José Antonio Domínguez *
El pasado 19 de noviembre falleció en Cuenca (Ecuador) José Manuel Falcón Martín, miembro de la Asociación Naturalista de Aragón (ANSAR) y destacado militante del movimiento ecologista aragonés. Sirvan estas líneas para rendir homenaje a su memoria.
El caso de José Manuel Falcón ha sido uno más de la larga lista de aragoneses que se han visto obligados a dejar su tierra. Fue un luchador incansable contra la enfermedad que le postró, agudo naturalista y pionero del movimiento ecologista aragonés pero la falta de recursos le obligó a marchar a Ecuador. Estos párrafos que siguen apuntan los principales hitos de su trayectoria vital.
Fue profesor, ecologista militante, naturalista, montañero, político, viajero, escritor... Falcón lo experimentó casi todo. Su enorme fuerza de voluntad y su lúcida mente fueron las armas que le permitieron luchar contra la enfermedad, trabajar en defensa de la naturaleza y, en general, criticar y denunciar lo que creía injusto.
Jose Manuel Falcón nació el 1 de enero de 1955 y explica así el suceso: “Yo nací en la maternidad de Zaragoza. Mi madre acudió a Zaragoza desde el pueblo, por seguridad para el parto. Murió cuando yo nací por hemorragia, posiblemente por descuido de los médicos. Su hermana me llevó al pueblo de inmediato, por eso considero mi pueblo a Urrea y mi madre a la que es en realidad mi tía”. Se refiere a Urrea de Gaén, localidad del Bajo Aragón turolense en el valle del rió Martín. Este escenario, que solía visitar para vacaciones en su infancia, le marcaría en su trayectoria naturalista.
Estudió el bachillerato en el Instituto Goya de Zaragoza y posteriormente se licenció en la Facultad de Filosofía y Letras (Geografía a Historia), llegando a ejercer como profesor durante varios cursos en el Colegio S. Juan de Dios en Zaragoza. Cuando la esclerosis múltiple, que progresivamente se apoderaba de su cuerpo, le impidió desenvolverse, se vio obligado a retirarse y pasó a vivir de una pensión de invalidez. Primero debió hacer uso de muletas y luego de la silla de ruedas, artilugio ya indisolublemente unido a su imagen.
Falcón estuvo durante años librando una batalla permanente contra su enfermedad. Desde que se la diagnosticaron a los dieciocho años intentó encontrar por todos los medios la curación que los médicos le dijeron no existía. Acudió a consultas de curanderos, experimentó con la acupuntura, con el ayuno terapéutico, bebió agua de arcilla, probó con picaduras de escorpiones por si sus venenos tenían algún efecto curativo, se frotó el cuerpo con ortigas... Incluso llegó a viajar a Lourdes, él que era agnóstico.
A pesar de su invalidez Falcón no dejó de viajar por toda España y Europa y tener una intensa vida social. Dictaba artículos de prensa, libros, participaba activamente en el movimiento ecologista a incluso se presentó -junto con Javier Delgado y Emilio Lacambra- en la candidatura de Izquierda Unida al Senado en las elecciones de 1986. La tarjeta de propaganda electoral que los inmortalizó retratados junto a la imponente sabina de Villamayor es todo un símbolo.
Desde su postración física también luchó por los derechos de los minusválidos. De hecho, fue socio fundador de la Asociación Aragonesa de Esclerosis Múltiple. Su situación familiar, con su madre Pilar ya mayor, le obligaba a disponer permanentemente de ayudantes para levantarlo, pasearlo o acostarlo, con el gasto que eso conllevaba. Reclamó medidas asistenciales para que las personas incapacitadas y con escasos recursos estuvieran suficientemente asistidas. Hizo varias huelgas de hambre por ello. Como consecuencia de esas presiones el Ayuntamiento de Zaragoza reservó plazas de aparcamiento para minusválidos y les otorgó la correspondiente tarjeta y la DGA dispuso unos pisos para este tipo de personas. Falcón llegó a residir en ellos una temporada pero su inquietud le impedía estar encerrado y volvió a su casa desde donde podía desarrollar una mayor actividad social. No obstante, cuando los gastos se hicieron insoportables decidió emigrar al extranjero y, tras un minucioso estudio de alternativas, con ayudas institucionales, marchó en 1991 a Ecuador, donde el nivel de vida le permitió vivir con dignidad.
Se instaló en la localidad ecuatoriana de Cuenca. Allí conocería a Ruth, con la que contrajo matrimonio y con la que ha tenido un hijo. Desde que marchó volvió a visitar España en tres ocasiones -la última en 1996- pero ya no lo pudo intentar más, dado lo agotador del viaje para una persona en su estado. No obstante, las nuevas tecnologías le permitieron estar en permanente contacto con sus amistades por medio del correo electrónico y ello le ha permitido enviar sus artículos de opinión a Heraldo de Aragón hasta el último momento.
Como la situación social en Ecuador se deterioró en los últimos tiempos, con una inflación galopante y una corrupción escandalosa que él criticaba y el estado de salud de Falcón empeoraba su círculo de amigos de Zaragoza le invitaron varias veces a retornar a España, a lo cual se resistió.
EL NATURALISTA
Si una faceta de Falcón hay que destacar es la de naturalista y ecologista, por sus contribuciones al conocimiento y defensa de la naturaleza aragonesa, siendo un pionero, además, del movimiento ecologista en nuestra región. De hecho, la historia del ecologismo aragonés esta íntimamente ligada a la actividad de Jose Manuel Falcón que inició en 1969.
En febrero de ese año, otro pionero, Enrique Bourrut Lacouture -con dieciséis años de edad- fundaba los Jóvenes Amigos de los Animales y de la Naturaleza de Zaragoza. A finales de junio se hacía socio Jose Manuel Falcón y desde entonces la amistad entre ambos y la dedicación a la naturaleza serian continuas.
Según palabras textuales del propio Falcón: “Mi primera acción comprometida por el ecologismo fue limpiar de porquería una loba, dentro de su jaula, en el antiguo Museo de Ciencias Naturales de Aragón”. El caso es que Falcón se convirtió en uno de los socios mas asiduos y se le conocía por el mote de “el mariposero” por su afición al estudio de las mariposas, aunque posteriormente se especializaría en el estudio de los anfibios y reptiles (herpetología), campo en el que llegaría a ser un gran experto.
Durante la existencia de los Jóvenes Amigos de los Animales -entre 1969 y 1979- la asociación desarrolló una intensa actividad de estudio, divulgación de la naturaleza. Se recogían animales silvestres heridos, los cuales eran curados, cuidados y, posteriormente, liberados; se hacia divulgación, exposiciones al aire libre y también se hacían criticas, sin pasarse, porque aquellos eran otros tiempos. De esa etapa de la asociación hay que reseñar los reportajes sobre naturaleza, pioneros en aquellos años, que se publicaban los domingos en Heraldo de Aragón. En dichos reportajes, los componentes del grupo -Falcón, Henri Bourrut, Javier Lucientes y otros- dieron a conocer al público la gran diversidad de la fauna aragonesa y los peligros que la amenazaban.
Hay que destacar los dos premios que, de forma consecutiva, se le concedieron en aquella época a la Asociación de Jóvenes Amigos de los Animales por parte de La Feria Nacional Juvenil de la Ciencia. En 1975 se le otorgó el primer premio por el trabajo de Jose Manuel denominado "Anfibios y Reptiles de Aragón" y, al año siguiente, el segundo premio por "Vertebrados de la Alfranca de Pastriz" en el que el colaboró. Hay que considerar la época en que esto sucedía para darse cuenta de lo meritorio de los premios ya que la edad de los componentes del grupo oscilaba entre los quince y veinte años y sus posibilidades económicas eran mas bien limitadas para hacer desplazamientos o para conseguir la escasa bibliografía existente entonces.
Hacia 1973 José Manuel empezó a notar síntomas de debilidad en las piernas al hacer esfuerzos prolongados en las excursiones o en las escaladas en roca, actividades junto con el montañismo y la espeleología a las cuales era también muy aficionado. Dichos síntomas serían después diagnosticados como los inicios de la esclerosis múltiple que progresivamente le iría paralizando las extremidades.
A pesar de esas limitaciones crecientes desarrolló una intensa labor de estudio y de divulgación. Así, entre los años 1971 y 1973 estuvo en el grupo Horizontes de la O.J.E. (Organización Juvenil Española) donde desarrolló actividades de naturalismo. En el verano de 1976 participó en el campamento que Jóvenes Amigos organizó en la Selva de Oza, acampada de profundo significado para los socios, en la que Jose Manuel estuvo presente pero condicionado por su enfermedad ya que, aunque por su propio pie, andaba con dificultad apoyado en un bastón.
A pesar de la enfermedad su animosidad no decaía, le entusiasmaba salir al campo para estudiar en vivo la naturaleza. Incluso participó en un viaje a Marruecos en el verano de 1977 con un grupo de amigos, embarcados en tres Citroen 2CV, los "4x4" de entonces.
Ya un experto en herpetología colaboró en el apartado de anfibios y reptiles de la Gran Enciclopedia Aragonesa publicada en 1980 y se encargó junto con Carlos Enrique Pérez Collados, del capítulo herpetológico del “Estudio de la biocenosis de Gallocanta y su cuenca” que se realizó durante los años 1980 y 1981. Dicho estudio permitió recopilar una impresionante cantidad de informaci6n sobre la laguna y su entorno, confirmando el importantísimo valor ecológico de la misma. No hay que olvidar que a finales de los años setenta y principios de los ochenta el futuro de la laguna de Gallocanta estaba en el aire con las cacerías masivas de patos que se realizaban o el proyecto de desecación que propuso ¡la propia DGA! en los primeros tiempos de la autonomía aragonesa. Sin duda la intervención de Adolfo Aragüés, buen amigo de Falcón, y otras destacadas -y sensatas personas- lograron preservar la laguna.
Durante los veranos de los años 1980 y 1981 trabajó en el Centro de Información del Parque Nacional de Ordesa, asesorando a los visitantes sobre las características del Parque y el comportamiento que el público debía desarrollar en el lugar.
En 1982 el Ayuntamiento de Zaragoza le publicó la “Guía Ecológica para Escolares” en la que intentaba poner al alcance de todos los rincones y especies mas emblemáticos de la naturaleza de Aragón, sin olvidar hablar sobre ecología y comportamiento en la naturaleza. También en ese año la Librería General le edita “Los anfibios y reptiles de Aragón” obra sencilla en su presentación, pero realizada con la experiencia de varios años de estudio de estos dos grupos zoológicos y destinada al mejor conocimiento y protección de estos desconocidos animales. De 1982 a 1984 trabajó en el Aula de la Naturaleza de la Selva de Oza en Huesca destinada a los jóvenes que acudían a los campamentos de verano.
En 1984, se crearía en Zaragoza la Universidad Popular dependiente del Ayuntamiento de Zaragoza. En los comienzos, uno de los cursos que se programaron fue el de “Ecología y Medio Ambiente” en los que participó como profesor José Manuel. Ese mismo ano el Ayuntamiento publicó “El medio natural en los alrededores de Zaragoza” librito del que es coautor, junto con Cristian Sánchez Denis. Además, con Antolín Pérez Valle presentó al Ayuntamiento el Proyecto de Aula de naturaleza en el galacho de La Alfranca.
En 1987, en la Revista Española de Herpetología publica un artículo, junto con Fernando Clavel, sobre la distribución geográfica de los anfibios y reptiles de Aragón, recopilando y poniendo al día los datos existentes hasta entonces de ambos grupos. En 1991 participó junto con Alfonso Bea en la redacción del “Itinerario guiado para visitantes del Galacho de la Alfranca”.
En 1995 vio publicado por la Institución Fernando el Católico, en la colección Cuadernos de Aragón, el ensayo “Los animales de mi pueblo”, texto donde narra sus vacaciones estivales en Urrea de Gaén durante su infancia y cómo descubre entonces la naturaleza y sus leyes inexorables, que le llevarían más tarde a estudiarla y defenderla.
Efectivamente, junto a su pasión por conocer y divulgar no hay que olvidar la participación directa de José Manuel en la defensa del patrimonio natural y en la consolidación del movimiento ecologista aragonés. Así, por ejemplo, es uno de los padres de ANSAR, Asociación Naturalista de Aragón, que se constituyó en 1979.
EL ECOLOGISTA
Cuando los inquietos componentes de Jóvenes Amigos de los Animales vieron que había que evolucionar y el colectivo debía crecer en sus fines, decidieron constituirse en una nueva asociación mas acorde con los tiempos. Básicamente, porque se percibía que el desarrollismo estaba afectando negativamente al medio ambiente y se hacía necesario pasar a la acción de defensa... Esa nueva asociación fue ANSAR y Falcón uno de los componentes del equipo motor del cambio, equipo que se encargó de diseñar las líneas de acción y redactar los nuevos estatutos. El propio Jose Manuel sería el primer presidente, cargo que ostentó durante dos años. Hoy día ANSAR es una veterana y respetable asociación que lleva veinticinco años de estudio de la naturaleza, de divulgación y de lucha por la conservación del patrimonio natural.
En los comienzos, la participación de Falcón fue muy activa y su presencia decisiva en reuniones con la administración, en actos públicos y en contactos con los medios de comunicación. Referencias obligadas son las campañas que impulsó ANSAR directamente, como sucedió en el caso de la laguna de Sariñena -cuando se debatió sobre el nivel que debían alcanzar las aguas al inundarse la laguna-; o como en la defensa del Galacho de La Alfranca, amenazado por reiterados incendios y roturaciones. No hay que olvidar tampoco las campanas que movilizaron a la sociedad aragonesa en general a comienzos de los 80 y en las que ANSAR se involucró, como fue la lucha por salvar el cañón de Añisclo, en el Pirineo.
Por su experiencia y permanente actividad la figura de Falcón se convirtió en referencia del ecologismo en esos años. De hecho fue nombrado miembro de la Comisión de Participación Pública (CPP) de la Comisión Interministerial de Medio Ambiente (CIMA). La CPP fue un intento de los primeros gobiernos de facilitar la participación ciudadana y a ella asistían representantes ecologistas de las diversas comunidades autónomas.
Un hito notable que hay que resaltar al hablar del ecologismo aragonés es la creación de la Coordinadora Ecologista de Aragón (CEA), que Falcón impulsó. Aprovechó su prestigio y su capacidad de convocatoria para reunir a los grupos ecologistas aragoneses y propiciar la coordinación mutua. Hay que recordar que a comienzos de los años ochenta la variedad de grupos ecologistas era enorme y las fuerzas se dispersaban. La reunión de grupos aragoneses que tuvo lugar en El Parrizal de Beceite en abril de 1985 dio su fruto en la formación de la CEA y la iniciativa y capacidad de síntesis de José Manuel permitieron el consenso y la elaboración del documento base de constitución. Durante su existencia (1985-1997) la CEA sirvió para aglutinar los esfuerzos de los grupos ecologistas de la región.
La labor de Falcón fue reiteradamente reconocida. Recibió el premio de Medio Ambiente de Jaulín, en 1985, en la primera convocatoria del mismo. Y en 1993, la asociación ecologista Otus-Ateneo de Teruel lo nombró socio de honor en reconocimiento no sólo a su extenso currículo en defensa del medio ambiente sino también por su apego y amor por la vida, reflejado en su personal lucha contra la enfermedad. Es también socio de honor de la Sociedad Española de Herpetología y, además, la Fundación Ecología y Desarrollo le otorgó el premio especial 1998 por una vida dedicada al desarrollo sostenible. Pero el mayor galardón le llegó en 2001 con el premio de Medio Ambiente del Gobierno de Aragón.
En fin, al hacer este recorrido retrospectivo, sin duda, Falcón representa la pasión por la naturaleza, el afán de conocerla y la capacidad de divulgarla. También representa los desvelos permanentes de los ecologistas deben realizar par conservarla Hoy nadie se imagina la laguna de Gallocanta convertida en monótonos campos de cultivo, el valle de Añisclo inundado par una presa eléctrica o el soto de la Alfranca sustituido por filas de melocotoneros.
A Falcón le debemos muchos naturalistas y ecologistas el habernos ayudado a descubrir Aragón y, como dicen sus viejos colegas de ANSAR, le debemos el habernos comprometido e iniciado en el camino de la conservación y habernos contagiado su espíritu de lucha. Sirvan como colofón, estas palabras suyas en el boletín nº 3 de ANSAR (1980), en el que escribió un pequeño artículo titulado “La Sabina de Villamayor”:
“Pero en este artículo quiero resaltar el valor de símbolo de nuestra Sabina. Los parlamentarios vascos se reúnen bajo el Roble de Guernica. Pedir a los futuros representantes del pueblo de las Cortes de Aragón, que se reunieran bajo la Sabina parecería demasiado, aunque así se sentiría de cerca la degradación de nuestro paisaje. Pero, por ejemplo, una vez pasadas las primeras elecciones podrían reunirse junto al árbol de Villamayor como testimonio y símbolo de reconocimiento a nuestras raíces, las naturales y mas genuinas, al tiempo que amenazadas. Entretanto, animo a mis conciudadanos a conocer este magnifico ejemplar y, naturalmente, a respetar a todos los árboles, mas de lo que se respetan actualmente. En cuanto al ICONA, creo que ya es hora de que se incluya la Sabina de Villamayor como el más monumental de los árboles monumentales. Lo merece.”
Sólo sus posteriores a insistentes gestiones llevarían al reconocimiento oficial y social de este monumento vegetal viviente.
Miembro de ANSAR, redactor de estos apuntes biográficos gracias a la colaboración de los amigos de José Manuel Falcón.
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