Tomo 5. Página 56. Peces. Zoología. Museo Pintoresco Historia natural. Los Tres Reinos de la Naturaleza. en Aragón.

Tomo 5. Página 56. Peces. Zoología. Museo Pintoresco Historia natural. Los Tres Reinos de la Naturaleza.

Museo Pintoresco Historia natural Tomo 5 peces

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Autor: Francisco Javier Mendivil Navarro Fecha: 6 de junio de 2024 última revisión

56 - NATURALEZA ZOOLOGÍA

Jen á voluntad dichos animales producir en los que les tocan ó que se acercan á ellos verdaderas conmociones eléctricas. Este poder se debilita mediante la repetición ó el ejercicio, necesitándose el descanso para que se reponga ó se vigorice. Sirve a los peces que le poseen de una preciosa arma defensiva, y probablemente tambieu para acontar ó bien matar á los animales en quienes hacen presa.

Antes de dar por terminado este articulo vamos á consignar algunas noticias históricas sobre el descubrimiento y los estudios á que ha dado margen el poder eléctrico de la tremielga, del gimnoto y del siluro. Ese poder de la tremielga era muy conocido de los antiguos, como que Oppiano y Claudiano le cantaron, y entre los modernos le estudiaron Borelli, Redi, Lorenziui (1678), Kaempíer (1712), Réaumur (1714), J. Hunter (1773) y Walsh (1772). Geoffroy creyó que estos órganos representaban los vasos

mucosos de las rayas, pero no es eso verdad porque tales vasos se observan en el torpedo independientemente de los órganos eléctricos. El poder eléctrico del gimnoto fue descubierto por Richer, y descrito por Lacondamine, Bankroít y Fermín. Sgravesande, gobernador de Estequibo, puso de manifiesto en 1767 su naturaleza, según Allamand. Y en 1773, Walsh, que ya había determinado la electricidad del torpedo, completó la demostración de la misma en el gimnoto, obteniendo chispas. También J. Hunter describió este órgano. Adanson fue quien en 1751 dio á conocer el poder eléctrico del siluro é indicó la semejanza de sus efectos con los de la botella de Leyden. Tal es la primera analogía expuesta entre este género de fenómenos y la electricidad. Geoffroy, y con mas exactitud Rudolplh, han descrito el órgano eléctrico del siluro.

CAPITULO TERCERO.
de las funciones de reproducción.

En tres artículos sucesivos trataremos de la anatomía del aparato generador de los peces, del mecanismo de su generación; y de su vida intra y extrauterina.

Articulo primero.

De la anatomía del aparato generador.

Las rayas, los escualos y las quimeras, que paren huevos muy grandes y protegidos á menudo por cascaras córneas muy resistentes, ó bien que dan a luz pequeñuelos vivos, tienen órganos muy semejantes a los de los reptiles para la producción del huevo, para su fecundación en el interior, y para la permanencia mas ó menos prolongarla del huevo ó del feto en el cuerpo de la madre. Pero en los demás peces, aun en los vivíparos, y que deben ser fecundados antes de la puesta, se ven en ambos sexos órganos sumamente sencillos. En la hembra consisten en dos sacos membranosos cuyas paredes mas ó menos multiplicadas por repliegues, contienen huevos en su espesor, hasta que adquirido el desarrollo necesario, salen desgarrando la membrana que les retiene. En el macho se observan dos sacos que tienen en reserva grande abundancia de líquido fecundante, segregado por el tejido glanduloso de sus paredes.

Los ovarios de los peces ordinarios varian por su tamaño y por sus lóbulos. A veces uno de los dos se oblitera desarrollándose no mas que uno solo (perca); pero lo regulares que haya dos de forma oval ú oblonga, y con su lamina interna mas o menos replegada según sea menester para los huevos que contiene. — En la balderaya consisten en dos sacos enormes de paredes delgadas, con los huevos no mas que en el espesor de uno de sus lados; pero los huevos se presentan en abundancia, y salvo en la época de la puesta, los pequeños grupos que forman parecen á la simple vista papilitas como las que se ven en los intestinos.

Los peces óseos vivíparos (blenios, siluros, ana-bleps, etc.,) no difieren de los ordinarios mas que por la estructura de sus ovarios. Consisten en dos sacos compuestos de dos túnicas en cuyo intervalo nacen los huevos; á medida que engruesan sobresalen e hinchan la túnica interna que se amolda sobre ellos, de suerte que solo se adhieren á la bolsa por un pedículo. En tal situación engruesan desarrollándose el germen que contienen, ni mas ni menos que como el de un pez ovíparo en el agua.

Los dos sacos de los ovarios se reúnen de ordinario en un canal común que tiene su abertura detrás del ano y delante del orificio urinario. Lo propio se observa en los testículos. Con bastante frecuencia esta abertura no es mas que un simple agujero con una parte saliente en forma de lengüeta; vésela entonces en ambos sexos, siendo posible que sirva para la cópula; pues se la observa sobre todo en géneros que tienen muchas especies vivíparas (bienios, gobios, etc.)

En ciertos peces, como la anguila y la lamprea, se dividen exteriormente los ovarios en un gran número de lóbulos de diversas figuras, que comunican entre sí por la membrana común y que encubren los huesos en sus duplicaturas. No son sacos, sino que parecen montones de hojas apiladas. No se ve canal, de suerte que los huevos no deben escaparse sino cayendo en el abdomen y saliendo por uno de los dos agujeros abiertos en los lados del ano. Tal es lo que Carus cree especialmente de la lamprea, y lo que es de suponer suceda en la anguila. Lo propio ha dicho Duméril de las truchas, pues es cierto que los ovarios están cerrados, por el lado de la cavidad abdominal, por el peritoneo que los adhiere á la region del espinazo, y divididos interiormente en láminas trasversas, sin que se les vea salida para los huesos, pues parece un simple ligamento el órgano que pudiera tomarse por el oviducto.

Encuéntranse de cuando en cuando entre los peces ordinarios individuos que tienen en un lado un ovario y en el otro un testículo, y que son por consiguiente verdaderos hermafroditas; pero ciertas especies natural y constantemente reúnen los órganos de ambos sexos. Cavolini lo asegura de un acantopterigio (serran ó perca de mar), y sir Everardo Home de la anguila y de la lamprea. Acerca de este último género creen los señores Magendie y Desuioulins que hay machos, pero infinitamente mas raros que las hembras. El ejemplo único que adujeron pudo muy bien ser una hembra sin huevos, ó en la cual estos, por una causa cualquiera, no se habian desarrollado. Estos dos mismos anatómicos observaron una lamprea que, bien que pescada en una época en que todas las demás estaban llenas de huevos, tenia órganos situados y divididos á la verdad como los ovarios, pero sin huevos en las láminas de finísimo tejido menbranoso; con el microscopio se veían en ellos glóbulos semejantes á los de los ovarios del esturión cuando están marchitos. En cuanto al serrano convencióse



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