Naturaleza de Aragón > Museo Pintoresco Historia Natural > Tomo 5 Peces
Autor: Francisco Javier Mendivil Navarro Fecha: 6 de junio de 2024 última revisión
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abren y cierran la abertura de las branquias; los huesos casi estemos que rodean la ventana nasal, el ojo ó la sien, ó que cubren parte del carrillo.
El aparato respiratorio comprende el hueso hioides y sus apéndices, es decir, los radios branquióstegos y los arcos que sostienen las branquias con las diferentes piezas que llevan estos arcos ó que están suspendidas de ellos, y que todas juntas desempeñan las funciones de la laringe y de la tráquea; por eso, los huesos situados en la entrada de la laringe constituyendo en cierto modo unas segundas mandibulas.
El tronco se compone de las vértebras del dorso y de la cola (pues apenas puede decirse que se conoce un cuello, y ademas no hay sacro), de las costillas, de los huesos llamados interespinosos que dan apoyo á las aletas dorsales y anales, y de los radios de estas aletas al par que los de la caudal. Estos radios, ora ofrezcan ramas y articulaciones, ora sean simplemente espinosos, se dividen siempre por su longitud en dos mitades.
Raras veces se ve en los peces un esternón propiamente dicho, y cuando le hay, se compone de piezas casi exteriores que reúnen las extremidades inferiores de las costillas.
La extremidad anterior ó la aleta pectoral, comprende el hombro, ó sea un semiceñidor óseo compuesto de muchos huesos, suspendido por arriba del cráneo ó de la columna, y que se une por debajo con su correspondiente. Podríase encontrar en ella los huesos análogos á las dos piezas del omóplato de los reptiles, al húmero y á los huesos del antebrazo; y de ordinario hay también detrás un estilete compuesto de dos piezas, en las cuales podríamos tratar de ver el coracoides y basta la clavicula. Pero lo mas cierto es que los dos huesos que comparamos al cubito y al radio, llevan en su borde una fila de huesecillos que representan al parecer los del carpo, sosteniendo ellos mismos á su vez los radios de la aleta pectoral, salvo el primero de estos que se articula inmediatamente con el hueso radial.
La extremidad posterior, mucho mas variable por su posición que en los mamíferos, y cuya parte exterior y móvil, llamada aleta ventral, sale unas veces delante, otras debajo y varias detrás de la extremidad anterior, se compone de cuatro huesos, de los cuales los mayores, que son también los mas constantes, y que se hallan situados siempre delante del ano y de los orificios de la generación, pueden considerarse como una especie de pubis, llevando en parte de su borde posterior los radios de la aleta sin huesecillos intermedios que sea dable comparar ni con el fémur, ni con la libia, ni con el peroné, ni aun siquiera con los huesos del tarso.
Los radios de las aletas pares se dividen longitudinalmente en dos mitades, lo mismo que los de las aletas verticales.
Después de esta indicación general de las partes en que se divide el esqueleto, pasemos al examen especial de cada una de ellas.
El cráneo de los peces es generalmente mas distinto y mas desprendido de su cara que el de ninguno de los demás vertebrados. En la mayor parte de las especies el intermaxilar y el maxilar se mueven sobre el cráneo por diartrosis, y pueden moverse independientemente el uno del otro, é independientemente también del sistema palatino epterigoideo y timpánico que tiene su« movimientos separados.
El último sistema, como en las aves y la mayor parte de los reptiles, forma una lámina mas ó menos vertical, articulada por su ángulo póstero-superior en el lado del cráneo detrás de la órbita, y por el anterior con la parte anterior del cráneo en el lado del vómer. Esta extremidad anterior lleva en parte el hueso maxilar; el ángulo póstero-inferior da la faceta para la articulación de la mandíbula inferior.
La cara de los peces se halla enriquecida ademas por dos aparatos desconocidos en las clases anteriores, ó que por lo menos se ha creido que no era posible encontrarlos en ellas sino mediante analogías muy dudosas. El aparato de los huesos suborbitarios, los cuales forman una cadena que va del frontal anterior al posterior, completando por abajo el cuadro de la órbita que han abandonado el maxilar y el yugal, tomando asi el falso aspecto de este último, ó representando, si asi se quiere, la parte de este hueso y la del maxilar que, en los mamíferos se encontraban debajo de la órbita; y el aparato de las piezas operculares que adhiere al borde posterior del sistema palatino y epterigoideo-timpánico, protege las branquias y se abre ó se cierra, según lo requiere el movimiento del agua que sirve para la respiración.
Antes de pasar adelante manifestaremos que la historia de las investigaciones sobre los huesos de la cabeza de los peces es muy reciente, como que data de principios de este siglo. Gouan (1770) y Vicq d' Azyr (1776) habían dicho algo acerca dé los huesos de su cabeza, pero todo excesivamente vago y hasta en parte erróneo. El mismo Cuvier en 1798 apenas daba algunas noticias insignificantes sobre la osteología cefálica, si bien ya comparaba el esfenoides con el vómer, el maxilar con el arco zigomático, etc. En 1807 se le ocurrió á Geoffroy la idea de considerar el opérculo como un parietal salido del cráneo. En 1811 expuso Cuvier la misma teoría que daremos á conocer en este articulo; y en 1812, 1814 y 1817 dió á luz nuevos trabajos sobre el particular.
También en 1817 anunció Mr. de Blainville que el preopérculo es el hueso yugal, y que las otras tres piezas del aparato opercular representan las que se ven en la mandíbula inferior de los reptiles y de las aves de mas que en la de los peces. Pero el lepisosteo tiene una mandíbula complicada cual la de ningún otro reptil, siendo á la par muy completos sus opérculos. Con esto quedó refutada por Cuvier y Geoffroy la teoría de Blainville.
En 1818 Geoffroy explanó la idea de que los huesos del opérculo corresponden á los cuatro huesecillos del oído, á saber: el opérculo al estribo, el subopérculo al yunque, el interopérculo al martillo, y el cuarto, á menudo rudimental, al hueso lenticular, mientras que el preopérculo vendría á ser el marco del tímpano.
Al propio tiempo aparecían en Alemania importantes trabajos sobre este ramo. Desde 1800 Mr. Autenrieth habia publicado una memoria sobre la anatomía de los pleuronectes en la cual presentaba muchas consideraciones notables en punto á la cabeza de los peces, considerando los radios branquióstegos como los cartílagos de las costillas, las ramas óseas que les sostienen como formadas por el hioides y por algunas partes del esternón, etc. Esta opinión admitida por Geoffroy en 1807 le sirvió de punto de partida para su teoría del aparato branquial desarrollada en 1818. El opérculo, según Autenrieth, resulta de la división del cartílago-tiroides, etc., pero aquel entendido médico se fijó poco en la analogía de los huesos, á no ser en el aparato timpánico que le referia aun á la apólisis condiloidea de la mandíbula inferior, conforme lo habia hecho antes Herissant con el hueso cuadrado de las aves.
En 1811 dio á luz M. Rosenthal una memoria sobre el esqueleto de los peces describiendo en ella todos los huesos de la cabeza con una fidelidad y una claridad muy notables, y estudiando ademas su analogía, si bien en este segundo punto fue menos feliz que en el primero. A su modo de ver, el etmoides, los dos frontales anteriores y el vómer forman la mandíbula superior; los mastoideos son piezas separadas de
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