Naturaleza de Aragón > Museo Pintoresco Historia Natural. > Tomo 2. Mamíferos
Autor: Francisco Javier Mendivil Navarro Fecha: 6 de junio de 2024 última revisión
por medio de un solo y mismo miembro, y para decirlo así, por un acto único y simultáneo, el Elefanle siente, percibe y juzga de muchas cosas á un mismo tiempo, y equivaliendo en cierto modo una sensación multiplicada á la reflexión, aunque este animal esté privado de la potencia reflexiva, como todos los otros, como sus sensaciones se hallan combinadas en el mismo órgano y son contemporáneas, y para decirlo asi, indivisas unas de otras, no es extraño que tenga de suyo una especie de ideas, y que adquiera en poco tiempo las que le quieran transmitir. La reminiscencia debía ser en él mas perfecta que en ninguna otra especie de animal, porque la memoria depende mucho de las circunstancias de los actos, y toda sensación aislada, aunque muy viva, no deja ninguna impresión distinta ni durable; pero muchas sensaciones combinadas y contemporáneas hacen impresiones profundas, y dejan huellas extensas, de suerte, que si el Elefante no puede acordarse de una idea por solo el tacto, las sensaciones vecinas y accesorias del olfato y de la fuerza de succión, que obraron al mismo tiempo que el tacto, le ayudan á recordarla especie.
En virtud, pues, de esta combinación singular de los sentidos y de las facultades únicas de la trompa, este animal es superior á los otros en la inteligencia, á pesar de la enormidad de su mole, y de la desproporción de su forma, porque el Elefante es á un mismo tiempo un prodigio de inteligencia, y un monstruo de materia; el cuerpo muy grueso, y sin ninguna agilidad; el cuello corto y casi inflexible; la cabeza pequeña y disforme; las orejas escesivas, y la nariz aun mas escesiva; los ojos muy pequeños, como también la boca, el miembro genital y la cola: las piernas macizas, derechas y poco flexibles: el pié tan corto, y tan pequeño que parece nulo; la piel dura, gruesa y callosa, pareciendo todas estas deformidades tanto mayores, cuanto todas están modeladas en grande, y tanto mas desagradables á la vista, cuanto no tienen casi ningún ejemplar en la naturaleza, no viéndose en ningún otro animal la cabeza, los pies, la nariz, las orejas, ni los colmillos hechos ó colocados como en el Elefante.
De esta extraña conformación resultan varios inconvenientes para el animal, el cual apenas puede volver la cabeza, y mucho menos volverse para retroceder, sin dar un gran rodeo; los cazadores que le acometen por detrás ó por el lado, evitan los efectos de su venganza con giros, y tienen tiempo para darle nuevos golpes, mientras él se esfuerza para volverse contra ellos. Las piernas, sin embargo de no ser su rigidez tan grande como la del cuello y la del cuerpo, no se doblan sino lenta y dificultosamente, estando fuertemente unidas con los muslos; tiene la rodilla como el hombre, y el pié igualmente bajo; pero este pié que carece de extensión, tampoco tiene elasticidad, ni fuerza, y la rodilla es dura, y sin flexibilidad. Con todo, mientras el Elefante es joven y está robusto, las dobla para echarse, y para dejarse montar ó cargar; pero cuando es viejo ó está enfermo, se le hace tan difícil este movimiento, que tiene por mejor dormir en pié, ó si le hacen echarse por fuerza, es menester después valerse de máquinas para levantarle y ponerle en pié; sus colmillos, que con la edad adquieren un peso enorme, no estando situados en una posición vertical, como los cuernos de otros animales, forman dos largas palancas, que en esta dirección casi horizontal, fatigan prodigiosamente su cabeza, y la inclinan hacia abajo; de suerte, que el animal se vé á veces precisado á hacer agujeros en la pared de su estancia para sostenerlos y aliviarse de su peso; tiene el inconveniente de que el órgano del olfato está mas y distante del del gusto, y la incomodidad de no poder coger nada de tierra con la boca, porque su cuello corto no puede doblarse para bajar bastante la cabeza, y es preciso que tome sobre todo de las flores olorosas: las elige; las coge una á una, hace ramilletes y después de haberse deleitado con su olor, las lleva á la boca y parece que se saborea con ellas: la flor de naranjo es uno de sus mas deliciosos manjares; despoja con su trompa un naranjo de toda su verdura, se come su fruto, flores y bolas, y hasta los ramos tiernos: escoge en los prados las flores y yerbas aromáticas, y en los bosques prefiere los cocos, los plátanos, las palmas y el sagu; y como estos árboles son medulosos y tiernos, se come no solamente las hojas y frutas, sino también las ramas, el tronco y las raices, pues cuando no puede arrancar estos árboles con su trompa, los desarraiga con los colmillos.
Por lo que hace al sentido del tacto, no le tiene para decirlo así, sino en la trompa; pero es tan delicado y tan distinto en esta especie de mano como en la del Hombre. Esta trompa, compuesta de membranas, de nervios y músculos, es al mismo tiempo un miembro capaz de movimiento y un órgano de sensación; el animal puede no solamente moverla, sino también encogerla, alargarla, doblarla y manejarla de todos modos: la extremidad de la trompa remata en un borde que se alarga por debajo en forma de dedo, y por medio de este borde y especie de dedo hace el Elefante todo lo que nosotros hacemos con los dedos; levanta de la tierra las monedas mas pequeñas, coge las yerbas y las flores escogiéndolas una por una, desata los cordeles, abre y cierra las puertas torciendo las llaves y echando los cerrojos, y aprende a formar caracteres regulares con un instrumento tan pequeño como una pluma.
No se puede negar que esta mano del Elefante tiene muchas ventajas sobre las nuestras; es desde luego, como acabamos de ver, igualmente flexible, y no menos acomodada para asir, palpar en grande y tocar por menor. Todas estas operaciones se hacen por medio del apéndice, á modo de dedo, situado en la parte superior del borde que rodea la extremidad de la trompa, y deja en medio una concavidad en forma de taza, en cuyo fondo se hallan los dos orificios de los conductos comunes del olfato y de la respiración. El Elefante, pues, tiene la nariz en la mano, y es dueño de juntar la fuerza de sus pulmones á la acción de sus dedos, y de atraer por medio de una fuerte succión, los líquidos ó levantar cuerpos sólidos muy pesados, aplicando á su superficie el borde de su trompa, y haciendo un vacío en lo interior por aspiración.
La delicadeza del tacto, la finura del olfato, la facilidad del movimiento, y la potencia dé la succión se hallan pues, en la extremidad de la nariz del Elefante. De todos los instrumentos con que la naturaleza ha adornado tan Liberalmente sus producciones mas favorecidas, la trompa es quizá el mas completo y admirable, pues no solamente es un instrumento orgánico, sino un triple sentido, cuyas funciones reunidas y combinadas son al mismo tiempo la causa, y producen los efectos de aquella inteligencia v facultades, que distinguen al Elefante y lo elevan sobre todos los animales. Está menos espuesto que, otro ninguno á los errores del sentido de la vista, porque los rectifica prontamente por el sentido del tacto, y sirviéndose de su trompa, como de un largo brazo, para tocar los cuerpos á lo lejos, adquiere como nosotros, ideas exactas de la distancia por este medio, en vez de que los otros animales (á escepcion del Mono, y de algunos otros que tienen especies de brazos y de manos) no pueden adquirir estas mismas ideas, sino recorriendo el espacio con sus cuerpos.
La delicadeza del tacto da la idea de la sustancia del cuerpo; la flexibilidad en las partes de esto órgano da la idea de su forma exterior: «la potencia de la succión dá la de su pesadez: el olfato la de sus cualidades; y la longitud del brazo la de su distancia. Asi
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