CONSIDERACIONES SOBRE LA CRECIDA DEL EBRO
Zaragoza, 24 de febrero
Diversas organizaciones sociales aragonesas vinculadas con la defensa de los ríos como ecosistema necesario
para la vida, en el concepto más amplio de la palabra, hemos seguido con mucho interés la evolución de los caudales del río Ebro
y su comportamiento a lo largo de los diferentes tramos de la cuenca.
Nos solidarizamos con todas las personas que se han visto afectadas con las inundaciones de sus viviendas o de sus
cultivos e instalaciones ganaderas. Pedimos a las administraciones públicas el mayor esfuerzo y rapidez para recuperarse de los daños
y acometer las tareas de limpieza y reparación necesarias para recuperar la vida cotidiana.
Si nos atenemos a la importancia de los niveles de agua recogidos, que hacen de ésta avenida una de las más
importantes que ocurren cíclicamente en el río Ebro, el conjunto de la respuesta a la misma ha permitido en todo momento controlar los
mayores riesgos y poner a salvo a la población, evitando daños que podían haber sido mucho mayores.
Creemos que es el momento de reflexionar a fondo y con humildad sobre la importancia del río Ebro y de sus
características: tenemos que aprender a convivir con el río más caudaloso y con la mayor cuenca hidrográfica de España, con un
comportamiento irregular que multiplica por cien su caudal en unos pocos días y con una fuerza que empequeñece muchas de las obras humanas.
Hay que propiciar una gestión homogénea de toda la cuenca en lo que a defensa de poblaciones ribereñas se refiere.
Las actuaciones tienen que realizarse sin pasarle el daño, agravado, al vecino de abajo. Sin duda, el mejor aliado de las
poblaciones ha sido la llanura de inundación, acogiendo un volumen importantísimo de agua que ha evitado la rotura de algunas defensas
y motas importantes para las localidades próximas al río.
Todos hemos podido ver éstos días cómo se ha comportado el río y cuales han sido las consecuencias de cada una
de la intervenciones humanas en los dominios del río. No se puede culpar al río de todo lo sucedido.
No podemos plantearnos una permanente lucha con el río basada en grandes obras, dragados del cauce, construcción de
diques y motas, etc, ni tomar decisiones en caliente que comprometan el futuro del río. Habrá que buscar soluciones a los
problemas planteados con la participación de todos los sectores afectados, buscando el consenso y avaladas por estudios rigurosos
técnicos, ambientales y de protección civil.
Es fundamental recuperar el Dominio Público Hidráulico y delimitar administrativamente lo que el río ya ha
hecho físicamente, toda la orla de inundación, para regular las actividades compatibles que permitan reducir los daños por las
inundaciones que ya se sabe que se van a producir tarde o temprano.
Muchas de las actividades que se desarrollan en esa zona son ilegales y consentidas en muchos casos por las administraciones
competentes, lo que aumenta el riesgo de daños. Éstas actividades deberían acabar de una vez por todas. De las existentes, muchas
deberán ser retiradas.
No es comprensible que la Confederación Hidrográfica del Ebro emita informes favorables para ocupar suelos
no urbanizables de protección especial, justificando la inexistencia de riesgos y así cambiar su clasificación, lo que
supone aceptar para las zonas no residenciales que en la avenida de
los 100 años se produzcan alturas de inundación de 0,5 metros. Éste
trámite se sigue produciendo con demasiada frecuencia y es aceptado
por las Comisiones Provinciales de Ordenación del Territorio al amparo de lo previsto en la Ley Urbanística de Aragón 5/1999 en su artículo 20.2.
Las poblaciones que viven junto al río desde hace cientos e incluso miles de años han sobrevivido respetando al
río en lo fundamental y deberemos garantizar, sin duda, su seguridad, pero para ello será necesario contar con unas grandes
llanuras de inundación y con una vegetación de ribera que evite el arrastre de las orillas y que frenen la capacidad destructora de
las aguas. Las infraestructuras vitales para la comunidad y las poblaciones necesitarán de algunas defensas que si bien pueden ser
necesarias ahora, habrá que verlas en el conjunto de medidas prioritarias para reducir su impacto y sus efectos imprevistos sobre terceros.
El río Ebro constituye un ecosistema de gran valor que hay que conservar y proteger y que aporta beneficios para
toda la comunidad. Las administraciones con competencias en medio ambiente deben garantizar que las actuaciones que se acometen en el
entorno del río después de la crecida respetan la normativa ambiental y les instamos a que lo hagan desde el primer momento.
ECOLOGISTAS EN ACCIÓN
EBRO VIVO
ASOCIACIÓN NATURALISTA DE ARAGÓN (ANSAR)
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