Paquidermos. Mamíferos. Página 18. Los tres Reinos de la Naturaleza. Tomo 2. Zoología. Museo pintoresco de Historia Natural en Aragón.

Paquidermos. Mamíferos. Página 18. Los tres Reinos de la Naturaleza. Tomo 2. Zoología. Museo pintoresco de Historia Natural

Museo Pintoresco Historia Natural. Tomo 2. Mamíferos

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Autor: Francisco Javier Mendivil Navarro Fecha: 6 de junio de 2024 última revisión

dirección, cayendo de golpe la orina, como se ve en las vacas; de donde puede inferirse que en el acto de la cópula el macho no cubre á la hembra, sino que se juntan de espaldas. La hembra tiene las partes exteriores de la generación dispuestas y colocadas como las de la vaca; y es perfectamente parecida al macho en la forma y grueso del cuerpo. La piel es gruesa é impenetrable, y cogiéndola con la mano, donde tiene los pliegues, se creería tocar una tabla de media pulgada de grueso: cuando está curtida, dice el doctor Grew, es excesivamente dura, y mas gruesa que el cuero de cualquier otro animal terrestre, á lo que se agrega que toda ella está mas ó menos cubierta de incrustaciones á modo de tubérculos, las cuales son bastante pequeñas en la parte superior del cuello y del lomo, y por grados van siendo mayores, descendiendo hacia los costados: las mayores están en las espaldillas y en las aneas, siendo también bastante gruesas las de los muslos y las piernas, en las cuales, tanto en su contorno como en todo el largo de ellas, y hasta en los pies, hay esta especie de tubérculos ó incrustaciones; pero entre los pliegues la piel es impenetrable, y aun delicada, y tan suave al tacto como la seda, al paso que lo exterior del pliegue es tan áspero y escabroso como lo demás. Esta piel tierna de lo interior de los pliegues es de un color claro de carne, y casi del mismo color y consistencia la del vientre. Pero no se deben comparar los tubérculos ó incrustaciones de que hablamos, con escamas, como lo han hecho muchos autores, pues no son mas que meras callosidades de la piel, que ni tienen regularidad en la figura, ni simetría en su posición respectiva. La flexibilidad de la piel en los pliegues facilita al Rinoceronte el movimiento de cabeza, cuello y miembros; y todo el cuerpo, á excepción de las articulaciones, es inflexible, y como encorazado. Parsons dice de paso que tiene cierta especie de atención constante á todos los ruidos que oye; de suerte que aunque estuviese dormido ó muy ocupado en comer ó en satisfacer otras necesidades urgentes, se despierla al instante, levanta la cabeza, y escucha con la mayor atención basta haber cesado el ruido.

Es muy cierta la existencia de Rinocerontes que no tienen mas de un cuerno en la nariz, y la de otros que tienen dos; pero no es igualmente cierto que esta variedad sea constante y dependiente siempre del clima de África ó de la India, como se ha dicho, y que en virtud de esta sola diferencia se pueda establecer dos especies distintasen el género de este animal. Parece que en los Rinocerontes que no tienen mas de un cuerno, es mas grueso y mas largo que en los que tienen dos. Hay cuernos simples de cuatro pies, y acaso de cuatro pies y medio de largo, y de, siete y aun de ocho pulgadas de diámetro en la base; y también los hay dobles, que tienen hasta dos pies y un tercio de largo, y por 10 común son pardos ó de color de aceituna, aunque también se encuentran de color gris, y algunos blancos: estos cuernos no tienen mas que una pequeña concavidad, en figura de taza, en su base, por la cual están asidos á la piel de la nariz: todo lo restante del cuerno es sólido y mas duro que el cuerno ordinario. Con esta arma dicen que el Rinoceronte acomete, y á veces hiere mortalmonte á los Elefantes mas corpulentos, cuyas piernas altas permiten al Rinoceronte, que las tienen mas bajas, darle golpes con el hocico y con el cuerno en el vientre, donde la piel es mas sensible y penetrable; pero también si el Rinoceronte yerra el primer golpe, el Elefante le derriba y le mata.

Los indios prefieren el cuerno del Rinoceronte al marfil del Elefante, no tanto por la materia del primero, sin embargo de hacer con ella varias obras de torno, y de escultura, como á causa de su misma sustancia, á la cual atribuyen mucbas cualidades específicas y virtudes medicinales. Los cuernos blancos, como mas raros, son también los mas buscados y apreciados. Entre los regalos que el rey de Siam envió á Luis XIV el año de 1686 , había seis cuernos de Rinoceronte.

El Rinoceronte, sin ser cruel, carnicero, ni escesívamente feroz, es sin embargo intratable, y con corta diferencia viene á ser en grande lo que el Puerco en pequeño; esto es, bruto, sin inteligencia, sin sensación y sin docilidad: á lo que se añade que debe estar sujeto á accesos de furor, pues el que el rey don Manuel de Portugal envió al papa en 1513, hizo perecer el bajel donde le transportaban, y el que se vio en París estos años últimos, se ahogó del mismo modo llevándole á Italia. Estos animales son, igualmente que el Puerco, muy inclinados á revolcarse en el lodo y en el cieno, gustan de los parajes húmedos y pantanosos, y apenas se alejan de las márgenes de los rios. Hallánse Rinocerontes en Asia y África, Bengala, Siam, Laos, Mogol, Sumatra, Java, Abisinia, Etiopia, país de los Ancicos, y hasta en el cabo de Buena-Esperanza; pero en general la especie es menos numerosa, y se halla menos extendida que la del Elefante, á semejanza del cual no produce mas que un hijo cada vez, y á intervalos de tiempo bastante considerables. El mes primero, el joven Rinoceronte casi no es mayor que un perro grande, y al nacer no tiene cuerno en la nariz, sin embargo de divisarse ya el rudimento de él en el feto: á los dos años no ha brotado el cuerno sino cosa de una pulgada, y á los seis ha adquirido la longitud de diez á once pulgadas; y habiéndose visto algunos de estos cuernos de cerca de cuatro pies y medio de largo, hay motivo para juzgar que crecen á lo menos hasta la edad mediana, y acaso durante loda la vida del animal, la que debe ser bastante larga, puesto que el Rinoceronte descrito por Parsons, no tenia á los dos años sino cerca de la mitad de su altura; de donde se puede deducir que este animal debe vivir como el Hombre, setenta ú ochenta años.

El Rinoceronte, sin poder llegar á ser útil como el Elefante, es tan gravoso como el por el consumo, y señaladamente por el estrago considerable que hace en los campos : no es bueno sino en sus despojos: su carne es escelente para los indios y los negros, y Kolbe asegura haberla comido varias veces, y con mucho gusto. No hay en el mundo mejor cuero, ni mas duro que el que se hace de la piel del Rinoceronte, y no solamente su cuerno, sino todas las demás partes de su cuerpo, y hasta su sangre, su orina y sus escrementos son estimados como antidotes, contravenenos, ó como remedios para muchas enfermedades. De estos antídotos ó remedios, sacados de las diferentes partes del Rinoceronte, se hace el mismo uso en la farmacopea de la India, que de la triaca en la de Europa. Según todas las apariencias, la mayor parte de estas virtudes son imaginarias; pero ¡cuántas cosas hay mucho mas estimadas, cuyo valor no consiste mas que en la opinión!

El Rinoceronte se alimenta de yerbas toscas, de cardos y otros arbustos espinosos, y prefiere estos manjares agrestes al pasto suave de las mas bellas praderas. Le gustan mucho las cañas de azúcar, y come también de toda suerte de semillas : no teniendo ninguna afición á la carne, no inquieta á los animales pequeños: tampoco teme á los grandes; y así vive en paz con todos, hasta con el tigre, el cual le acompaña muchas veces sin osar acometerle. A vista de esto, no sabemos si los combates del Elefante y del Rinoceronte tienen algún fundamento real : á lo menos deben ser raros, pues no hay ningún motivo de guerra de una ni otra parte y además no se ha observado que hubiese ninguna especie de antipatía entre estos dos animales, habiéndoseles visto, aun estando cautivos, vivir tranquilamente, sin ofenderse, ni irritarse uno contra otro. Plinio parece que fue el primero que habló de estos combates del Elefante y del Rinoceronte, á los cuales parece se obligó á reñir en los espectáculos de Roma, y de esto nacio probablemente la idea de que cuando

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