Zoología. Peces. Los Tres Reinos de la Naturaleza. Tomo 5. Página 61. en Aragón.

Zoología. Peces. Los Tres Reinos de la Naturaleza. Tomo 5. Página 61.

Buffon Los Tres Reinos de la Naturaleza

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Autor: Francisco Javier Mendivil Navarro Fecha: 6 de octubre de 2023 última revisión

ICTIOLOGÍA O TRATADO DE LOS PECES 61

mas que en un corto número, después de mil trabajosas combinaciones y penosos cotejos.

Durante algún tiempo la escuela de Aristóteles siguió las huellas de su fundador.

Teofrasto (370A.C). su mas digno alumno, añadió algunos hechos interesantes á esta parte de la ciencia. Un su tratado de los Peces que viven en seco, habla claramente de los de las Indias descritos no hace muchos años con el nombre de olicéfalos, y del misgurn (Cobitis fossilis L.) que permanoce vivo en el cieno aun después de secos los pantanos en que habitaba. Formó uno de los primeros jardines botánicos. Sus dos principales obras de historia natural son los nueve libros de la Historia de las plantas, y seis de las Causas de las plantas, que viene á ser una especie de fisiología vegetal.—El famoso médico y anatómico Erasistralo escribió una obra intitulada ofaPri«a, ó de los alimentos tomados de los peces; Clearco compuso un tratadngeneral de los animales acuáticos hablando del adonis ó exoceto y de los peces que emiten una voz; y Dnrion trabajó otro libro sobre, los peces.— También podemos citar varias obras de higiene escritas por Diocles, Üililo, Filotimo, é Icesio; el poema sobre los trabajos de la mar, de Pancracio; los h iliéuücos de Numenio; los poemas sobre los peces, de Codo, de Posidonio; los escritos en prosa de Saleuco y de Leónidas; y el libro sobre los pescados salados de Eutidemo. Todos estos escritores lian llegado hasta nosotros no mas que por las citas de Ateneo.

La historia natural positiva exige trabajos y gastos que se hallan fuera de los alcances de los particulares, y asi es que, á pesar de la afición de los griegos al estudio de los peces, por falta de protección de los Alejandros y de sus dos sucesores Ptolomeo Lago y Ptolomeo Filadelfo, la escuela de Alejandría ya no se fatigó en buscar productos naturales. Verdad es que tampoco habia entonces ningún Aristóteles. Por una consecuencia natural, la filosofía peripatética, sobre todo en la parte experimental, cayó por grados en una especie de menosprecio. La Academia y el Pórtico alcanzaron la supremacía, entregando al ridículo á los observadores. Las chanzas ó burlas de Luciano que representa á un peripatético examinando la duración de la vida de un mosquito y la naturaleza del alma de las ostras, databan probablemente muy de atrás; y asi fue que se hicieron tan poco comunes aquellos estudios , que cuando Apuleyo fue acusado de magia , uno de los principales cargos que se le hicieron consistió en que se dedicaba á buscar los peces raros y singulares. Lucio Apuleyo dedica veinte páginas de su pri- j mera apología á justificarse de la curiosidad que le inspiraban los peces, y á probar que no era para operaciones mágicas. Vése en dicho discurso que habia escrito mucho sobre esta clase de animales, pero desgraciadamente se ha perdido todo.

artículo iii.

Conocimiento de los romanos sobre los peces; -sus pesquerías; —sus viveros—Ovidio, Plinio, Opiano, Ateneo, Eliano. Ausonio. Galeno, Xenúcrales , etc.

Jamás favorecieron los romanos las ciencias de pura especulación; si bien estudiaron los peces como objetos de interés ó lucro, y como medios de dar pábulo á un lujo , que á pesar de sus excesos, no podía agolar las riquezas del mundo acumuladas por sus opresores.

Varron (116 A. C.) y Cnlumela (natural de Cádiz) refieren que en tiempo de Cicerón y de Augusto eran muy comunes los viveros de agua dulce y que las gentes ricas los habian construido en las orillas del mar, alimentados por agua salada, cuya conservación era muy costosa. Licinio Murena principió dando el

ejemplo , seguido luego por los personajes de la mas alta nobleza, como los Filipos y los Hortensios. Asombro causaban muchos de aquellos establecimientos. Hirvió prestó un día á César 2,000 morenas cogida' en los suyos. Criábause en los de agua salada, rodaballos, lenguados, doradas , escienos y toda clase de mariscos. Cada especie de peces tenia su departamen to particular.

Los aficionados no perdonaban gasto alguno en aquellos establecimientos; como que Lóculo mando cortar una montaña cerca de Ñapóles , á costa de inmensos sacrificios, no mas que para introducir agua de mar en uno de sus viveros. Valióle este capricho de parte de Pompeyo el epíteto de Xerxes con toga. Rehérese que un señor (Vedio Polion) llevaba su crueldad al extremo de mandar arrojar en los estanques á sus esclavos , para que sirvieran de pasto á los peces.

Muy pronto no bastaron ya las especies del pais para satisfacer los goces de los magnates , y se comisionó á un almirante para que poblara el mar de Tos-cana con escaros que antes snb vivian en el mar de Grecia. Por lo demás, las grandes pescas y los establecimientos de salazón continuaban extendiéndose, como que iban á buscarse peces mas allá de las columnas de Hércules. Millares de hombres no tenían mas ocupación que abastecer de pescado á la capital del mundo.

¡ Magníficos tiempos para los progresos de la ictiología! Pero muerta la observación entre los romanos, se limitaron estos á compilar las obras de los griegos, ó extractar á algunos viajeros que se complacían en referir hechos fabulosos.

Ovidio en sus Haliéulicos(poemita de ciento treinta y cuatro versos) cita cincuenta y tres peces con interesantes pormenores, asegura que el channaconcibe sin madre, y aunque Plinio dice que el Orphus, el mor-myrus y el chryson (escrito chrysopbrys en el poema) son especies nuevas, se encuentran siu embargo ya en Aristóteles.—Plinio reunió sin orden ni critica , en su obra, todos los hechos que pudo extractar de treinta y ocho autores, muchos de ellos perdidos para nosotros. En sus descripciones se cuentan hombres, mujeres y toros marinos productos de la imaginación de los viajeros. Las obras de Plinio, lo mismo que las de los demás autores latinos, no tienen mas mérito que el de. habernos conservado fragmentos de escritores y de viajeros hoy día perdidos.

Los HaliéuticosdeOpíano forman un poema de cinco cantos sobre la pesca, en el que se ven nombrados ciento veinte y cinco peces, de los cuales veinte y seis no se encuentran en los demás autores, y diez no mas que en Eliano —Ateneo, autor de los Deinopso fistasó de los sabios en la mesa cita ciento treinta peces con pormenores que á menudo nada ilustran, si bien á veces dan algunos rayos de luz. En ese trabajo podemos formarnos una idea de la importancia que tenían los peces en todas las costumbres de la vida.—Claudio Eliano, dejó un tratado de las propiedades de los animales en diez y siete libros, con muchos hechos interesantes expuestos en el mayor desorden posible. Menciona unos ciento diez peces.— Ausonio es el único latino que cita catorce peces, no como compilador, sino en virtud de su propia observación en la Mosela.—Estrabon, Pausadas, Plutarco, Apulejo, Dioscórides , Marcel de Seides , Galeno, Oribasio, San Ambrosio (u. 340, m. 397), San Eustaquio , Pitides y Filo (n. 1275, m. 1340), han dejado alguno que otro pasaje, ó copiado, ú original, pero siempre de escaso interés.

Resulta de todo lo expuesto que los antiguos conocieron , sin caracterizarlos bien, ni distribuirlos metódicamente, unos ciento cincuenta peces, que vienen ú ser todas las especies comestibles del Mediter raneo. El estudio anatómico murió con Aristóteles.



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