Tomo 5. Página 46. Peces. Zoología. Museo Pintoresco Historia natural. Los Tres Reinos de la Naturaleza. en Aragón.

Tomo 5. Página 46. Peces. Zoología. Museo Pintoresco Historia natural. Los Tres Reinos de la Naturaleza.

Museo Pintoresco Historia natural Tomo 5 peces

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Autor: Francisco Javier Mendivil Navarro Fecha: 6 de junio de 2024 última revisión

46 LOS TRES REINOS DE LA NATURALEZA. ZOOLOGÍA

nos complicarlo bajo mismos conceptos que el de los cuadrúpedos y el de las aves. Falla el oido externo, a no ser que quiera darse este nombre á una pequeña cavidad, á veces un poco contorneada en espiral, que se ve delante de la especie de ventana oval que tiene la raya, cavidad enteramente oculta debajo de la piel. Los peces óseos no presentan esta cavidad, ni aun siquiera ninguna ventana oval; y algunos de ellos (lepidolepros ó macruros y ciertos mormiros) tienen solamente en el cráneo varias aberturas cerradas por la piel, por las cuales las conmociones del líquido ambiente pueden llegar inmediatamente basta el laberinto. En otros (miríprislis) el cráneo se halla abierto por debajo, estando cerrado su orificio por un tabique membranoso al cual se adhiere la vejiga natatoria; pero estas comunicaciones difieren mucho de la que se verifica por el intermedio del tímpano, y aun mas de la que tiene lugar por la trompa de Eustaquio.

Los peces carecen efectivamente de tímpano, de cadena ósea y de trompa de Eustaquio. Los autores que han pretendido encontrar en los huesos del opérculo los cuatro huesecillos del oido del hombre, súbita y prodigiosamente desarrollados, no han podido concebir tal idea sino en virtud del atrevido sistema de que las piezas óseas deben observarse en el mismo número en todas las cabezas, y á decir verdad que no pueden alegar otra razón en su favor. Ni la forma, ni las relaciones, ni las funciones de estos huesos, ni los músculos que en ellos se dan, ni los nervios que estos reciben, pueden prestarse á la comparación. Esta identidad del número de las piezas tiene tantas excepciones, que en buena lógica no puede servir por sí sola de prueba á otra proposición á su vez también muy dudosa.

En cuanto á los que han creído ver en la vasta y quintuple comunicación de las branquias con la boca un desarrollo de la trompa de Eustaquio, ni siquiera han tratado de apoyar su sistema en alguna semejanza en el número y en la estructura de las partes.

Algo mas plausible es la idea de Weber, quien ve los análogos de los huesecillos del oido en las piezas óseas que hay en los lados de las primeras vertebras, y que sostienen la vejiga natatoria de los ciprinos y de los siluros. Es innegable, con efecto, que esas piezas óseas tienen una conexión mediata con el laberinto; pero esta conexión no es semejante á la de los huesecillos del oido en los animales superiores, y aun cuando se demostrara que concurren al ejercicio del sentido del oido, no por eso seria menos cierto, conforme estableció Geoffroy, que son simples desmembraciones de las apófisis trasversas de las primeras vértebras. Por otra parte, la analogía no nos dice que sea verosímil que deba haber huesecidos en en el oido de los peces, por cuanto esas piezas decrecen en número y volumen, desde los cuadrúpedos hasta la salamandra y la sirena, en las cuales se ven reducidos á una sola y única plaquita que representa la última mitad del estribo.

El laberinto membranoso en las rayas está enteramente encerrado en un laberinto óseo mas ancho, situado en los lados de la parte posterior del cráneo, en cuyo interior se halla sostenido por vasos y celulosidad, y adherido por una especie de ligamento aun punto de la cara superior del cráneo, atravesado por una pequeña abertura y cerrado por una membrana sobre la cual se ve una pequeña cavidad membranosa cubierta por la piel. Hé aquí toda la comunicación de esie laberinto con el exterior, pues la que se verifica con el interior del cráneo no consiste mas que en algunos agujeros que dan paso á los nervios.

El acipenser y el pez luna tienen solamente sus canales semicirculares envueltos en conductos excavados en el cartílago del cráneo, pues el resto de su laberinto se encuentra én el cráneo mismo. Algo parecido se ve también en los esox. En la gran mayoría de los peces óseos todo el laberinto membranoso se halla suspendido en una cavidad del cráneo, que no es masque una depresión lateral de la gran cavilad ocupada por el encéfalo. Como vestigios del laberinto óseo no quedan masjque algunos apéndices óseos ó membranosos á cuyo alrededor están contorneados los canales semicirculares y una cavidad másemenos profunda de la base del cráneo, encima del hueso basilar, que contiene el saco que pronto estudiaremos. Obsérvase, sin embargo, un ligamento principal que suspende los dos canales semicirculares verticales de la bóveda del cráneo, cercatiel borde posterior del parietal, y que es muy análogo al que comunica con la ventana oval de las rayas.

El líquido oleaginoso ó mucilaginoso que envuelve de ordinario al cerebro, penetra también en las cavidades y ro lea al laberinto membranoso.

Los canales semicirculares membranosos en número de tres, presentan cada uno una ampolla que recibe los filetes del nervio acústico, y no difieren de los de las clases superiores mas que por su mayor extensión. Uno hay inferior casi horizontal, que se dirige hacia el lado del cráneo, y dos casi verticales, uno anterior y otro posterior. Estos dos últimos se enlazan por una de sus extremidades, de suerte que los tres abocan no mas que por cinco orificios á la cavidad común que representa el vestíbulo membranoso.

La forma de esta cavidad varía consíderablemente: unas veces es un canal prolongado, otras un saco oval ó una pirámide triangular, etc. El llamado saco es un apéndice de este vestíbulo que se distingue de él por medio de una extrangulacion. Asegúrase que esta se encueutra cerrada, y que las inyecciones no pasan de una á otra cavidad; pero eso no es exacto por lo menos para los condropterigios. La membrana que forma el vestíbulo y §1 saco parece uniforme, y es mas delgada y mas débil que la de los canales semicirculares. Obsérvase el saco en general debajo y las mas de las veces detrás del vestíbulo hallándose alojado en una concavidad del techo del cráneo, cuya concavidad está cubierta á veces por una lámina osea, en términos de no dejar mas que el orificio para la parte extrangulada que enlaza el saco con el vestíbulo.

El líquido que llena todo el laberinto, es un poco gelatinoso y perfectamente transparente; hinche el saco y el vestíbulo. Contiene ademas cuerpos de naturaleza particular, de consistencia de almidón en los condropterigios y de naturaleza completamente lapídea en los peces óseos. En estos suele haber generalmente uno de esos cuerpos en el vestíbulo, y dos en el saco, uno grande y otro pequeño. Estos últimos se hallan separados entre sí por un tabique membranoso. Esas piedras y esas masas de consistencia de almidón son enteramente calizas y se disuelven en los ácidos con una viva efervescencia. Nada se ye en ellas que se parezca á la organización de los huesos, teniendo al contrario mas puntos de contacto con las conchas de los moluscos. Su forma, muy determinada, es á menudo harto singular y perfectamente constante para cada especie, en términos de que se podrían distinguir los peces óseos por las piezas de su oido casi con tanta facilidad como con cualquiera otro carácter. Por ejemplo: las de los gados son elípticas, acanaladas en su borde, levantadas en su parte media; las de los escienos ovales, muy gruesas, tuberculosas en algunos puntos, y con un surco curvo que recorre su superheie, etc. Klein ha dado un tratadito (que podria hoy aumentarse considerablemente) sobre estas piedras.

El nervio acústico sale del encéfalo casi frente por frente de la unión del saco con el vestíbulo. Da superiormenteun frente á cada uno de los canales semicirculares, que penetra en la ampolla del canal á que pertenece, para perderse allí. Otra rama del nervio va



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