto número de gentes.
Es innegable que todas las obras de alguna importancia, como lo es el CATÁLOGO DE PLANTAS DE ARAGÓN, deben ofrecerse a beneficio del mundo, presentándolas con el mayor grado posible de perfección, pues de lo contrario resultarían juicios poco halagüeños, en descrédito de la nación que tales obras produce, o tales obras produce, o tales autores patrocina. Más no se crea que yo me explico así ofendido del pequeño resultado de mis esfuerzos, pues sin inconveniente se puede afirmar y demostrar que el CATÁLOGO DE ARAGÓN, que cuenta muchos autores, apenas tiene rival que se le iguale en otra provincia de España, o del mundo, por el número y calidad de las especies que abraza; pero no le ha llegado, ni con mucho, el último grado hoy posible de perfección; y para los inteligentes no es un secreto mi proposición, pues como he dicho, solo es permitido ver así las cosas a cierto número de gentes.
Excusable sería el quietísimo de un pueblo que duerme satisfecho de antiguas obras que nadie sabe corregir ni añadir con acierto; pero mientras un hombre capaz aliente, su proceder es impropio de un país adelantado, sin que basten a rehabilitarle sus antiguas glorias, sin que le excuse su falta de sus recursos; suprema palanquilla que no sirve para edificar nada nuevo, y por desgraciada muy usada a todas manos en este siglo de adelantamientos temporales para a sangre fría echar por tierra, en un momento, los planes más sabiamente combinados.
Es verdad que son muy contados en España los que prestan ayuda a ciertas disposiciones de los Gobiernos, aunque ellas se hallen muy acreditadas por la experiencia de otros países, y es acaso que en éstos las multitudes por su modo de ser o de vivir desde luego reconocen su propia conveniencia: aquí fracasan con demasiada frecuencia los mejores planes sin que ninguno de los allegados a la autoridad tenga bastante abnegación, ni aun se crea obligado a defenderlos, como las más veces fuera de razón; pero no falta ocasiones, por desgracia, en que la repulsión impremeditada procede directamente de arriba, juzgando y resolviendo con apoyo de la consabida frase, sin calcular las consecuencias en sentido inverso de la conveniencia general.
Mucho más me queda por decir, pero no quiero continuar: concluyo con una noticia de la mayor importancia para la FLORA DE ARAGÓN.
Véase acerca de esta especie La Clínica del 17 de Agosto de 1879: SERIE IMPERFECTA, n. 2007.
Recordarán los lectores que después de mil investigaciones no puede adquirir esta planta que busqué desde 22 de Julio de 1864 hasta el 1.º de Agosto de 1879, en cuya última fecha puede dedicarme a su estudio por haberla encontrado abundante en el río Guadalope, junto a Castelserás.
Uno de los caracteres más importantes que los autores modernos atribuyen al P. pusillus L, es el de <<carpillos cóncavos sobre las faces>>, pero esta frase, por error voluntario, es inexacta, a mi parecer, por error involuntario, es inexacta, a mi parecer, por hallarse en contradicción con otros caracteres aducidos por los mismos: así, por ejemplo, dicen que los carpillos son apenas comprimidos, cóncavos sobre las fases, en lugar de convexos, que este es el único carácter que corresponde a su apenada comprensión.
Siento ser molesto, aunque no me parece inútil esta digresión para los que sepan apreciarla al ocuparse de rectificar mis conceptos.
El P. pusillus tiene carpillos apenas comprimidos, muy convexos sobre las fases, oblicuamente elípticos, esto es, con el borde interno cortado en cuña en su mitad inferior, con borde exterior convexo y como agrandado en su parte interior a expensas del borde interno.
Castelserás 9 de Octubre de 1879.
FRANCISCO LOSCOS.
(La Clínica, 19 de Octubre 1878.)
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Tratado de Plantas de Aragón. Francisco Loscos Bernal. Suplemento tercero. Instituto de Estudios Turolenses de Excma. Diputación Provincial de Teruel. 1986. Botánica, vegetales, Zaragoza, Huesca, Aragón, Naturaleza, plantas, vegetales.
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