Naturaleza de Aragón > Geologia
Autor: Francisco Javier Mendivil Navarro Fecha: 19 de junio de 2024 última revisión
Una muestra más, de la variabilidad de las condiciones del medio físico presentes en la Comunidad es el clima. Su situación en la Península Ibérica, las cadenas montañosas -Pirineos y Sistema Ibérico-, que lo enmarcan y la altitud de las distintas zonas originan diferentes climas o microclimas, ya que están presentes desde el dominio alpino al subdesértico. El dominio más extendido es el mediterráneo continental seco.
El clima de cada lugar viene determinado por la temperatura, las precipitaciones y el viento.
La estructura morfológica y la situación en el centro de la depresión del Ebro, son los factores que condicionan las temperaturas en la región aragonesa. El abrigo de los Pirineos y el sistema Ibérico y la topografía de cubeta hacen prever temperaturas elevadas aunque las variaciones en altitud y los matices en la continentalidad determinan una gran diversidad de los regímenes térmicos. El mapa de isotermas se organiza con respecto al eje del Ebro de forma muy simple. Las tierras centrales del valle constituyen el nivel más cálido, a partir del cual las temperaturas se degradan rápidamente hacia los Pirineos y hacia el sistema Ibérico. Además acusan un desplazamiento térmico positivo de W a E. El gradiente medio anual oscila entre los 15º en la parte oriental de la cubeta a menos de 7º en el pirineo axil.
La depresión del Ebro, después de la cuenca del Guadalquivir, se considera la región más cálida de la Península. La isoterma de los 22º en los meses de julio y agosto abarca desde los somontanos pirenaicos a la Cordillera ibérica, penetrando en la Depresión de Calatayud - Daroca.
Por debajo de los 18º sólo están los enclaves de Gúdar, Albarracín, Javalambre, Moncayo y las Sierras Interiores de la Cordillera piromancia. Julio es el mes más caluroso, aunque con apenas un grado de diferencia de media con agosto. Las temperaturas medias de las máximas alcanzan con frecuencia los 35º en el centro de la depresión, llegando en ocasiones, a superar los 40º. Semejante tipo de verano se explica, en gran parte, por la disposición de cubeta cerrada y la presencia del anticiclón de las Azores durante largos períodos con el progresivo calentamiento del aire del interior durante repetidos días.
Su duración está íntimamente ligada a su altitud. Así en el eje del Ebro, desde la mitad de mayo hasta finales de septiembre, la temperatura media es superior a 17º superando los 22º durante los meses de julio y agosto. Por encima de los 1.000 m, sin embargo, el verano se reduce a estos meses y por encima de los 1.400 m. su duración no excede de un par de semanas.
Un elemento importante a reseñar son las olas de calor que a veces se presentan durante el verano y que hace que las temperaturas alcancen cifras de 38º y 44º las máximas y 22º las mínimas. La situación más propicia para estas invasiones se presenta cuando la Península queda sometida por un lado a un aire seco y recalentado procedente del continente europeo , deshidratado por el efecto fo‰hn al cruzar el Pirineo y por otro lado a un aire del sur que se reseca y recaliente en las zonas del interior.
Sus características distintivas son su escasez, su irregularidad interanual y su desigual reparto a lo largo del año. Su distribución general tiene clara dependencia del relieve, al disponerse las isoyetas en líneas paralelas decrecientes con las curvas de nivel desde los márgenes montañosos al centro de la depresión. En el centro de Aragón son claramente inferiores a 400 mm llegando a los 2.000 mm en las cumbres mejor expuestas. La mayor parte de la superficie de la comunidad se encuentra por debajo de los 500 mm, superando esta cifra hasta los 700 mm, los somontanos pirenaicos y ciertos puntos de la cordillera ibérica.
Su distribución anual indica que las precipitaciones se producen en un corto período de tiempo durante la primavera y el otoño, separados por dos mínimos en verano e invierno. En los tres meses primaverales se registran del 25 % al 30 % del total anual, fundamentalmente en mayo y marzo. En junio se suelen registrar lluvias por retraso del máximo de mayo, descendiendo en los meses de julio y agosto, con los que se inicia una larga sequía sólo interrumpida por la actividad tormentosa. El análisis de esta actividad es de gran interés al estudiar los incendios forestales, ya que son las tormentas, generalmente secas, la causa de un gran número de incendios forestales. El número medio de días de tormenta en el verano, deducido de la serie de años de 1949 73, ofrece un valor de cerca de 60 días para cada una de las tres provincias. Las trayectorias de los núcleos tormentosos suele ser de SW-NE, aunque en las zonas orientales puede observarse la penetración de tormentas del este, provocadas por gotas frías sobre el golfo de León.
Los vientos que generalmente dominan en Aragón son el cierzo o viento de poniente con dirección WNW y el bochorno o levante con dirección ESE.
El cierzo es un viento seco que presenta rachas que en ocasiones superan los 100 km/h, frío en invierno y seco en verano. La máxima frecuencia de estos vientos se registra en el mes de enero seguido de los meses de febrero, diciembre y en la primavera.
El bochorno es un viento seco, cálido y agobiante en verano y suave, templado y húmedo durante los equinocios. No es tan constante como el cierzo y frecuentemente se ve interrumpido por períodos de calma e incluso, especialmente al anochecer, por un débil flujo del NW.
En el territorio aragonés podemos distinguir tres zonas climáticas claramente diferenciadas:
Clima mediterráneo continentalizado.
En la ribera del Ebro los contrastes térmicos entre invierno y verano son muy grandes y, además, las precipitaciones son escasas. Pero a medida que nos alejamos del río y nos adentramos en los somontanos el clima se "suaviza", las temperaturas no son tan extremas y llueve más. También el clima se gradúa de oeste a este: cuanto más hacia Cataluña, menos precipitaciones y ligero aumento de las temperaturas.
Clima de montaña.
Las gentes de las sierras pirenaicas e ibéricas soportan bajas temperaturas -hasta -30ºC en alguna ocasión- en los largos inviernos. Los cortos veranos son suaves, aunque la altitud de las distintas comarcas y su orientación hacia el norte o hacia el sur hace que la meteorología de estas montañas no sea uniforme.
Clima continental.
A la depresión Calatayud-Daroca-Teruel, encajonada entre montañas por el oeste y el este, no llegan los húmedos vientos atlánticos o mediterráneos. A pesar de ser una zona alta, entre 600 y 900 m de altitud, llueve muy poco. Los contrastes térmicos son muy altos, con un verano caluroso y un invierno muy frío, con temperaturas en Calamocha y Daroca que en algunos días invernales marcan la mínima de la península Ibérica.
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