Naturaleza de Aragón > Los Tres Reinos de la Naturaleza > Tomo 5
Debia ser parle de esta memoria una circunstanciada noticia de la costa, pescas que en ella se hacen, I calidad de redes y aparejos de que se sirven los pescadores y especies de peces que la frecuentan , á cuyo lin habia solicitado la sociedad de los caballeros ministros de matrícula del reino, varias noticias, que en virtud de orden superior debían comunicar; perú como algunas de estas no hubiesen podido recogerse á tiempo, y como yo tampoco hubiese tenido proporción de conocer todos los peces de que en ellas se habla , combinando sus señales, con las que nos dan los autores de Historia Natural, insensiblemente se fue retardando este trabajo, hasta que la solicitud de algunos amigos ha vencido mis dificultades, y me he determinado á formar este ensayo, que podran adelantar y perfeccionar Sügetns de mayor instrucción y de mas extensos conocimientos que los míos.
DISCURSO PRELIMINAR.
En la larga costa de este reino hallan su ocaso varios rios que recogen cuantas aguas descienden de las altas montañas que le separan del resto de la península; estas se pueden considerar como el punto mas alto de toda esta región, que en forma de anfiteatro desciende como por gradas basta perderse en el Océano cantábrico y occidental, formando tres planos de desigual extensión, según la mas ó menos curvatura de los principales montes, y las desigualdades de sus ángulos constituyen en diversas cordilleras ó ramales el esqueleto ó armazón de este espacioso cuerpo, terminándose en la apariencia en diversos cabos, entre los cuales sobresalen y deben considerarse como principales los de Orlegal y Finisterra.
Es el primer escalón de este natural anfiteatro todo el espacio contenido desde las faldas de las sierras de Aneares, el Cebrero, Courel y Segundera, basta las del Jistral, Carba, Loba, Pías, Bocelo, Jaro y Paraño, y su ancho desde quince basta veinte leguas.
El segundo es de casi igual extensión desde dichas sierras hasta los predichos cabos, y el tercero desde estos hasta un beril ó borde conocido también entre los pescadores con el nombre de Sierra, que según su informe corre de Norte á Sur paralelo con la costa hasta el cabo de San Vicente, con el ancho de diez á once leguas, y ciento ó ciento diez brazas en su mayor fondo, perdiéndose des|)ues en los abismos del océano Atlántico.
Este tercer plano es el campo en que ejercitan su industria nuestros pescadores, y el teatro de la continua guerra que hacen á sus inocentes habitantes.
En él, asi como sucede en los antecedentes, que la naturaleza franqueó á nuestras observaciones, debemos considerar según las de los que le frecuentan ejercitando su industria, que el fondo y la cualidad de su plan varía según la disposición de la costa que le antecede, y que en partes continúan las llanuras de los lechos de las rias ó ensenadas, formando placeres y arenales, denominados por los pescadores con el nombre de Limpio, y en partes se prolongan las cordilleras y promontorios con varios cerros y alturas de su misma estructura, que conservan aun debajo de las aguas, aplanándose en unas partes, y levantando sus cimas en otras, como se reconoce en varias islas que rodean la costa, y cuya figura confirma bastante este raciocinio.
Conocen los pescadores estas alturas con el nombre genérico de Cubierto, porque sus peñas lo están de una especie de alga de color encarnado llamado ramal. Me parece que esta planta marina es la que Do-nati en su ensayo, sobre la Historia Natural del mar Adriático, llama Ceramxanlcmo ramoso, o el Fucus lapillarit, que según e| mismo viene del Oriente con el nombre de Rochelle.
Distinguen particularmente este fondo con varios
nombres como los Taracidos, el Cabezo de Valdasó, el Marachado, y para asegurarse de su situación en medio de la uniformidad de las aguas, se aprovechan de los cerros y alturas de la costa, que tomando los unos por los otros les sirven de seguras miras para de terminar el punto á donde saben es querencia segura de los peces que buscan.
No solo el conocimiento práctico de la calidad y circunstancias del fondo que rodea nuestra costa es parte esencial de los que debe tener el buen pescador, sino el de las inclinaciones jiarticulares de los peces que la frecuentan, el de los cebos que apetecen y les detienen, el de la estructura de las redes y anzuelos con que deben pescarlos, y finalmente el de los tiempos y estaciones mas oportunas para este ejercicio.
Estoy persuadido que en nuestros puertos hay sujetos en quienes concurren todos estos conocimientos, y como soy deudor á sus noticias de la instrucción que tengo en esta parte, desde luego confieso no escribo para las gentes de la mar, y que mi objeto no es otro que el lijar la atención de aquellos conciudadanos que conservan un verdadero amor á la patria, sobre los productos de un elemento que con tanta profusión los derrama en nuestra costa, pero siempre me quedará el recelo de que siendo escasos los conocimientos que nos franquean los autores nacionales, y mucha la confusión de nombres con que se conocen los peces y aparejos en las costas de España, no me será posible llenar mis deseos, y satisfacer como quisiera la curiosidad de los aficionados á la Historia Natural.
En este concepto daré una idea general de los mas conocidos sistemas sobre la ictiologia é indicaré las varias diferencias de peces que sirven de principal objeto á la industria de nuestros pescadores, procurando señalar á los nombres con que se conocen ep esta costa aquellos con que generalmente se distinguen entre los escritores de Historia Natural que han hablado con mas acierto y son mas célebres entre los aficionados á este curioso estudio, procurando en favor de los menos versados en él, señalar algunos con que los denominan los autores españoles, ó por los cuales son conocidos en varias costas de la península, pasando luego á explicar las diversas artes, redes y aparejos de que se sirven nuestros pescadores.
Sin empeñarme en una circunstanciada noticia de su estructura y de las partes que la componen, pues no solo baria muy larga esta noticia, sino que incidiría en muchas equivocaciones, que barian sospechosa su verdad, me contentaré con dar una idea capaz de que cualquiera que apetezca mas instrucción pueda adquirirla, cotejando lo que diga, con la famosa obra que sobre el asunto escribió de orden de la Real Academia de las Ciencias Mr. Duhamel de Monceau, porque sobre estar adornada de primorosas láminas se hallan en ella explicadas con tal claridad todas las redes y aparejos, que con solo consultarla se reconocerá la semejanza , aunque grosera de las que emplean nuestros pescadores, y el modo imperfecto con que las usan, á cuyo lin procuraré explicar los nombres franceses que íes corresponden.
Auuque aquel sabio naturalista en su citada ubra no se ha sujetado á algunos de los sistemas publicados sobre la ictiologia, no ha dejado de caracterizar los peces con arreglo á los métodos mas conocidos, y con las señales con que los distinguen los inas célebres naturalistas.
Rien quisiera yo observar lo mismo para el desempeño de lo que llevo ofrecido, pero no teniendo noticia de que hasta ahora en España se haya publicado alguna obra sistemática y acomodada á su lenguaje, habré de quedarme muy escaso, y contentarme con lo que he recogido en uno ú otro autor nacional, y de algunos pescadores menos groseros. Es preciso con-