Tomo 5. Página 25. Peces. Zoología. Museo Pintoresco Historia Natural. Los Tres Reinos de la Naturaleza. en Aragón.

Tomo 5. Página 25. Peces. Zoología. Museo Pintoresco Historia Natural. Los Tres Reinos de la Naturaleza.

Museo Pintoresco Historia Natural Tomo 5 Peces

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Autor: Francisco Javier Mendivil Navarro Fecha: 6 de junio de 2024 última revisión

deo. En medio de este mismo cartílago del esox, se encuentra suspendido un pequeñísimo vestijío de peñasco.

Hemos mencionado ya el enorme agujero que tiene en los ciprinos cada occipital lateral. Estos peces ofrecen otro impar entre los parietales y el interparietal; algunos siluros lucen una hendidura en el mismo sitio, y otra mas adelante entre los dos frontales, etc.

Para reconocer con facilidad los intermaxilares y los maxilares, hay que estudiarlos en el salmón ó en las truchas propiamente dichas. Los huesos en cuestión se hallan situados en ellos como en todos los mamíferos y los reptiles: los intermaxilares (núm. 17) delante de la mandíbula, con poca movilidad; los maxilares (núm. 18) en los lados, hasta la comisura, armados con dientes que continúan la serie de los dientes intermaxilares. A cada lado, en la parte interna de los dientes maxilares, hay otra serie de dientes pertenecientes al palatino, como en los ofidios, y en medio se ve una faja adherente á este hueso longitudinal que es, según hemos dicho, el análogo del vómer. Esta estructura se reproduce en los osmeros, tímalos ó coregonos y en toda la familia de los clupeos. En el políptero, la semejanza con los mamíferos y los reptiles pasa mas adelante, pues su maxilares y sus intermaxílares se hallan fijamente adheridos y sin

Hay estructuras mas ó menos análogas en otros d-movilidod resto de la cabeza, diversos géneros; pero en la mayor parte de los peces, especialmente en los ciprinos y en casi todos los acantopterigios, el íntermaxilar forma casi la totalidad del borde de la mandíbula superior, y se mueve haciendo deslizar una apófisis ascendente delante de la extremidad anterior del cráneo, formada, según hemos dicho, por dos huesos análogos al etmoides y al vómer. El maxilar se halla situado paralelamente al intermaxilar, formando el llamado comunmente hueso labial, porque lleva á veces un repliegue de la piel que representa un labio, ó el hueso de los mistáceos porque simula una especie de bigote ó mostacho, y porque este hueso se prolonga á veces en una barbilla carnosa ó verdadero bigote, según se ve sobre todo en los siluros. Este hueso maxilar se une por medio de articulaciones móviles con el intermaxilar, con una faceta saliente del vómer y con una apófisis ligo encorvada del palatino (nútn. 22). De esta suerte el ínter maxilar, el maxilar y el palatino, con el aparato adherido á este último, se mueven entre sí y sobre el craneo. El maxilar se subdivide á veces en dos ó tres piezas, como en los arenques, ó bien en un número mucho mayor como en los lepisosteos. El mismo intermaxilar tiene en ciertos casos su apófisis ascendente distinta del resto de su cuerpo por medio de una sutura, como se observa en el poliprion. Esta apófisis asi separada es la que Geoffroy toma por el cornete inferior de la nariz y la llama rinosfenal. Algo mas particular es la que se observa en tres huesecillos situados entre los de la mandíbula y del cráneo conforme diremos luego.

Durante mucho tiempo admitió Cuvier que el hueso labial Correspondía al yugal; y en ese sistema habla de él Fischer en su Tratado del hueso inter-maxilar, en el cual considera al parecer la extremidad anterior del cráneo como correspondiente á la mandíbula superior. Rosenthal adopta las ideas de Fischer con relación á este último punto, pero pretende que el labial no es mas que una desmembración del intermaxilar. En 1811 reconoció Cuvier la verdadera naturaleza del labial, observándole en las truchas. Esta opinión han adoptado luego todos los osteólogos, menos Rosenthal. Es con efecto evidente para cualquiera que principie el estudio de este hueso en la trucha y en las demás especies en las cuales forma parte del borde de la mandibula.

De la forma de los inter-maxilares depende en ge-

canal forma propiamente hablando la fosa posterior.

La fosa anterior suele ser las mas de las veces casi enteramente membranosa, y en el esqueleto no se ve mas que un grande agujero, limitado lateralmente por las alas orbitales, encima por los frontales, y debajo por la bifurcación del esfencides anterior. Hay sin embargo algunos géneros, como los de los ciprinos y de los siluros, en los cuales, conforme hemos dicho, las alas orbitales y un esfenoides anterior muy grande se unen para guarnecer por todas partes la fosa anterior con paredes óseas, salvo los orificios necesarios para el paso de los vasos y de los nervios.

La fosa media se halla limitada anteriormente por una arista trasversa del ala orbital, y posteriormente por otra arista que reina en la cara interna de la grande ala y del frontal posterior. Estas dos aristas se reúnen por detrás. En el fondo de esta fosa, detrás de la parte bifurcada del esfenoides anterior y á veces, como en la carpa, detrás de la reunión de las alas orbitales, hay un agujero que conduce á un grande canal, que se dibuja por detrás, debajo de la fosa media y de la posterior, rodeado superior y lateralmente por láminas de la grande ala, inferiormente por el esfenoides, y que termina en embudo en el basilar. Aloja delante la glándula pituitaria y conduce las arterias vertebrales al cráneo. No siempre consta esta cavidad, pues falta por ejemplo en el bacalao, el cual ofrece una glándula pituitaria poco encajada.

Entre la fosa media y la posterior se liaban las cavidades del oido, las cuales, en los cuadrúpedos, se forman en el peñasco, y constituyen una eminencia en el interior; en las aves y los reptiles ocupan muchos huesos inmediatos, y en los peces óseos comunican abiertamente con el cráneo. Estas cavidades consisten :

1.° En dos grandes fosas excavadas debajo de la cavidad que contiene el cerebro y prolongadas por los lados de la fosa posterior; hállanse cercadas por la grande ala, el occipital lateral y el basilar, sirviendo para alojar los sacos que dan cabida las grandes piedras del oido.

2.° En diversas depresiones situadas en el ángulo lateral posterior del cráneo, extendidas por el occipital externo, el mastoideo, el occipital lateral, y hasta un poco, por el parietal, el frontal posterior, y la grande ala, sirviendo para alojar los canales semicirculares.

Según esté mas ó menos completamente cerrado por delante el cráneo, se notan diferentes variedades, no precisamente en los agujeros de esta cavidad, sino en el modo de hallarse rodeados por los huesos. Asi, por ejemplo, en la mayor parte de los acantopterigios, y especialmente en la perca, que nos sirve de tipo, los nervios olfatorios y ópticos, y los de los pares tercero y cuarto, no atraviesan mas que las membranas que cierran la grande abertura situada delante entre los frontales, las alas orbitales y el esfenoides anterior. Lo propio se observa en el bacalao, en el cual da paso ademas al quinto par por una simple escotadura del borde anterior de su grande ala; mientras que en la perca no solo hay en medio de esta grande ala agujeros para las ramas de este quinto par, sino también otro cerca de su borde para el sexto. El octavo par sale por dos agujeros que se ven en el lado del occipital lateral, y el décimo por otro de su cara superior no lejos del agujero occipital.

Puédense observar tambien en los cráneos óseos algunas soluciones de continuidad que, en el estado fresco, están cerradas por simples membranas ó cartílagos; y asi es que la perca y otros muchos acantopterigios ofrecen una bastante notable á cada lado entre el parietal, el mastoideo y el occipital externo; vésela también en el esox, el cual tiene ademas otra entre el frontal posterior, la grande ala y el mastoi-



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