Naturaleza de Aragón > Museo Pintoresco Historia Natural > Tomo 5 Peces
Autor: Francisco Javier Mendivil Navarro Fecha: 6 de junio de 2024 última revisión
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norte es donde ostenta la clase la mas sorprendente fecundidad, sino en especies variadas, por lo menos en el número de individuos, como que ni por aproximación nos ofrecen los demás mares esos innumerables millones de millones de bacalaos y de arenques en cuya persecución acuden flotas enteras á las aguas septentrionales. Los amores de los peces son frios como ellos, pues no suponen mas que necesidades individuales. Apenas está concedido en algunas especies á ambos sexos el permiso de emparejarse y de gozar reunidos; en los demás los machos mas bien persiguen los huevos que buscan las hembras, hallándose reducidos y condenados á fecundar huevos cuya madre no conocen, y cuyos productos no verán. Los placeres de la maternidad les están igualmente vedados á la gran mayoría de las especies; algunos tan solo llevan consigo sus huevos durante cierto tiempo; y salvo raras excepciones, no construyen nidos, ni defienden, ni nutren á sus hijuelos. En una palabra, hasta en los últimos detalles toda su economía contrasta con la de las aves.
Y sin embargo, estos seres que disfrutan de tan pocos goces, han recibido de la naturaleza todos los géneros de hermosura: variedad en las formas, elegancia en las proporciones, diversidad y viveza de colores, nada les falta para llamar la atención del hombre, como que no parece sino que se ha esmerado el Supremo Hacedor para conseguir este objeto. El brillo de todos los metales y de todas las piedras finas que resplandece en ellos, los colores del iris que se quiebran, se reflejan en fajas, en manchas, en líneas onduladas, angulosas y siempre regulares, simétricas, con matices constantes y admirablemente realzados ó contraslados, ¿de qué les sirven todos esos dones siendo asi que solo se entreven en aquellas profundidades donde apenas penetra la luz? y aun cuando viesen, ¿qué género de placeres podrían despertar en ellos tales relaciones?
Por eso el hombre ha fijado siempre su atención en los animales de esta clase; la abundancia de alimento que le suministran, ha sido una de las principales causas de la persecución de que son victimas; muchos pueblos ictiófagos se encuentran todavia á menor altura en la escala de la civilizacion que los pueblos pastores, y entre las naciones mas civilizadas muchas familias sanan con la pesca casi toda su subsistencia. Los habitantes de las islas buscan y observan las numerosas especies que viven junto á sus rocas, y varios navegantes mas atrevidos van á lo lejos á atacar en medio del océano las falanjes de peces errantes ó migradores. A la par que, contribuyen asi á cubrir las primeras necesidades de los pueblos, son objeto también entre las personas ricas del lujo mas refinado. Roma que era el vórtice donde se perdían las riquezas del mundo, consagraba á este género de gastos sumas tan enormes que parecen fabulosas. Sosteníanse en ella inmensos viveros para los peces de mar y de agua dulce; criábanse allí vivos peces de los mas remotos mares, y los presentaban vivos en la mesa para complacerse en observar los cambios de color que experimentaban al morir: «Mullum expirantem versicolori quídam et numerosa varielate spectari, proceres sulas uarrant, rubentium squamarum multiplici mutatione pallescentem, utique si vitro spectetur inclusus (Plinio, lib. ix, c. xvu). En los propios términos se expresa Séneca (Quest. nat., lib. ni, c. xvui); y Petronio (Canil, de bell. civ., v. 33), dice lo siguiente: «Ingeniosa gula est, siculo scarus .rquure mersus i>Ad mensam vivus perduritur.....»
A fuerza de solicitud y de constancia se llegó á ejercer, á lo que parece, en los peces un imperio mucho mayor que el que era de esperar, atendido su natural. Algunos conocían á sus amos y llevaban nombres propios, consiguiendo que se acercasen al llamarlos; asi lo refieren al menos varios autores, considerándolo como producto sorprendente de la industria excitada por el lujo. Hé aqui como se expresa Marcial (I. iv, ep. xxx, v. 3).
«Sacfis piscibus b;e natantur uodas »ljui ¡i..? ijii1 domioum maiiuiuque lainbunt. »Illam qua nii. cst in orbe majos, «yincl ipiod nouien liabent et ad rnagistri «Vucem quisque sui venit ritatus.» Y mas adelante (I. x, ep. xxx) añade: «Piscina rliuiubuiti pascit e! lupus vernas \ 11ad magístrum delicata murmna. uNonieuruialor mugiiem citat notum »Et adesse jussi prudeunt senes mullí.»
También refiere Plinio el mismo hecho (I. x, capítulo i.xx): «Spectatur el iu piscios cesaris, genera piscium ad numen venire, quos damque singulos.»
Observando á los peces en los viveros, ó recogiendo los datos que obtienen los pescadores en sus observaciones, ha sido posible averiguar lo poco que se sabe acerca de las costumbres de estos animales; pero es probable que oraches de sus hábitos secretos se nos escapen en las profundidades donde pasan la mayor parte de su vida. Los unos son solitarios, los otros viven en bandadas; unos recorren espacios inmensos, y otros, siempre sedentarios, no abandonan nunca el fondo que les vio nacer. La naturaleza de los fondos determina también la estancia de las diferentes especies. Las hay que solo buscan los sitios peñascosos de las orillas del mar; algunas solo viven en las aguas puras de la alta mar; varias también gustan de las aguas estancadas, de las cenagosas, ó bien gozan en permanecer enterradas en el cieno y en la arena, en términos de no llegar á perecer a veces aun cuando se seque el agua, con tal que la sustancia que las rodea conserve cierta humedad. La inmovilidad de algunas, tales como las rayas y las balderayas, contrasta con la gran rapidez de la inmensa mayoría, sobre todo con la de los diversos scómberes. Determinadas especies, como las anguilas y los perioftalmos pueden vivir por algún tiempo en seco y trepar por la playa; mientras que ciertas otras, como las anabas, suben, según se dice, a lo mas alto de los árboles para establecerse en los pequeños depósitos de agua que se forman entre sus hojas. Algunos (pirahebes y exocetos) tienen aletas pectorales bastante grandes para subir y sostenerse en el aire, recorriendo en él un dilatado espacio. La industria mas notable en toda la clase es tal vez la de ciertos peces de las Indias que lanzando gotas de liquido acierta altura, hacen caer al agua los insectos de que se nutren. Pero todas estas variedades en los hábitos dependen principalmente de las de la conformación; y asi es que en vano trataríamos de explicárnoslos, si no estudiáramos circunstanciadamente la estructura de todas las partes del cuerpo de los peces, las diferencias que distinguen esta estructura de la de los demás vertebrados, y las modificaciones que recibe en las familias en los géneros y en las especies.
Este estudio anatómico y fisiológico de los peces nos convencerá de que estos animales forman una clase distinta de todas las demás, y destinada en totalidad por su conformación a vivir, á moverse, á ejercer los actos esenciales de su naturaleza en el elemento ácueo. Tal es su sitio en la creación; en él han vivido desde su origen y en él vivirán hasta la destrucción del actual orden de cosas; y solo en fuerza de vanas especulaciones metafísicas, ó de comparaciones harto superficiales, se ha podido considerar su clase como un desarrollo, como un perfeccionamiento, un ennoblecimiento de la de los moluscos, ó como un primer esbozo, como un estado de feto, de las demás clases de los vertebrados.
No cabe negarlo, los moluscos, lo mismo que los
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Los Tres Reinos de la Naturaleza.
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