Naturaleza de Aragón > Museo Pintoresco Historia Natural. > Tomo 2. Mamíferos
Autor: Francisco Javier Mendivil Navarro Fecha: 6 de junio de 2024 última revisión
Caballos, y todos los que no pelean á pié van montados en Elefantes. Casi lo mismo sucede en Tonquin, en Siam y en el Pegú donde el rey y todos los grandes señores nunca montan sino en Elefantes, y los dias festivos van precedidos y seguidos de numerosa comitiva de estos animales, ricamente ataviados con láminas brillantes de metal, y cubiertos de telas muy ricas. Adornan sus colmillos con anillos de oro y de plata les pintan las orejas y las mejillas y los coronan con guirnaldas, y les ponen campanillas; y parece que se complacen con los adornos, pues cuanto mas atavíos les ponen, mas alegres y cariñosos se muestran. Por lo demás, la India meridional es el único país en que los Elefantes están civilizados hasta este punto; en África apenas saben domarlos. Los asiáticos, civilizados desde tiempo muy antiguo, han hecho una especie de arte de la educación del Elefante, y le han instruido y modificado según sus costumbres. Pero entre todos los africanos, solamente los cartagineses adiestraron en lo antiguo Elefantes para la guerra, porque en el tiempo del esplendor de su república, estaban quizá mas civilizados que los orientales. Actualmente no hay Elefantes salvajes en toda la parte de África, que está hacia el monte Atlante: también hay pocos á la otra parte de aquellas montañas hasta el rio del Senegal; pero se encuentran ya muchos en el mismo Senegal, en Guinea, en Congo, en la costa de Marfil, en el país de Ante, de Acra, de Benin, y en todas las otras tierras al Sur del África hasta las que están terminadas por el Cabo de Buena-Esperanza, á escepcion de algunas provincias muy pobladas, como Fida, Ardra, etc.; y se hallan asimismo en Abisinia, en Etiopia, en Nigricía, en las costas Orientales de África, y en lo interior de las tierras de toda aquella parte del mundo. Los hay también en las grandes islas de la India y del África, como en Madagascar, en Java, y hasta en las Filipinas.
Después de haber cotejado los testimonios de los historiadores y de los viajeros, nos parece que los Elefantes son actualmente mas numerosos, y mas frecuentes en África que en Asia, y que también allí viven menos desconfiados, menos salvajes, y menos retirados en las soledades. Parece que conocen la impericia y el poco poder de los hombres con quienes tienen que pelear en esta parte del mundo, pues vienen todos los dias y sin ningún temor hasta sus habitaciones, tratan á los negros con aquella indiferencia natural y desdeñosa que tienen á todos los animales: no los consideran como unos seres poderosos, fuertes y temibles, sino como una raza cautelosa que no sabe mas que poner acechanzas: que no se atreve á acometerlos cara á cara y que ignora el arte de reducirlos á esclavitud. En efecto, por este arte, conocido en todos tiempos de los orientales, han sido reducidos estos animales á menor número. Los Elefantes salvajes, que se domestican, se hacen en el cautiverio otros tantos eunucos voluntarios, en los cuales se estanca del toda la serie de las generaciones, en vez de que en África, donde todos son libres, la especie se sostiene, y aun podría aumentarse aunque perdiese mas, porque todos los individuos trabajan constantemente en su reparación. Y á la verdad no vemos á qué otra causa se pueda atribuir esta diferencia de número en la especie porque considerando los demás efectos, parece que el clima de la India meridional, y del África oriental es la verdadera patria, el país natural, y la morada mas conveniente al Elefante y allí es mucho mayor y mas fuerte que en Guinea, y en todas las demás partes del África occidental. Asi, pues; la India meridional y el África oriental son las regiones, cuya tierra y cielo le conviene mas; y en efecto, el Elefante sufre el calor escesivo, nunca habita en los arenales abrasados, ni se halla en crecido número en el país de los negros, sino á las riberas de los rios, y no en las tierras altas, en vez de que, en la India los mas bravos y animosos de la especie, y cuyas armas son mas fuertes y mayores, se llaman Elefantes de montaña, y habitan principalmente en las alturas, donde siendo mas templado el aire, las aguas menos impuras, los alimentos mas sanos, llega su naturaleza á adquirir su total desarrollo, y toda su perfección y aumento.
En general, los Elefantes de Asia esceden á los de África, en corpulencia, en fuerza, etc., y en particular los de Ceylan sobrepujan aun á todos los de Asia, no en la magnitud, sino en el valor é inteligencia, no debiendo probablemente estas cualidades sino á su educación mas perfeccionada en Ceylan que en las demás partes; pero todos los viajeros han celebrado los Elefantes de esta isla, donde, como se sabe, el terreno está cubierto de montañas, que se van elevando, según se va caminando hacia el centro, y donde el calor, aunque muy grande, no es tan escesivo como en el Senegal, en Guinea, y en todas las demás partes occidentales de África. Los antiguos, que no conocían de aquella parte del mundo mas que, las tierras situadas entre el monte Atlante y el Mediterráneo, habian observado, que los Elefantes de la Lybia eran mucho mas pequeños que los de la India: en el dia ya no los hay en esta parte del África, y en esto prueba también, como hemos dicho en el articulo del León , que los hombres son allí mas numerosos en nuestros dias, que en el siglo de Cartago. Los Elefantes se han retirado conforme los hombres los han inquietado: pero viajando bajo el cielo de África, no han mudado de naturaleza, porque los del Senegal de Guinea, etc., son, como lo eran los de la Libia, mucho mas pequeños que los de las Indias Orientales.
La fuerza de estos animales es proporcionada á su corpulencia: los Elefantes de la India llevan fácilmente tres ó cuatro mil libras: los mas pequeños, esto es, los del África levantan fácilmente con su trompa un peso de 200 libras, y ellos mismos se le cargan sobre el lomo : cogen con esta trompa gran cantidad de agua, que despiden hacía arriba y alrededor, á una ó dos tohesas de distancia : pueden llevar sobre sus colmillos mas de mil libras : la trompa les sirve para desgajar los ramos de los árboles, y los colmillos para arrancar los mismos árboles. Se puede hacer juicio de su fuerza por la velocidad de su movimiento comparada con la mole de su cuerpo: andan al paso ordinario tanto como un caballo al trote, y cuando corren, caminan tanto como un caballo á galope, lo cuál en el estado de libertad no les sucede sino cuando están animados de la cólera, ó estimulados del temor. Ordinariamente los Elefantes domésticos van á paso regular, y caminan fácilmente y sin fatiga 15 ó 20 leguas al dia; y cuando se les aguija, pueden andar 35 ó 40 : se les oye caminar desde muy lejos, y también se les puede seguir muy de cerca por el rastro, porque las huellas que dejan señaladas no se pueden equivocar, y en los terrenos donde se estampan bien, tiene 17 ó 18 pulgadas de diámetro.
Un Elefante doméstico da á su amo quizá mas utilidad que cinco ó seis caballos; pero necesita de mucho esmero y de un alimento abundante y escogido, costando su manutención diaria de diez y seis á veinte reales. Le dan ordinariamente arroz crudo ó cocido, mezclado con agua, y aseguran que necesita cien libras de arroz al dia para que se mantenga en su perfecto vigor: se le da también yerba para refrescarle, porque está muy espuesto á recalentarse y es necesario llevarle al agua, y dejarle bañar dos ó tres veces al dia. Aprende fácilmente á lavarse á sí mismo: coge el agua en su trompa, la lleva á la boca para beber, y volviéndola después, esparce la restante por todas las partes de su cuerpo. Para dar idea de los servicios que puede hacer, bastará decir que todos los toneles, sacos y cajones que se transportan de un
include ("paginaslibro01.php"); ?> include ("../pie2.php"); ?>